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Las tumbas medievales de Llanera hablan: los esqueletos desvelan curiosidades sobre la alimentación o los ritos funerarios

Autor: Lujan Palacios

Los llanerenses medievales se alimentaban de grano molido en molinos de piedra, con muchos residuos y muy duros de masticar, y por eso sus dientes estaban muy gastados. Y las muertes de niños y bebés debían ser frecuentes, así como el reaprovechamiento del espacio dedicado a enterramientos: en las tumbas no es raro encontrar restos infantiles depositados sobre otros cadáveres anteriores.

Son las conclusiones que, a bote pronto, se están extrayendo de la campaña de excavaciones de Lucus Asturum este verano, y que ya encara su recta final en lo que se refiere al trabajo de campo. El yacimiento se cerrará a finales de esta semana, para centrarse en las labores de laboratorio con la limpieza y catalogación de los restos que se han ido extrayendo, en su inmensa mayoría medievales en esta ocasión.

El equipo de la arqueóloga Esperanza Martín ya esperaba que esta campaña no fuera tan fructífera en hallazgos de la época romana, tras cambiar de escenario a la finca de La Rectoral en la que ya se había documentado en excavaciones anteriores la existencia de una necrópolis en los alrededores de la antigua iglesia. Aún así, se ha constatado la existencia de varios muros romanos que han sido cortados por las tumbas, y siguen saliendo algunos restos cerámicos de esa época. Lo que viene a confirmar, por otra parte, la extensión y complejidad de los asentamientos romanos en la llanura de Lugo, completando así los hallazgos de otros años.

Pero no por menos romano el resultado de este verano es menos interesante. Al contrario, servirá para completar otro estrato temporal y ponerlo en relación con todo lo que ya se sabía. De momento, y a la espera de que finalice la semana, ya se han contabilizado al menos 15 tumbas, de las que se han ido extrayendo los restos para su traslado al laboratorio instalado en el centro social de Villabona.

Esperanza Martín, limpiando los restos de un cráneo, ayer, en Lucus Asturum. | L. P.

Esperanza Martín, limpiando los restos de un cráneo, ayer, en Lucus Asturum. | L. P. / Luján Palacios

Los antropólogos estadounidenses desplazados a Lucus en esta ocasión están realizando ya los primeros análisis de los restos, pero los resultados definitivos serán los que obtengan el próximo mes de diciembre. Porque, como explica Martín, “regresarán desde sus universidades americanas para seguir con el estudio”. De hecho ha sido este condicionante, el del año académico, el que ha forzado que este año se adelantara a junio la campaña de excavaciones.

Una vez que se cierre la finca de La Rectoral, el equipo trabajará un mes más en Llanera para clasificar los materiales, que ya empiezan a dejar alguna curiosidad. Como por ejemplo, que “Manolín”, el apodo con el que cariñosamente se refieren los especialistas a uno de los individuos adultos que han sido extraídos de las tumbas, “era diestro, con un desarrollo importante de las falanges de la mano derecha”, apunta Esperanza Martín.

Análisis posteriores se centrarán en otras cuestiones, que desvelarán cómo era la vida en la Llanera medieval. Así, los antropólogos suelen estudiar las articulaciones de las rodillas de los cuerpos, para comprobar si están desgastadas por un trabajo duro, agachados sobre el terreno.

Junto con los restos humanos se han encontrado también restos de bóvidos, suidos y caprinos. Así, se la extraído el cuerpo completo de una cabra en la zona en la que están enterrados los restos humanos. Y también han aparecido huellas de gatos y perros en algunas tejas, vestigios de un pasado de poblamiento intenso en esta zona.

Con todo ello se llevará a cabo un extenso trabajo de documentación y conservación de restos, que están apilados sobre suelo romano y que completan la radiografía de la zona.

Lucus Asturum se confirma como de esta manera como uno de los yacimientos más prolíficos de Asturias, a la espera de que se declare al conjunto como Bien de Interés Cultural. El expediente está ya incoado, y es sólo cuestión de tiempo que la protección se haga efectiva. Con ello, se abrirá también la puerta a un mayor número de fuentes de financiación, para poner en marcha un sueño largamente acariciado en Llanera: la transformación de Lucus en museo al aire libre, para hacer la época romana más presente que nunca.

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