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«Los fundamentos de nuestra política exterior no cambiaron de la noche a la mañana»: cómo Estonia se preparó para Trump – El Grand Continent

Autor: anainesfernandez
Autor
Ramona Bloj
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Trump es ahora el presidente electo de Estados Unidos. ¿Cuál es el estado de ánimo en Estonia?

Tranquilo.

¿Preveían este escenario?

Siempre estamos preparados para afrontar cualquier escenario. En un sistema político como el de Estados Unidos, donde se elige entre dos candidatos, cada aliado mantiene amplias relaciones con las fuerzas políticas de ambos partidos, estén en el poder o en la oposición.

Esta vez es un poco diferente: Trump ya fue presidente. Mantuvimos amplias relaciones con su administración durante sus cuatro años de mandato, y como la elección estaba destinada a ser muy reñida, nosotros, como cualquier otro país del mundo, nos preparamos lo mejor que pudimos.

¿Qué significará concretamente este segundo mandato para Estonia?

Los fundamentos de la política exterior estonia no han cambiado de la noche a la mañana.

Putin no ha cambiado sus objetivos. Sigue librando una guerra de agresión con el objetivo de controlar toda Ucrania y crear una zona colchón en Europa, haciendo retroceder las actividades militares de la OTAN a las fronteras anteriores a 1997, lo que constituye una cuestión existencial para nosotros.

En segundo lugar, los objetivos que hemos perseguido desde el principio, a saber, el establecimiento de una paz duradera en Europa, que sólo puede basarse en los principios de integridad territorial, soberanía y la idea de que el crimen de agresión no debe beneficiar al agresor, no han cambiado.

Lo que tampoco ha cambiado es que debemos seguir aumentando el costo de la agresión para Rusia y apoyar a Ucrania, tanto material, civil y militarmente, como políticamente, en el camino hacia la adhesión a la OTAN y a la Unión Europea.

Los fundamentos de la política exterior estonia no cambiaron de la noche a la mañana.

Jonatan Vseviov

Tampoco ha cambiado la necesidad de una alianza transatlántica fuerte y operativa para lograr una paz justa y duradera en Europa y proteger nuestros intereses en un mundo cada vez más inestable. Pero para que esta relación funcione, necesitamos una Europa más segura de sí misma, capaz de valerse por sus propios medios, gestionar sus propios asuntos y garantizar la seguridad en su vecindad inmediata. Esto ya era cierto antes de las elecciones estadounidenses: necesitamos invertir más en nuestra defensa que el umbral mínimo acordado del 2%.

Teniendo todo esto en cuenta, las prioridades y la determinación de Estonia en las cuestiones en las que hemos estado trabajando durante los últimos años siguen siendo exactamente las mismas.

Si yo fuera británico, diría: «Keep calm, and carry on».

Retrato de un mundo roto

Bajo la dirección de Giuliano da Empoli.

Con contribuciones de Josep Borrell, Lea Ypi, Niall Ferguson, Timothy Garton Ash, Anu Bradford, Jean-Yves Dormagen, Aude Darnal, Branko Milanović, Julia Cagé, Vladislav Surkov o Isabella Weber.

Es muy probable que los Estados miembros se apresuren a ir a Estados Unidos para concluir acuerdos bilaterales de seguridad. ¿No corre esto el riesgo de comprometer la necesaria decisión que tenemos que tomar en Europa?

Correr a Washington es un procedimiento habitual de los gobiernos europeos.

Hace cuatro años también nos apresuramos todo lo que pudimos, aunque la situación se retrasó un poco por la pandemia de Covid.

Es normal que los países intenten restablecer el contacto con los que llegan, manteniendo al mismo tiempo los vínculos con la administración de turno.

El presidente Biden entrará al cargo hasta el 20 de enero. Todavía es mucho tiempo y pueden pasar muchas cosas.

A la vista de las anteriores declaraciones de Trump sobre Ucrania, ¿cree que sería posible obligar a Ucrania a firmar un acuerdo de paz en el que tuviera que renunciar a los territorios actualmente ocupados por Rusia?

Nuestra posición ha sido clara desde el comienzo de la guerra: nada sobre Ucrania sin Ucrania; nada sobre Europa sin Europa.

Los parámetros de la paz tras esta guerra tendrán un impacto fundamental en los elementos más esenciales de la seguridad europea. Se trata de un interés vital para la Unión y, por supuesto, para Ucrania.

La época en que las grandes potencias se repartían los continentes en detrimento de los países más pequeños ha terminado. Debe haber terminado, porque no lograremos una paz justa y duradera utilizando la misma receta que Chamberlain y otros utilizaron en Munich.

