“Educar es enseñar a vivir, y si el ideal de la vida humana es Cristo, la educación debe tener por fin la imitación de Cristo”. Con esa cita de Francisco Blanco Nájera comenzó el octavo Pregón de Exaltación Misionera en el colegio Divino Maestro por Dolores Galán Gallego y expuesto por Juan José Armijo Montesinos. Un manifiesto que dedicó especialmente a su hija por ser “la luz que lo ilumina todo” en los días de tristeza, informa Adrián Claudio. En el acto, el pregonero agradeció a todas las autoridades eclesiásticas y políticas que estuvieron presentes, al igual que puso en valor los vínculos entre la educación y la cofradía, pues “todo comienza y termina en la enseñanza”, señaló. Así, junto con la Hermandad Misionera Jesús Divino Maestro de Jaén, consiguió que un proyecto pastoral cofrade lograse un hueco en el colegio.
Asimismo, enfatizó en la identidad de las cofradías, ya que tienen “objetivos comunes a la Iglesia, pero no iguales en la forma de vivir”, expresó Juan José, quien recordó que la cofradía se caracteriza por representar ese espacio donde forjar relaciones sociales con sus compañeros. En este contexto, contó algunos de los momentos que marcaron su vida en la organización eclesiástica. Igualmente, Juan José Armijo insistió en la necesidad de crear “redes” para compartir valores, como atender a las personas que tienen un problema o preocupación; una red que “proteja de las caídas de la vida” para “cuidar y acoger”, dijo. Además, apuntó la obligación de trabajar en los valores con los más pequeños: “Si algo abunda en nuestras redes son los niños y niñas, esa bendita estampa que entre sones y voces blancas le cantan a su Señor por las calles para que los cuiden”.
Por otro lado, el protagonista preparó un mensaje para dignificar el esfuerzo en la vida de cada persona: “Cuántas veces necesitamos una piedra para recostar o edificar proyectos personales, que, en la arena hacia el mar, se van”. Aunque también honró el papel de la familia y los seres queridos en los momentos difíciles, y expresó el dolor de las pérdidas: “Y es que a veces es tanta la pena y la angustia que estamos a punto de fondear, al haber perdido la ilusión, algunas veces la familia y los amigos puestos al azar. En ese momento es cuando aparece su rostro y el nombre que todo lo ha de transformar”. Para finalizar, en el pregón se volvió a señalar la importancia de la educación como forma de avanzar, así como su vinculación con los valores religiosos: “Si el navegar nos dejó unas enseñanzas, el caminar nos presenta una oportunidad en esta cuaresma de transformarnos, reconciliarnos y perdonar”.