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Las principales tendencias políticas del 2025 en España y en el mundo

Autor: Agenda Publica

Según nuestros expertos y expertas, 2025 se presenta como un año donde muchas de las incógnitas planteadas en 2024 comenzarán a resolverse. En Europa, será un año crucial para Ursula von der Leyen, quien afrontará desafíos significativos en el equilibrio de poder dentro de las instituciones europeas, en un entorno de creciente polarización política y social. Las políticas climáticas, la transición energética, la resistencia feminista, y el debate sobre la inmigración marcarán el panorama, mientras la UE se enfrenta a presiones externas, como las políticas de Estados Unidos y las dinámicas geopolíticas cibernéticas. En España, la atención se centrará en la consolidación de nuevas agendas políticas, especialmente en Catalunya, mientras la Administración Trump podría reconfigurar la justicia en Estados Unidos, intensificando la polarización global.

¿Todo el poder para Von der Leyen?

2025 debe ser el año en que se aclaren los equilibrios de poder en las instituciones europeas. El nuevo presidente del Consejo Europeo, el portugués Antonio Costa, ha llegado con cautela, con una actitud de mejorar la eficacia del trabajo de su institución, de evitar choques con la Comisión Europea y de cierto continuismo en las prioridades políticas. La presidenta del Parlamento Europeo, la maltesa Roberta Metsola, seguirá ejerciendo de fiel de la balanza entre las posiciones más o menos derechistas del Partido Popular Europeo y todas las miradas se posarán sobre la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen.

La alemana tiene un colegio de comisarios que, con la excepción de Teresa Ribera y la estonia Kaja Kallas, no muestra ningún peso político de consideración. El reparto de carteras también lleva a una Comisión a las órdenes de Von der Leyen y de una figura omnipresente —casi todopoderosa— en Bruselas: su director de gabinete y casi presidente bis de la institución, el también alemán Bjoern Seibert, su hombre de máxima confianza desde la década pasada, cuando era ministra de Defensa en Alemania.

Seibert y Von der Leyen, o viceversa, deberán mostrar este año si pretenden, como parece, controlar todos los gabinetes de los comisarios y ponerlos a la orden de la alemana, eliminando de facto la colegialidad en la toma de decisiones que prevén los tratados. Esa actitud, que empezó en su primer mandato, fue criticada con dureza en una carta pública por los comisarios salientes Josep Borrell, el francés Thierry Breton, el luxemburgués Nicolas Schmit y el italiano Paolo Gentiloni. 

Von der Leyen deberá además poner el oído a un debate que crece en las instituciones europeas, el del crecimiento de una actitud contra las instituciones europeas y sus políticas entre la izquierda, los ecologistas y parte de los liberales, los más europeístas. Si el bloque se desliza demasiado hacia la derecha, impulsado por una Comisión con catorce comisarios del Partido Popular Europeo y solo cinco socialistas, además de por la presencia creciente de dirigentes de extrema derecha en el Consejo Europeo, puede crecer el sentimiento contra la UE en uno de sus pilares: la izquierda y el centro europeísta.

En el 2025 España va a tener que resistir dinámicas retardistas provenientes de dos frentes. Uno, EE. UU., donde la administración de Donald Trump probablemente se desentienda de las políticas climáticas, o peor, las convierta en foco de su batalla cultural. Dos, la presión del lobby del automóvil de combustión que va a querer retrasar a nivel europeo la política de solo cero emisiones en 2035.

Pedro Fresco – Ex director general de Transició Ecològica de la Generalitat Valenciana

Por otro lado, creo que después del desastre de València, la sociedad española y sus gobiernos (estatales, autonómicos y locales) deberían interiorizar que somos un país que está en la primera línea de afectación por el cambio climático, algo que está en los discursos, pero debe estar también en la conciencia colectiva.

Más concretamente, respecto a la política energética, hay tres retos fundamentales:
 

  1. España debe dejar de estar en la cola de Europa respecto a la electrificación del transporte. Nuestra cuota de venta de vehículos eléctricos es vergonzosa y no podemos perder un año más.
  2. Los dos últimos años han sido muy decepcionantes respecto a la instalación eólica (contrariamente a la fotovoltaica), con menos de 1.000 MW instalados cada año. No podemos seguir así otro año más. El Gobierno debe convocar una subasta eólica y buscar los mecanismos para revertir esa situación.
  3. España debe comenzar ya a instalar almacenamiento en baterías. Si no lo hacemos, la instalación fotovoltaica puede frenarse en poco tiempo. El sistema lo necesita, y debemos buscar los mecanismos para que el proceso de permisos sea suficientemente rápido.
  4.  

También año de resistencia feminista

Nuria Varela – Vocal del Consejo Asesor de Brecha de Género del MISSM

Si nos ceñimos al ámbito español, lo más importante del 2025 será la renovación del pacto de Estado contra la violencia de género. Aunque el deseo sería que se hiciera algo más decisivo, pero seguimos con ese déficit. La violencia continúa marcando el día a día de las mujeres en todo el mundo y también en España. Sería deseable que se trabajara con decisión y acierto en este ámbito. Aunque, en realidad, me temo que lo que va a pasar es que va a ser un año de tratar de no retroceder, de resistencia. Intentar, en definitiva, que no haya retrocesos en los derechos adquiridos de las mujeres. 

