Nada de lo que los vecinos y aliados de EE. UU. hicieron para evitar los aranceles a automóviles y repuestos automotrices fue suficiente. El gravamen del 25 por ciento entrará en vigor el 3 de abril.

México desplegó miles de soldados de la Guardia Nacional en la frontera para disuadir a los migrantes de llegar a Estados Unidos. Corea del Sur dijo que invertiría 21.000 millones de dólares en ampliar la industria manufacturera estadounidense. Funcionarios japoneses viajaron a Washington y ofrecieron invertir 1 billón de dólares en Estados Unidos y comprar más gas natural estadounidense.
Nada de eso fue suficiente para evitar que una de las mayores preocupaciones arancelarias de esos países se hiciera realidad el miércoles, cuando el presidente Donald Trump declaró que los automóviles y repuestos automotrices importados a Estados Unidos se enfrentarían a un arancel del 25 por ciento a partir del 3 de abril.
México, Japón y Corea del Sur, junto con Canadá, representan alrededor del 75 por ciento de las importaciones de vehículos a Estados Unidos. Además de las exportaciones directas, los fabricantes de automóviles japoneses y surcoreanos también fabrican en México y Canadá muchos de los vehículos que acaban llegando al mercado estadounidense, por lo que están especialmente expuestos a los aranceles.
Los aranceles también afectarán a Europa, en particular a Alemania, cuyos tres mayores fabricantes de automóviles representan casi tres cuartas partes de las exportaciones de automóviles de la Unión Europea a Estados Unidos.
A corto plazo, se espera que los nuevos aranceles de Trump alteren las operaciones de producción de los fabricantes de automóviles extranjeros y afecten sus ganancias.
Las acciones de las empresas japonesas Toyota Motor, Honda Motor y Nissan Motor cayeron alrededor de un 2 por ciento en las operaciones asiáticas del jueves. Las acciones de las surcoreanas Hyundai Motor y Kia, así como de Mazda Motor y Subaru —dos fabricantes japoneses más pequeños que dependen especialmente de las ventas estadounidenses— cayeron entre un 3 y un 6 por ciento.
Las acciones de la alemana Volkswagen, el mayor fabricante de automóviles de Europa, cayeron un 1,5 por ciento. Otros fabricantes de automóviles alemanes, como Mercedes-Benz y BMW, cayeron entre un 2 y un 3 por ciento en las operaciones europeas.
Sin embargo, si los aranceles se prolongan —o incluso se vuelven permanentes, como ha dicho Trump—, es probable que tengan efectos perjudiciales y de gran alcance en las economías de los vecinos norteamericanos y aliados clave en Europa y Asia de Estados Unidos.
Para Japón y Corea del Sur, los automóviles son la principal exportación a Estados Unidos. México, además de automóviles, produce cada año repuestos automotrices por valor de decenas de miles de millones de dólares que se exportan a su vecino del norte. En Canadá, la fabricación de automóviles y de repuestos son la segunda mayor exportación del país en valor. El año pasado, los envíos de los fabricantes europeos de automóviles a través del Atlántico ascendieron a más de 40.000 millones de dólares.
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Para los países más afectados por los aranceles de Trump, los economistas advirtieron que los nuevos impuestos sobre los automóviles podrían frenar significativamente el crecimiento económico este año. A largo plazo, los aranceles podrían provocar una reducción de la producción nacional en países cuya base industrial depende en gran medida de los fabricantes de automóviles y de sus cadenas de suministro.
En los últimos años, los fabricantes japoneses y surcoreanos de automóviles, así como las marcas europeas —que representan el 18 por ciento de las importaciones de automóviles a Estados Unidos—, se han vuelto cada vez más dependientes del mercado estadounidense. En parte, eso se debe al estancamiento de la demanda en sus países de origen, pero también a que se enfrentan a una mayor competencia de los competidores locales en China, el mayor mercado automovilístico del mundo.
Esta dinámica ayuda a explicar por qué algunos de los países lucharon de manera intensa para intentar conseguir exenciones de los aranceles.
Funcionarios y grupos de presión japoneses han defendido sus argumentos en Washington, destacando las cuantiosas inversiones japonesas en Estados Unidos y advirtiendo que los aranceles elevarían los precios para los consumidores estadounidenses. En una reunión con Trump el mes pasado, el primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, dijo que su país buscaría aumentar la inversión en Estados Unidos hasta cerca de 1 billón de dólares, comprando más productos como el gas natural licuado estadounidense.
En México, las autoridades desplegaron unos 10.000 soldados de la Guardia Nacional en la frontera entre Estados Unidos y México en respuesta a las persistentes críticas de Trump sobre la migración ilegal hacia Estados Unidos. También entregaron a Estados Unidos a decenas de altos cargos de cárteles y trabajaron para tomar medidas enérgicas contra la producción de fentanilo.
