La red de albergues para migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México enfrenta su mayor desafío. Tan solo en McAllen, Texas, cerca de 50,000 migrantes recibieron ayuda en 2023 a través del Catholic Charities of the Rio Grande Valley, pero este sistema de apoyo humanitario podría verse amenazado bajo la próxima administración Trump, que los considera un “imán” para la inmigración ilegal.
El dilema de las ciudades fronterizas. Los albergues se han convertido en una pieza fundamental para la gestión migratoria local. El alcalde republicano de McAllen, Javier Villalobos, reconoce abiertamente que su ciudad “se habría perdido sin ellos”, mientras manejan un promedio de 140 migrantes diarios.
Los centros no solo proporcionan alojamiento temporal, sino que también ofrecen servicios esenciales como asesoría legal y ayuda para la obtención de permisos de trabajo, operando con $650 millones en fondos federales.
La política contra la realidad sobre el terreno. El futuro de estos albergues refleja una batalla más amplia sobre la política migratoria estadounidense. Mientras los aliados de Trump, como Tom Homan y Vivek Ramaswamy, señalan a estas organizaciones como parte del “problema”, las autoridades locales, independientemente de su afiliación política, las defienden como una necesidad práctica.
La representante Rochelle Garza advirtió que estos ataques podrían ser el inicio de una “ofensiva mayor contra las organizaciones sin fines de lucro que protegen los derechos civiles”. En español: la tensión entre las necesidades humanitarias locales y la política nacional no deja de crecer.
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