Clarence Maclin (izquierda) se interpreta a sí mismo. En este fotograma, con Colman Domingo en el aula de ensayos. Foto: Alfapictures.
Películas carcelarias hay muchas, y sobre grupos de teatro en prisión también; hay algún ejemplo memorable, como El triunfo (Emmanuel Courcol, 2020). Sin embargo, Las vidas de Sing Sing, dirigida por Greg Kwedar para la productora A24, tiene suficiente personalidad propia como para no ser eclipsada por otras precedentes. La cinta se basa en experiencias reales recogidas en textos de John H. Richardson y Brent Buell, a partir de un programa que se puso en marcha hace 30 años en la prisión de alta seguridad de Sing Sing (Nueva York), llamado Rehabilitación a Través de las Artes. Brent Buell lleva diez años trabajando en dicho programa como dramaturgo y director de escena y es productor del filme. Las vidas de Sing Sing se centra en un montaje que Buell —interpretado por Paul Raci— pone en marcha a partir de las sugerencias de los internos inscritos en el programa. Se trata de un viaje surrealista a través del tiempo en clave de comedia, lo que permite introducir personajes de lo más variopintos. El preso John Divine G Whitfield (Colman Domingo, que cuenta con una nominación al Óscar y al Globo de Oro) es el jefe del grupo y mano derecha de Brent. Es un gran actor y un hombre de inteligencia brillante. En el otro extremo de los perfiles humanos está Clarence Divine Eye Maclin (que hace de sí mismo), un delincuente de aspecto peligroso y mal encarado. El resto del grupo lo forman un variopinto mosaico. A medida que avanzan los ensayos, vamos comprobando las consecuencias beneficiosas que el proyecto puede aportar a cada uno de los miembros.
Estamos ante una película de actores; es decir, que su gran valor son los personajes y cómo aquellos los encarnan, algunos no siendo profesionales. Los presos que participan en el programa tienen sus heridas y sus sueños y a menudo no saben gestionar ni unos ni otros. Afrontan largas condenas y muchos tienen fuera una familia a la que no ven crecer. El teatro los ayuda a conocerse a sí mismos, a mirar sus problemas de otra manera, a disciplinarse, a exteriorizar sus sentimientos y a crecer en paciencia y empatía. No todo va a ser un camino de rosas, pero con la ayuda de los compañeros podrán ir sorteando las malas jugadas que a veces se hacen a sí mismos.
La cinta tiene un cierto aire teatral, ya que apenas abandonamos las cuatro paredes de la sala de ensayos; pero está rodada con mucha fuerza y dando gran peso al uso dramático de los primeros planos. Su director, Greg Kwedar, solo había dirigido antes otro largometraje, que ni siquiera llegó a España, pero demuestra mucho potencial. El filme ha tenido una espléndida acogida entre las asociaciones de críticos de todo el mundo y es un hermoso canto a la dignidad del ser humano y a la fe en la redención de las personas.
