El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, se ha convertido en el gran blanco de la ira de la oposición demócrata, que pide su cabeza por el escándalo en torno a la discusión de altos cargos de la Administración Trump en una aplicación de mensajería sobre los planes para bombardear posiciones de los rebeldes hutíes en Yemen el pasado día 15. Otro participante, el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, creó el grupo y añadió sin darse cuenta al periodista Jeffrey Goldberg, de la revista The Atlantic, pero Hegseth, antiguo presentador de la cadena Fox News, que se encuentra de gira por la región de Asia-Pacífico, incluyó en el hilo del grupo detalles sobre los ataques. Entre ellos, los minutos exactos en que estaban previstos los bombardeos, el tipo de aviones que iban a participar y los misiles que iban a emplear.
El jefe del Pentágono, arropado por la Casa Blanca y el Gobierno en pleno, asegura que los datos que compartió podían ser sensibles, pero no eran información clasificada. “No eran planes de guerra. No contenían información sobre unidades, sobre lugares, rutas, nada de rutas aéreas, ni fuentes, ni métodos”, defendió Hegseth en una declaración a la prensa este miércoles desde Honolulu (Hawái), la primera parada de su gira. Desde el Despacho Oval, el presidente Donald Trump restaba importancia a las arremetidas contra su muy leal secretario de Defensa: “es todo una caza de brujas”, sostenía.
Pero otros expertos insisten en que información del tipo que se filtró en la conversación era, por su propia naturaleza, clasificada. Sobre todo dado que se divulgó en el grupo dos horas antes del ataque, tiempo suficiente para que, de haber caído en manos del grupo rebelde, los hutíes hubieran podido proteger sus objetivos y atacar a su vez a los aviones estadounidenses, con el consiguiente riesgo para sus pilotos.
El hecho de que se comunicara en un chat de una aplicación al alcance de cualquiera se sumaba al riesgo: un gobierno hostil bien podría infiltrar la app o el teléfono donde estuviera instalada para acceder a la información. La aplicación, además, permite borrar mensajes automáticamente al cabo de una serie de días, lo que puede esquivar la obligación legal de que las comunicaciones del Gobierno queden archivadas para la posteridad.
El texto de Hegseth comienza: “HORA AHORA (1144 et): Climatología FAVORABLE. Acabo de CONFIRMAR con el COMANDO CENTRAL que hay LUZ VERDE para lanzar la misión”. Y continúa: “1215et LANZADOS F-18 (primer paquete de ataque)”
“- 1345: Se abre la ventana del primer ataque de los F-18 (el objetivo terrorista está @su localización conocida, así que DEBERÍA SER PUNTUAL- también, lanzamiento de drones de ataque (MQ-9s)”
Lo que divulgó Hegseth “son planes operativos altamente clasificados para proteger a los soldados”, ha declarado un mando militar citado bajo la condición del anonimato a la cadena de televisión CNN. “Se puede decir que cualquier persona en las Fuerzas Armadas habría sido juzgado en un tribunal marcial por [hacer] algo así”. Y agregó: “Nosotros no aportamos tal nivel de información en sistemas no clasificados, para proteger las vidas y la seguridad de los militares que ejecutan estos bombardeos. Si lo hiciéramos, sería una irresponsabilidad. Mis analistas más bisoños saben que no tienen que hacerlo”.
Las afirmaciones de que esa información no estaba clasificada —incluso que el propio Hegseth fue quien decidió que no lo estuviera— desencadenaron este miércoles la ira de los legisladores demócratas en una audiencia prevista con anterioridad del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes para analizar los riesgos globales, y donde comparecieron como testigos dos de los participantes en el chat: la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, y el director de la CIA, John Ratcliffe. Este último reconoció el martes, en una sesión similar en el Senado, que una “deliberación previa a la decisión sobre los ataques se hubiera debido llevar a cabo a través de los canales clasificados habilitados”.
Rendición de cuentas
“La información clasificada lo está por una razón. El secretario Hegseth compartió abiertamente materiales clasificados en un canal sin la seguridad debida que potencialmente puso en peligro a miembros de las Fuerzas Armadas. Y después mintió sobre ello. Debería dimitir”, escribió el congresista Raja Krishnamoorthi, de Illinois, en un mensaje en la red social X tras la audiencia. En términos similares se expresó su compañero de bancada Jason Crow, de Colorado, durante la sesión. “Es completamente escandaloso para mí que los cargos de la Administración se presenten ante nosotros hoy [por el martes] con toda impunidad y sin ninguna aceptación de su responsabilidad”, sostuvo. El jefe del Pentágono, en opinión de Crow, “debe dimitir de inmediato. No puede haber componendas, no puede haber correcciones hasta que no haya una rendición de cuentas”.
Un grupo de 16 congresistas demócratas ha exigido al presidente del comité de las Fuerzas Armadas, Mike Rogers, que convoque urgentemente a Hegseth para declarar ante este organismo. “Creemos que hay una notable urgencia en la situación, dada la gravedad de las cuestiones planteadas por los acontecimientos”, indica la carta suscrita por los congresistas. “Por tanto, pedimos que convoque esta audiencia lo antes posible en el próximo periodo de sesiones de tres semanas”.
Hegseth, quizá uno de los miembros del Gobierno de Trump que ha acatado las posiciones de su presidente de manera más extrema, ha sido desde antes de su confirmación en el cargo uno de los grandes objetivos de la oposición demócrata. El antiguo presentador, que desde su llegada al Pentágono ha desmantelado con entusiasmo las políticas de inclusión y fomento de la diversidad que imperaron en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, recibió el visto bueno del Senado para ocupar su puesto por la mínima: toda la bancada demócrata, y dos senadores republicanos, votaron contra él, lo que generó un empate de cincuenta votos obligó al vicepresidente a desplazarse al Capitolio para emitir el voto decisivo a favor del veterano de guerra. Fue la segunda vez en la historia en que era necesario el voto de desempate del vicepresidente para nombrar a un ministro en un Gobierno estadounidense.
El escándalo ha generado un fuerte malestar también en el Senado, donde Gabbard y Ratcliffe comparecieron el martes. El presidente del comité de Servicios Armados, el republicano Roger Wicker, declaró este miércoles que él y el demócrata de mayor rango de esa comisión, Jack Reed, pedirán formalmente al Gobierno un informe sobre el uso de Signal.
El portavoz del Pentágono Sean Parnell ha reconocido este miércoles que Hegseth compartió información sobre los ataques en Yemen mientras transcurría la operación, pero negó que fuera clasificada. “Estos mensajes adicionales de Signal confirman que no se compartieron materiales clasificados o planes de guerra. El secretario solamente estaba actualizando al grupo sobre un plan en marcha y del que ya se había informado a través de los canales oficiales”.