Read this story in English | Traducción por Jackie Ramirez, La Ciudad
Ocho meses después de cruzar la frontera hacia Estados Unidos, Marcy Mora está a punto de graduarse de un programa capacitación culinaria en la Universidad Estatal Metropolitana, que espera que le ayude conseguir un trabajo en uno de los restaurantes de Denver que enfrentan escasez de personal.
Mora, quien es de Venezuela y viajó a Colorado con su esposo y su hija de 1 año, aprovechó la oportunidad para inscribirse en el programa de seis meses para solicitantes de asilo de la ciudad que comenzó en julio con clases de inglés y habilidades informáticas. En septiembre, se unió a un grupo de nuevos inmigrantes en un programa de formación laboral de tres meses, que se lleva a cabo en una moderna brillante cocina universitaria de acero inoxidable.
Mora, de 31 años, formaba parte de un grupo de 10 personas con delantales blancos y gorros de chef, reunidas alrededor de un profesor de cocina que sostenía un calamar, cuyas extremidades, moradas colgaban. Mientras el chef Jay Lee, inmigrante de Corea y formado en el prestigioso Culinary Institute of America, explicaba cómo limpiar y cortar el calamar, un traductor de El Centro de los Trabajadores de Denver transmitía la información en español.
Hasta ahora, la ciudad ha inscrito a aproximadamente 850 personas en su programa para solicitantes de asilo, de las cuales más de 300 están en la fase de capacitación laboral. Además de la formación culinaria, los nuevos inmigrantes pueden elegir entre dos caminos profesionales en sectores con escasez de mano de obra – la construcción y el cuidado infantil.
Al mismo tiempo, reciben ayuda para solicitar la autorización de trabajo, un proceso que tarda aproximadamente seis meses. La mayoría de los inmigrantes no son elegibles para un permiso de trabajo hasta que su solicitud de asilo haya estado en trámite por 150 días. Para muchos de los inscritos en el programa de la ciudad, incluido Mora, el reloj se detendrá en enero, uno o dos meses después de cumplir la capacitación laboral.
Mora se enteró del programa para solicitantes de asilo mientras vivía en el Quality Inn, uno de los siete hoteles que Denver estaba alquilando para dar refugio a los inmigrantes durante el pico de la llegada masiva. Desde diciembre de 2022, más de 43,000 inmigrantes han llegado a la ciudad, la mayoría en autobuses provenientes de Texas. Las autoridades de la ciudad estiman que aproximadamente la mitad de ellos se trasladaron a otros estados, mientras que el resto decidió quedarse para comenzar una nueva vida en Colorado.
El programa para solicitantes de asilo, anunciado por el alcalde Mike Johnston en abril, marcó un cambio en los planes de la ciudad para ayudar a los migrantes – alejándose de ofrecer refugio temporal y comidas diarias, y orientándose hacia la integración a largo plazo para el alquiler y capacitación laboral. Sin embargo, la parte del programa enfocada en preparar a los participantes para el trabajo, con un presupuesto de alrededor de $3 millones, está ayudando solo a una fracción de los más de 20,000 inmigrantes nuevos que se han establecido en el área metropolitana en los últimos dos años.
Para Mora, el programa está ayudando a que sus sueños se vayan cumpliendo. Espera tener un permiso de trabajo y conseguir un empleo en un restaurante a principios del nuevo año.
“Tengo la mente abierta ahora mismo”, dijo Mora, tomando un breve descanso mientras desvenaba camarones y cortaba calamares. “Donde sea que consiga una oportunidad, quiero aprovecharla. Al igual que todos aquí, estoy aprendiendo mucho y sé que donde consiga trabajo, voy a seguir aprendiendo”.
Una amiga de Venezuela llegó a Denver antes que ella y le recomendó que viniera. “Me dijeron que Denver era una ciudad santuario y que era el mejor lugar para ir, un lugar que ofrecería muchas oportunidades”, dijo en español.
La ciudad ha proporcionado refugio, alimentos y atención médica a alrededor de 43,000 migrantes. Aproximadamente 8,000 personas han recibido asistencia para el alquiler a través de organizaciones sin fines de lucro locales, que recibieron financiamiento de la ciudad como del estado. Y unas 3,500 personas han asistido a los talleres de la ciudad que ofrecen ayuda para solicitar la autorización de trabajo.