Putin no ha cambiado.

Jonatan Vseviov

Para nosotros, ninguno de los principios fundamentales ha cambiado. Nadie va a obligar a nadie a hacer nada. Habrá un cambio en la política exterior estadounidense: las elecciones tienen consecuencias. Las políticas de la administración de Biden no se parecían a la presidencia de Trump que la precedió, y la segunda presidencia de Trump no se parecerá a los años de Biden.

Vamos a analizar cuáles son las prioridades del pueblo estadounidense y cómo quiere abordar estas cuestiones fundamentales. No basaremos nuestras posiciones en suposiciones que podamos tener hoy, casi tres meses antes de que el nuevo presidente tome realmente posesión. Las basaremos en las realidades actuales.

¿Ha hecho Europa todo lo que debía para ayudar a Ucrania?

No hemos hecho lo suficiente, y no lo hemos hecho lo suficientemente rápido, porque lo único que cuenta en una guerra es el resultado. Hasta que no hayamos convencido a Putin de que se retire, no podremos considerar que nuestra política ha sido un éxito.

Putin no ha cambiado. Su plan inicial de tomar Kiev en unas semanas y luego negociar con otras grandes potencias desde una posición de fuerza no se ha materializado, pero no ha cambiado de objetivo. Considerar nuestra política un gran éxito sería sencillamente poco realista.

Desde febrero de 2022, Europa ha tomado medidas enérgicas, pero no lo bastante decisivas. ¿Qué opina del compromiso tácito de apoyar a Kiev para que se defienda sin dejar que gane?

El vaso está medio lleno y medio vacío. No sería justo decir que no hemos conseguido cosas esenciales. El funcionamiento actual de la Unión es fundamentalmente distinto del que cualquiera podría haber imaginado hace cinco años: proporcionamos ayuda militar letal, hemos adoptado 14 paquetes de sanciones diferentes, hemos abierto negociaciones de adhesión… y podría seguir.

Pero el único criterio que cuenta es si hemos sido capaces o no de convencer a las tropas rusas de que abandonen Ucrania. No lo hemos conseguido.

¿Por qué?

Es propio de la naturaleza humana esperar lo mejor para no tomar el camino más difícil antes de que sea inevitablemente necesario. Tendemos a preferir cualquier solución fácil a la difícil siempre que el problema no afecte directa e inmediatamente a nuestros propios intereses.

Sólo cuando la gente comprenda que el costo de no actuar es mayor que el de actuar  estará dispuesta a hacerlo.

Nuestra posición ha sido clara desde el comienzo de la guerra: nada sobre Ucrania sin Ucrania; nada sobre Europa sin Europa.

Jonatan Vseviov

Por poner un ejemplo, ninguna persona razonable se sometería voluntariamente a una operación para extirparse el apéndice si no creyera en el diagnóstico del médico de un resultado aún peor sin la operación. La razón por la que la gente opta voluntariamente por procedimientos médicos difíciles es que entiende que la alternativa es mucho peor y confía en la pericia del médico.

Aquí es donde entra en juego el liderazgo. El papel del líder no es sólo tomar las decisiones correctas —sobre todo en las democracias—, sino también comprender y explicar cuál es la alternativa a la acción.

Tenemos que explicar mejor lo que está en juego y por qué una guerra que puede parecer geográficamente remota para algunos, es de vital importancia para nosotros como europeos, no sólo hoy, sino mañana y pasado mañana.

La razón por la que muchos países de Europa Central y Oriental han sido más rápidos en actuar y han tenido un mayor sentido de la urgencia no se debe a su proximidad geográfica a la guerra, sino a que los desastres del siglo XX son allí un recuerdo más reciente.

En Europa Occidental, el mundo de posguerra basado en el Estado de derecho, la democracia y la seguridad común bajo la égida de la OTAN y la Unión Europea surgió al final de la Segunda Guerra Mundial. En estos países, varias generaciones se han beneficiado de una historia europea que, para nosotros, sólo fue posible después de 1991 y 1994, año en que los rusos retiraron sus fuerzas militares. A diferencia de los que fueron liberados en 1944 o 1945, los estonios se vieron directamente afectados por las desastrosas decisiones tomadas en Munich en 1938 y por la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de los años noventa.

¿Confirma el resultado de las elecciones estadounidenses la posición de Orbán sobre Ucrania?

Las elecciones en un país nunca validan las posiciones en otros países. Al final, sólo la historia valida las posiciones.