La batalla geopolítica cibernética se intensificará con algoritmos más personalizados

La rivalidad entre Estados Unidos y China por la hegemonía mundial también se traslada al terreno de la comunicación y las plataformas de contenido. Por un lado, Estados Unidos cuenta con la influyente X —antigua Twitter— bajo el control del omnipresente Elon Musk. Por otro, China tiene a su favor la hipnotizante TikTok. Nos encontramos en una guerra contra la democracia, y las redes sociales se han convertido en los nuevos campos de batalla para la conquista de las mentes, especialmente de las generaciones más jóvenes, que dedican, en promedio, más de dos horas diarias a TikTok.

En términos de consumo de contenido, 2024 ha consolidado la aplicación de la teoría de los usos y las gratificaciones a las plataformas digitales. Si antes se decía: “Dime qué periódico lees y te diré a qué partido votas”, ahora es: “Dime en qué red social estás o a qué influencer sigues y te diré qué ideología tienes”. La era de una única plataforma para todas las tendencias ideológicas ha llegado a su fin.

El año 2025 estará marcado por una personalización algorítmica cada vez más sofisticada, gracias al avance de la inteligencia artificial; la profesionalización de la “industria de la mentira” o desinformación; y el microtargeting emocional, que explota los miedos y deseos de los usuarios con gran precisión. El principal desafío para España y otros gobiernos democráticos será enfrentar el poder desestabilizador de estas plataformas y contrarrestar la creciente desafección hacia los valores democráticos entre las generaciones Millennial y Z. En un mundo donde las narrativas digitales marcan el rumbo de la política, plantar cara a esta amenaza será esencial para preservar el futuro de la democracia.

Más polarización de líderes y partidos, con especial atención al discurso sobre la emergencia climática

Teniendo en cuenta que vivimos en lo que Christian Salmon ha llamado “era del sobresalto” es muy difícil hacer pronósticos, aunque me atrevo con una tendencia muy probable y otra posible. Respecto a la muy probable, sabemos —como mínimo desde la última década—, que cada vez que pierden elecciones, las fuerzas conservadoras de nuestro país tensan más la cuerda de la polarización. Ahora declaran abiertamente que no les importan los medios, sino solo los fines, así que me parece previsible que esa tensión se mantenga in crescendo, mientras la derecha ultra conserva un perfil bajo que la beneficia. 

Lo hemos visto con la DANA en la Comunitat Valenciana, donde la responsabilidad de emergencias correspondía a Vox hasta que abandonó el Consell en julio de 2024, pero parece que la incompetente gestión del Consell de Carlos Mazón durante la tragedia le aporta más intención de voto.

Esa es una polarización básicamente personalista, no de ideas, sino de líderes y partidos. Por el contrario, respecto a una tendencia posible, quiero señalar un ámbito discursivo en el que la polarización no termina de politizarse, lo cual me llama la atención porque nos jugamos literalmente la vida con ello.

Me refiero a la emergencia climática. Los sondeos del CIS muestran una preocupación generalizada por este tema en la ciudadanía que, sin embargo, no se vincula al voto. Esa polarización ideológica de momento no logra discursivizarse, si se me permite la palabra, pero los cada vez más frecuentes fenómenos de clima extremo pueden conducir a ello. La última manifestación por la DANA, encabezada por los agricultores, puede ser un síntoma. Aunque para ello, los partidos —todos—, deberían dejar de hablar tanto de ellos mismos, y los que tienen preocupación ecologista deberían saber llevar el discurso a las políticas y los hechos.

El debate estéril sobre la inmigración continuará en 2025

Gemma Pinyol – Directora de Políticas Migratorias y Diversidad en Instrategies

Es más que probable que la inmigración sea un tema central en cualquier contienda electoral en el escenario europeo (y más allá), siendo terreno abonado para alimentar discursos nativista que alimentan miedos y odios. Lamentablemente, parece poco probable que el debate público se centre en cómo gestionar la movilidad humana con instrumentos democráticos, que busquen proteger los derechos individuales y la cohesión social, y que vayan más allá del control de fronteras. El reto debería ser como evitar que el debate espurio y maniqueo sobre la inmigración (y el asilo) sirvan para desviar la atención sobre cuestiones claves como discriminaciones y desigualdades, que sí ponen en riesgo la salud de las democracias liberales.

Catalunya debe afianzar la era del posprocés

2025 tiene que ser para Catalunya el año de la consolidación del cambio de época. Si 2024 fue un parteaguas entre dos momentos históricos, el procés y el posprocés, este 2025 debería consolidar el cambio político y social que se ha producido en Catalunya virando del tema nacional a una agenda basada en el eje socioeconómico. Para que este cambio se consolide, es necesario que se den dos cuestiones:

Mario Ríos Fernández – Analista político y profesor de la Universitat de Girona

 
Mi principal preocupación en 2025 en la política estadounidense es el uso del Departamento de Justicia por parte de la nueva Administración Trump como instrumento para la persecución de sus oponentes políticos. Pam Bondi, la candidata de Trump a la posición de fiscal general, es una negacionista del resultado de las elecciones de 2020 y una persona de la que no cabe duda que pondrá su lealtad a Trump por encima del respeto al Estado de derecho.

Si a esto le añadimos el hecho de que la Administración Trump, sin lugar a dudas, reiniciará el esfuerzo que mantuvo entre 2017 y 2020 por llenar la judicatura federal de magistrados ultraconservadores, con una concepción más autoritaria que democrática de la Constitución, la erosión que esta sufrirá en 2025 y en los años sucesivos acabará poniendo en cuestión la continuidad de las instituciones democráticas del país.

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