El presupuesto propuesto por la ciudad para el próximo año incluye 12.5 millones para el programa para solicitantes de asilo, aunque espera que el programa cambie a medida que las autoridades determinen cuáles son las necesidades más urgentes y qué partes del programa han sido más exitosas.
Para la capacitación laboral, la ciudad contrató a Centro de los Trabajadores, una organización sin fines de lucro que durante 20 años ha ayudado a inmigrantes a entender sus derechos laborales. La organización está recibiendo alrededor de $2.6 millones para proporcionar formación laboral a 565 personas hasta el próximo año.
La Metropolitan State University está a cargo de la capacitación culinaria, mientras que los inmigrantes interesados en trabajar en construcción y cuidado infantil asisten a clases en las oficinas de Centro y luego reciben formación práctica a través de programas de aprendizaje en construcción y en aulas de cuidado infantil.
“Están sucediendo cosas buenas con nuestra población inmigrante”, dijo Mayra Juárez-Denis, directora ejecutiva de Centro de los Trabajadores. “Sabemos que estamos muy preocupados por ciertos aspectos de la inmigración, pero creo que este es un gran ejemplo de que cuando la comunidad se une, está aquí para trabajar. Están aquí para tener una mejor vida para los niños, y están poniendo esfuerzo. Este es un ejemplo positivo y esperanzador de cómo podemos integrar a nuestra población inmigrante y que todos se beneficien”.
Con el reciente aumento de inmigrantes de Sudamérica, Centro enfocó sus esfuerzos en ayudar a las personas a conseguir empleo, poniendo su trabajo “en esteroides”, dijo. La organización entrevistó a personas de la comunidad empresarial, preguntó a los sindicatos qué podría incentivarlos a contratar a más trabajadores inmigrantes y buscó socios para ayudar a llevar a cabo la capacitación.
El Centro creó un currículo que incluye información sobre los derechos laborales y habilidades informáticas, así como las diferencias en la cultura laboral entre América Latina y los Estados Unidos. Por ejemplo, en México es aceptable llegar 15 minutos tarde al trabajo, pero en los Estados Unidos eso puede ser motivo de despido, explicó Juárez-Denis. En las culturas latinoamericanas, la gente se saluda con un abrazo y un beso, pero en los Estados Unidos, ese no es el modo en que los compañeros de trabajo se saludan.
El Centro se enfocó en los sectores de construcción, cuidado infantil y la industria restaurantera porque son tres áreas con una gran necesidad de trabajadores en Colorado, indicó Juárez-Denis. Los inmigrantes en los grupos de capacitación laboral tienen un gestor de casos que se asegura de que puedan asistir a clases cuatro días a la semana y completar el proceso de autorización de trabajo.
“No lo han dado por sentado”, dijo Juárez-Denis. “Ellos dicen, ‘Nunca imaginé que me iban a tratar con esta dignidad’”.
Metropolitan State planea realizar una mini-feria de empleo para los inmigrantes de su programa culinario, con el objetivo de conectarlos con trabajos en la industria restaurantera. La universidad aprovechará su red de empleadores en el sector de la hospitalidad y ofrecerá un taller de redacción de currículum.
“Teníamos un mandato muy claro desde el principio que se trataba de lograr empleo en estas áreas de alta demanda, como todos los restaurantes en Denver que piden a gritos talento culinario”, dijo Lynn Minnaert, decana de la escuela de hospitalidad de la Universidad Estatal Metropolitana. “El éxito de este programa estará en si las personas consiguen empleo, no sólo en si lo completan.
Andres Goenaga, quien trabajaba como guardia de seguridad en su país natal, Colombia, y llegó a Denver en marzo con su esposa y dos hijos, imagina un futuro en el que lleva un gorro de chef en su trabajo y comparte la belleza y el sabor de la cocina sudamericana con la gente de Denver.
“Siempre quise estudiar artes culinarias”, dijo durante su clase de seguridad alimentaria en la universidad metropolitana. “Me encanta”.
Type of Story: News
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