Los comienzos de año son más que un cambio de calendario; son una oportunidad para detenernos y reflexionar sobre cómo hemos vivido los últimos 12 meses.
Este periodo es ideal para evaluar nuestra salud física, emocional y mental, establecer nuevos objetivos y trazar un plan para mejorar nuestra calidad de vida.
Entre los propósitos más comunes que solemos plantearnos están perder peso, hacer más ejercicio y cuidar nuestra alimentación. Sin embargo, de todos ellos, el que más impacto tiene en nuestra salud integral es, sin duda, el último: la alimentación.
Cuidar lo que comemos no solo tiene un impacto directo en nuestra apariencia física, sino también en nuestro bienestar general y en la prevención de enfermedades a largo plazo.
Comer bien no es una simple moda o un lujo; es una inversión diaria en nuestra salud y en el correcto funcionamiento de un cuerpo que, día tras día, se desgasta de manera natural.
Alimentación como pilar de la salud
Los nutricionistas y expertos en dietética juegan un papel crucial al ayudarnos a entender la importancia de una buena alimentación.
Gracias a su divulgación, ya sea en redes sociales, medios de comunicación o consultas especializadas, tenemos acceso a información clave para tomar mejores decisiones alimenticias.
Elegir los alimentos correctos no solo impacta nuestra salud física, sino también nuestra salud mental. Por ejemplo, una dieta equilibrada puede contribuir a mejorar la memoria, la concentración y el estado de ánimo.
La alimentación saludable no se trata únicamente de perder peso, sino de mantener el equilibrio en el cuerpo para prevenir enfermedades y potenciar nuestro rendimiento diario.
¿Qué debemos eliminar de nuestra dieta?
Como bien señala Pablo Ojeda, un destacado nutricionista, hay productos que debemos evitar por completo. Uno de los mayores culpables de problemas de salud actuales son los refrescos azucarados, que están asociados con enfermedades como la diabetes tipo 2, la obesidad y hasta 13 tipos de cáncer.
Ojeda enfatiza especialmente el impacto de los refrescos energéticos, que representan una bomba de azúcar y químicos para nuestro organismo.
Eliminar estos productos del carrito del supermercado es un paso fundamental para empezar a cuidarnos. Además, Ojeda recuerda que el exceso de azúcar no solo impacta físicamente, sino que también puede influir en problemas de salud mental, como la depresión, debido a su relación con los picos y caídas de energía.
Alimentos que debemos incorporar
Por otro lado, hay alimentos que, al incluirlos en nuestra dieta, generan un impacto positivo en la salud. Según Ojeda, productos como el caqui son joyas nutricionales que no reciben el reconocimiento que merecen.
Esta fruta, además de ser baja en calorías, es rica en vitaminas del grupo B y muy saciante, lo que la convierte en una excelente opción para quienes buscan un snack saludable.
El plátano es otro alimento con mala reputación que merece ser reivindicado. A pesar de su sabor dulce, está compuesto mayormente por agua y contiene nutrientes como el potasio, fibra y una cantidad moderada de calorías, lo que lo hace ideal para deportistas y para mantener los niveles de glucosa estables.
Ojeda también resalta los beneficios de alimentos antioxidantes como el ajo, la cebolla y los espárragos, que no solo mejoran la flora bacteriana, sino que también favorecen la concentración, la memoria y el estado anímico.
Alimentos fermentados
En el ámbito de los productos fermentados, encontramos opciones como el kéfir, el chucrut y la kombucha, cada vez más populares por su contribución a la salud intestinal.
Estos alimentos promueven una flora bacteriana saludable, que a su vez tiene una conexión directa con nuestro cerebro y nuestras emociones.
Estudios han demostrado que las personas con una dieta rica en productos fermentados y balanceada tienden a experimentar menores niveles de depresión y mayor bienestar general.