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Opinión

El presidente Joe Biden no perdió su última oportunidad de ayudar al Estado mafioso y totalitario cubano.

El presidente estadounidense, Joe Biden.
El presidente estadounidense, Joe Biden. J. Biden/X

El presidente Joe Biden no perdió su última oportunidad de ayudar al Estado mafioso y totalitario cubano. Las opiniones de miembros de ambos partidos estadounidenses y de la comunidad de exiliados cubanos y venezolanos fueron irrelevantes para él, y presionó una vez más a los líderes de varias agencias de seguridad para que acomodaran su decisión.

Siempre “se puede más”, como le agradaba decir a Fidel Castro. En efecto, siempre es posible caer más bajo: el presidente de EEUU sacó a Cuba del listado de estados que apoyan el terrorismo, y adoptó otras medidas de último minuto, altamente delicadas, de consuno con el régimen de La Habana, y tramitadas en la oscuridad con premeditación y alevosía.

Después de esta decisión —no solo contra los intereses de los cubanos, sino de los propios estadounidenses—, es difícil imaginar qué otra cosa puede el mago de la Casa Blanca sacar de su sombrero antes de salir para siempre de ese escenario.

¿Por qué esta decisión es una bajeza innombrable?

  1. Porque es falso que el régimen cubano haya dejado de apoyar y colaborar con el terrorismo de otros estados y de actores no estatales, comenzando por Venezuela, Irán, Rusia, Hamas, Hezbollah, FARC, ELN y otros.
  2. Porque el régimen cubano agredió y dejó incapacitados a dos decenas de diplomáticos en La Habana, no ha asumido su responsabilidad ante esos hechos, y sigue albergando en su territorio a terroristas prófugos de la Justicia estadounidense.
  3. Porque valida la política de mantener presos políticos como rehenes susceptibles de ser canjeados, sin que hayan variado las leyes bajo las cuales fueron a prisión, por lo que ellos mismos u otros pudieran volver a ser detenidos, cuando en primer lugar nunca debieron haber sido enjuiciados y enviados a cumplir sentencias en cárceles de la Isla. El número de presos políticos en Cuba no es solo el de las cifras oficiales referidas a las protestas del 11J, entre ellos se encuentran cubanos que desde hace décadas languidecen en mazmorras por supuestos crímenes que bien pudieran ser revisados por instituciones internacionales. En contraste, La Habana recibe por medio de este acuerdo prebendas duraderas que permitirán a la elite de poder fortalecer su régimen de terror en un momento de extrema debilidad y aislamiento internacional.  
  4. Porque esas concesiones hechas a La Habana son esenciales para el fortalecimiento del régimen en el momento de su más extrema debilidad. La lista es larga: sacarlos de la lista de países terroristas, quitarles todos los controles y filtros financieros que eso implica para la seguridad de EEUU, suspender el Capítulo III de la Ley Helms-Burton para garantizar a la elite de poder cubana la ininterrumpida explotación de las propiedades confiscadas sin indemnización, retirar las restricciones a las empresas conectadas con los oligarcas de GAESA y otras más.
  5. Por propiciar de nuevo que sean mediadores de los presos políticos aquellos que asumen una representación que nadie les dio, y lleguen a acuerdos y concesiones sin conocimiento de los afectados. Al parecer, esta vez la mediación sería del Vaticano, ya que la Iglesia Católica cubana se declaró desconocedora de estos acuerdos cuando se hicieron públicos. En estos días en que se rinde homenaje al presidente Jimmy Carter, es bueno recordar que él exigió en Cuba y Panamá que los dictadores dialogaran directamente con los representantes de diversas organizaciones de la oposición, y que el presidente Ronald Reagan siempre le recordó a los sandinistas en las reuniones de Manzanillo que Washington podría conversar con ellos, pero nunca negociaría nada, ya que eso tendría que hacerse entre los sandinistas y los representantes de las organizaciones civiles y armadas que se le enfrentaban.
  6. Por tratar de manipular y enfrentar las necesidades y sentimientos de los presos y sus familiares con los activistas y opositores que están obligados a denunciar esta maniobra y siempre han defendido sus derechos a riesgo de su propia libertad.
  7. Porque envía una señal de impunidad a los mafiosos de La Habana, Caracas y Managua que los reafirma en su criterio de que toda dificultad con EEUU es siempre temporal y basta esperar a nuevas elecciones para volver al cómodo estatus quo anterior.
  8. Porque envía una señal desmovilizadora a la Unión Europea de que no debe seguir los veleidosos y cambiantes pasos de la política de EEUU en estas cuestiones, debiendo limitarse a velar exclusivamente por los intereses de sus propias empresas en esos países. 

Este “incidente anómalo” en Washington (como gustan llamar en la Casa Blanca de Biden al Síndrome de La Habana) va sin embargo mucho más allá del caso de Cuba. Puede llegar a tener repercusiones de largo alcance al interior de la política estadounidense. Es probable que fortalezca aquellas corrientes que creen que los ininterrumpidos y múltiples esfuerzos de funcionarios ubicados en diversas agencias estratégicas para inducir decisiones erráticas dirigidas a fortalecer a los enemigos de EEUU (no solo en favor de Cuba, sino de Irán, Venezuela y otros), deben ser investigados por un comité especial o un gran jurado. A estas alturas es difícil creer que son solo casualidades como resultado de la miopía ideológica de tontos útiles. 

La reversión inmediata de estas medidas deberá ser tarea prioritaria de la nueva Administración en Washington, porque se trata de asuntos que afectan la seguridad de EEUU y de la región en su conjunto. Los presos políticos y toda Cuba serán liberados incondicional y honorablemente, no canjeados por la eternización del Estado mafioso cubano. No falta mucho para ello.

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