Hyundai, de Corea del Sur, dijo a principios de esta semana que invertiría 21.000 millones de dólares en ampliar la fabricación estadounidense. Después de que Trump elogiara el anuncio como una señal de que sus políticas estaban funcionando para crear más puestos de trabajo en Estados Unidos, muchos en la industria esperaban ver si la promesa de Hyundai influiría en el cálculo arancelario del presidente.
Parece que no ha sido así.
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Peter Navarro, asesor principal del presidente en materia de comercio y fabricación, señaló a Japón, Corea del Sur y Alemania, cuando habló con los periodistas el miércoles. Dijo que esos países habían socavado la capacidad de las empresas estadounidenses para vender sus automóviles en el extranjero.
Las marcas japonesas enviaron 1,37 millones de vehículos a Estados Unidos el año pasado, mientras que los fabricantes surcoreanos exportaron 1,43 millones. Además, 821.000 vehículos ligeros vendidos en Estados Unidos el año pasado fueron ensamblados en la Unión Europea, según JATO, una empresa de investigación. Por el contrario, los fabricantes de automóviles estadounidenses tienen una presencia mínima en Japón, Corea del Sur y Alemania, una realidad que ha irritado a Trump desde su primer mandato como presidente.
Sin embargo, los funcionarios extranjeros, que se sentían dispuestos a negociar con el gobierno de Trump, se quedaron atónitos ante el anuncio del miércoles.
“Japón ha realizado importantes inversiones en Estados Unidos y ha creado un número significativo de puestos de trabajo. No hacemos esto con todos los países”, dijo Ishiba, primer ministro japonés, durante una reunión en el Parlamento. Dijo que estaba “solicitando firmemente” que no se aplicara a Japón el arancel del 25 por ciento sobre las importaciones de automóviles.
Aunque los funcionarios canadienses han estado en contacto con sus homólogos estadounidenses desde la elección de Trump en noviembre, Canadá no recibió ningún aviso previo ni detalles del anuncio del presidente. “Se trata de un ataque directo”, dijo Mark Carney, primer ministro canadiense, en un acto de campaña.
En México, Francisco González, director ejecutivo de la Industria Nacional de Autopartes, A.C. del país, dijo que estaba conmocionado por el anuncio de los aranceles. Previamente esta semana, el embajador entrante de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, había dicho a Trump que se sentía “animado” por el aumento del apoyo que había observado por parte del gobierno mexicano.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dijo que el bloque continuaría sus esfuerzos para negociar con el gobierno de Trump “salvaguardando sus intereses económicos”.
La organización que representa a los fabricantes de automóviles alemanes dijo que los aranceles serían “una señal funesta para el comercio libre y basado en normas” que tendrá “consecuencias negativas especialmente para los consumidores, incluso en Norteamérica”.
Por ahora, a las empresas y a los funcionarios les queda considerar sus opciones e idear nuevos planes.
En Canadá, Carney había prometido ayuda para los trabajadores y las industrias relacionadas con el automóvil si Trump seguía adelante con los aranceles, incluido un fondo de 2000 millones de dólares canadienses (1400 millones de dólares estadounidenses) para reformar el sector de cara a un futuro sin Estados Unidos.
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Varias empresas automovilísticas de Asia han tratado de acelerar los envíos a Estados Unidos antes de que entren en vigor los aranceles con los que Trump amenazaba. Esos fabricantes de automóviles también están iniciando los preparativos para aumentar la producción en la medida de lo posible en las plantas de fabricación que operan dentro de Estados Unidos.
Sin embargo, Michael Robinet, vicepresidente del proveedor de inteligencia automovilística S&P Global Mobility, dijo que pocos fabricantes de automóviles fuera de las tres grandes marcas estadounidenses —General Motors, Ford Motor y Stellantis— tienen capacidad para un exceso de producción en Estados Unidos. Eso significa que si quieren fabricar más vehículos, tendrían que construir nuevas fábricas, lo que llevaría años.
Por ahora, dijo Robinet, los aranceles significarían caos para los fabricantes de automóviles y precios más altos para los consumidores en Estados Unidos.
“Algunos miembros del gobierno creen que los fabricantes de automóviles simplemente absorberán los costos añadidos”, dijo Robinet. Sin embargo, los márgenes de los fabricantes de automóviles no están preparados para soportar esa carga, dijo. “Los precios de los vehículos subirán sin duda”, dijo, “solo es cuestión de cómo, cuándo y cuánto”.
Jack Ewing y Eshe Nelson colaboraron con reportería.
River Akira Davis cubre Japón, incluyendo su economía y negocios y vive en Tokio. Más de River Akira Davis
Emiliano Rodríguez Mega es un investigador y reportero del Times en Ciudad de México. Cubre México, Centroamérica y el Caribe. Más de Emiliano Rodríguez Mega
Ian Austen informa sobre Canadá para el Times, y está radicado en Ottawa. Cubre la política, la cultura y la gente de Canadá y ha informado sobre el país durante dos décadas. Puede ser contactado en austen@nytimes.com. Más de Ian Austen
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