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Lo que unía a don Luis Suárez y a don Dalmacio Negro

Autor: Religion Confidencial
Luis Suárez Fernández.
Luis Suárez Fernández.

Cuando alguien se dedica a la gestión cultural de proyectos públicos de inspiración católica, por ejemplo organizar Congresos, Jornadas, Sesiones de estudio, de investigación, uno de los principales problemas que se encuentra, y que se está agudizando, es el de encontrar ponentes, prescriptores adecuados, sobre todo en determinados ámbitos de la cultura y de la ciencia.  

Con esto no quiero decir que no haya destacados intelectuales católicos hoy en España, incluso artistas y actores. Lo que es cierto es que la paleta no es tan grande como para tocar campanas.

Por cierto, que ya que estamos en el paradigma del encuentro, del diálogo, de los puentes. Si hablamos de esto tampoco parece que haya sobreabundancia de interlocutores de nivel.

No negaré que emerge una generación de intelectuales jóvenes que tienen claras las ideas y que no obvian el sustrato de la fe a la hora de elaborar sus trabajos y proyectos culturales públicos.

Una generación, por cierto, consciente de que ya no está en el marco de una cultura hegemónica católica, lo que implica que los modelos de argumentación, incluso los de preocupación temática, sean nuevos y en no pocas ocasiones originales.

Y también las actitudes, lo que conlleva que, en algunos casos, puedan dar la impresión de una cierta forma aguerrida, vamos, lo que algunos llaman “batalla cultural” que ya sé que levanta ampollas.   

Incluso se están generando unas redes de amistad, al menos de relación intelectual, interesantes, en torno a determinados círculos académicos o institucionales.

Me perdonarán si cito primero los de mi casa, por ejemplo, CEFAS, o el Instituto de Estudios Históricos CEU, que, por cierto, este año dedicado a Franco –¡quién lo diría, a ver quién está obsesionado ahora con Franco!- va a tener no poco trabajo. Lo mismo puedo afirmar de NEOS, de la Universidad Francisco de Vitoria, del Master de Cristianismo y Cultura de la Universidad de Navarra, de la Fundación Pablo VI… sin ánimo aquí de ser exhaustivo.

Quisiera dejar constancia en esta columna de que, en estas últimas semanas, se nos han ido dos pensadores católicos cuya marcha marca un antes y un después en determinados ámbitos intelectuales, incluso universitarios. Dos científicos de reconocimiento mundial. Ambos, referentes de varias generaciones, con núcleos de discípulos importantes.

Lo más relevante que se puede decir de don Luis Suárez y de don Dalmacio Negro es que nos han legado una herencia de publicaciones que han marcado a generaciones y que seguirán marcando las líneas de pensamiento de los jóvenes.

Por cierto, dos intelectuales, católicos hasta la médula de su inspiración existencial, sobre los que no he leído ni a un solo representante de la Iglesia institucional, como se dice ahora, una palabra pública de reconocimiento por su trabajo.

Quizá haya que esperar a algún funeral… En el caso de don Luis Suárez no olvidemos de lo que contribuyó, entre otros motivos, a la Causa de Beatificación de Isabel La Católica.   

Dentro de la abundante bibliografía de ambos, he recuperado, en forma de homenaje y agradecimiento, de mi biblioteca dos trabajos de ambos que tienen un mismo tema.

Don Dalmacio escribió su “Lo que Europa debe al cristianismo” (Unión Editorial) y don Luis “Los creadores de Europa. Benito, Gregorio, Isidoro y Bonifacio” (EUNSA).

Podría añadir más bibliografía de ambos sobre la contribución del catolicismo a España, pero ya se hacen ustedes una idea. 

¿Qué quiere decir esta coincidencia, entre otras cuestiones?

Que un intelectual católico, o un católico que es intelectual, me da lo mismo a estos efectos aunque no sea lo mismo, ofrece con su pensamiento una respuesta a las grandes cuestiones que emergen en un momento determinado.

Una respuesta que está a la altura de esa interpelaciones. Un intelectual católico, ahora que se está reformulando el rol del intelectual en las sociedades post, no se pierde en minucias, en bagatelas, en aminoramientos también eclesiales. Su mirada está siempre en perspectiva de relación fundante.

La del cristianismo y Europa lo fue y lo sigue siendo. Y tanto don Luis y don Dalmacio nos enseñaron ahí mucho.

Vaya por tanto mi agradecimiento personal a ambos y mi oración por su eterno descanso.

                                            José Francisco Serrano Oceja

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