Si Estados Unidos deja de apoyar a Ucrania, ¿tienen los Estados miembros capacidad para tomar el relevo?

Estonia está del lado de los que ven más urgente la situación, tanto en términos de sanciones como de ayuda militar, pero también políticamente: tenemos que ayudar a Ucrania a acercarse a la OTAN y a la Unión. Queremos avanzar más rápido. En general, creo que vamos por buen camino. Lo que me preocupa es el ritmo al que vamos.

Las elecciones en un país nunca validan las posiciones en otros países. Al final, sólo la historia valida las posiciones.

Jonatan Vseviov

Evidentemente, es mucho más fácil tratar los grandes problemas de seguridad del mundo cuando Europa y Estados Unidos actúan juntos. Esto es cierto en el caso de la actual guerra en Europa. Lo mismo puede decirse de cualquier situación en Asia Oriental. Preferimos seguir trabajando con Estados Unidos. El reparto equitativo de las cargas es una palabra clave que volverá a ponerse de moda.

Nuestro gasto en defensa ronda el 3% del PIB. Pediremos a nuestros aliados de la OTAN que aumenten el objetivo actual del 2% a un nivel superior de al menos el 2.5%, que es justo para quienes tienen que vivir al lado de la fuente de peligro y ya están gastando más.

Esa es nuestra preferencia. Pero debemos garantizar nuestros intereses vitales, sea cual sea la situación. Si eso no ocurre, veremos qué podemos hacer.

¿Cuánto costaría defender Europa si la alianza transatlántica dejara de funcionar?

Mucho más de lo que creemos hoy. Pero lo mismo se aplica a todos los demás países aliados: defender nuestros intereses vitales en un mundo roto, sin aliados, será más caro que defenderlos con aliados.

Esto se aplica a Europa, Canadá, Turquía y Estados Unidos.

¿Puede Europa aumentar su gasto en defensa hasta el 4 o el 5% en el contexto presupuestario actual?

Llegar al 4 o 5% es un gran salto. Creo que empezaremos con un 2.5 o 3% como nuevo punto de referencia.

La única manera de aumentar los gastos de defensa es reasignar recursos dentro del gobierno o reasignar recursos dentro de la sociedad. Es una cuestión de prioridades.

La forma más fácil de destruir un Estado de bienestar es perder una guerra.

Jonatan Vseviov

En estos tiempos de intensas turbulencias y crisis, el objetivo del 2%, fijado hace décadas, ya no es pertinente. Era un buen objetivo en las décadas de 1990 y 2000, cuando el mundo parecía estable. Hoy tenemos una guerra en suelo europeo. Si miramos a nuestro alrededor, desafío a cualquiera a que señale una región que ofrezca fuentes de tranquilidad.

Tendremos éxito reorganizando las prioridades. Corresponderá a cada gobierno decidir cómo lograrlo. Gastamos el 3% de nuestro PIB en defensa. Si nosotros podemos hacerlo, otros también pueden.

¿Puede Europa aumentar su gasto en defensa y mantener al mismo tiempo su modelo de Estado de bienestar?

Estoy absolutamente convencido de que si perdemos la arquitectura de seguridad europea, el Estado de bienestar desaparecerá. La forma más fácil de destruir un Estado de bienestar es perder una guerra.

¿La reelección de Trump puede ser una llamada de atención para Europa?

Cada día ofrece nuevas oportunidades. Si los europeos aún necesitamos una excusa para despertarnos, utilicemos la victoria de Trump.

Escucho a la gente decir que la guerra en Ucrania fue la llamada de atención que necesitábamos: la primera guerra de agresión dirigida a la conquista territorial en nuestro continente desde 1945.

Yo estoy bien despierto. La mayoría de las personas con las que he hablado parecen estarlo también. La cuestión es: ¿cómo y qué hacemos ahora?

¿Cuáles deben ser nuestras prioridades para los próximos cinco años?

Nuestras propuestas son claras.

La lista de retos a los que se enfrenta Europa es considerable: gestionar las relaciones con Medio Oriente, con las potencias mundiales emergentes de Asia y África, responder a retos globales que van desde el cambio climático al terrorismo internacional, sin olvidar a la siempre presente Rusia a nuestras puertas.

El gasto en defensa debe encabezar la lista. Tenemos que mostrar ambición geopolítica y comprender que la ampliación de la OTAN y de la Unión Europea no sólo redunda en interés del país que se adhiere, sino también en el interés geopolítico de construir estabilidad y seguridad para el resto de los europeos. Para ello será necesaria la unidad estratégica.

Cada día trae nuevas oportunidades. Si los europeos aún necesitamos una excusa para despertarnos, utilicemos la victoria de Trump.

Jonatan Vseviov

Mantener una estrecha relación transatlántica, también en términos comerciales, debe ser una prioridad absoluta, al tiempo que nos aseguramos de ser competitivos en un mundo cada vez más competitivo. Europa es una de las regiones más ricas, pero eso no garantiza que lo siga siendo dentro de 50 años, en la era de la revolución tecnológica. Tenemos que seguir el ritmo de los demás e ir incluso más rápido.

En última instancia, la lista de retos es la misma, tanto si tenemos éxito como si fracasamos en Ucrania. Siempre tendremos que gestionar nuestras relaciones con Rusia. Tendremos un país que reconstruir: Ucrania.

Si tenemos éxito en Ucrania, nos enfrentaremos a los demás retos desde una posición de fuerza. Si fracasamos y dejamos que Ucrania se hunda, nos enfrentaremos a la misma lista de retos, pero desde una posición de debilidad.

Si la Unión fracasa en Ucrania, ¿cómo serán sus relaciones con Rusia?

Extremadamente hostiles y peligrosas. Rusia no ha cambiado su doble objetivo de tomar el control de toda Ucrania. Considera que la conquista del país es geopolíticamente vital para su idea de un imperio ruso.

En segundo lugar, Moscú quiere hacer retroceder la arquitectura de seguridad europea a sus fronteras anteriores a 1997. Una Rusia victoriosa no cambiará de opinión ni se volverá más modesta.

La relación sería extremadamente peligrosa, no sólo en los ámbitos tradicionales de competencia, sino también en el de las amenazas híbridas y cibernéticas, con todo tipo de injerencias, por ejemplo en nuestras elecciones.

El informe Draghi aboga por una financiación conjunta a nivel europeo. ¿Está de acuerdo?

En el contexto más amplio del informe Draghi, la idea es bienvenida. Es el tipo de pensamiento que necesitamos: ambicioso y audaz. Que estemos o no de acuerdo en todos los matices de lo que ha propuesto es menos importante.

El informe nos insta a pensar a lo grande, geopolítica y macroeconómicamente. Necesitamos reforzar nuestra confianza en nosotros mismos cuando se trata de nuestras relaciones con el resto del mundo.

La Unión Europea impuso aranceles a los coches eléctricos chinos, y es probable que con Trump en la Casa Blanca, la política de la Unión hacia China se vea sometida a presión. ¿Cree que Europa está preparada para adoptar una postura más firme hacia China?

Europa ve a China como un socio, un competidor económico y un rival sistémico. Estos son los tres pilares de nuestro enfoque.

Europa está empezando a afirmarse y eso se refleja en sus decisiones, no sólo en la esfera política, sino también en sus relaciones comerciales.

No estoy seguro de que sea apropiado describir esta evolución diciendo que nos hemos vuelto más duros. De hecho, nos hemos vuelto más geopolíticos cuando se trata de proteger nuestros propios intereses. Los aranceles a los coches eléctricos procedentes de China son sólo un ejemplo.

Esta ingenua expectativa de que todo el mundo está dispuesto a seguir las reglas del juego ya no es una característica de Europa, y eso es bueno. Es una señal de que nos estamos dando cuenta de que los demás no respetan las reglas y de que estamos tomando medidas para defender nuestros propios intereses.

Mis sugerencias son sencillas: que no cunda el pánico, no hay que hiperventilar, hay que despertarse y ponerse a trabajar.

Jonatan Vseviov

¿Qué debemos hacer si Estados Unidos se muestra más ambiguo sobre el artículo 5?

No espero que Estados Unidos se vuelva ambiguo sobre la defensa colectiva.

Paradójicamente, para mantener a los norteamericanos comprometidos con la alianza transatlántica, Europa tiene que hacer exactamente lo que tendría que hacer si los norteamericanos realmente se desvincularan: invertir mucho más en defensa, seguir siendo autónoma y segura de sí misma en el terreno geopolítico.

No estoy tan preocupado como algunos analistas, y no porque no vea necesariamente los peligros que nos rodean. El mundo es cada día más peligroso y la guerra en Europa continúa. Estamos en una situación muy difícil. Si estoy confiado y tranquilo, es porque las cosas que tenemos que hacer son las que tenemos que hacer de todos modos.

Mi sugerencia es sencilla: que no cunda el pánico, no hay que hiperventilar —hay que despertarse y ponerse a trabajar—.

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