Aunque las grandes tecnológicas estadounidenses se han esforzado por mejorar sus relaciones con la Administración Trump, las controversias políticas pueden suponer un peligro para las empresas.
Las principales empresas tecnológicas estadounidenses se han esforzado por estrechar lazos con la Administración del presidente Donald Trump. Sin embargo, estas maniobras políticas han provocado reacciones negativas, suscitando preocupaciones éticas e incluso provocando reveses empresariales. Desde apoyos políticos directos hasta cambios de política influidos por la agenda de Trump, los líderes del sector se enfrentan a un escrutinio cada vez mayor y, en algunos casos, a un descenso de las ventas.
Las acciones de las empresas de los ‘Siete Magníficos’ registraron el lunes una caída pronunciada ante el temor a la reducción de los márgenes de beneficio por el aumento de los costes de importación y los cambios en la confianza de los consumidores en mercados internacionales clave. El índice tecnológico Nasdaq vivió el lunes su peor jornada desde 2022, con pérdidas del 4%.
Los riesgos de mezclar negocios y política
El consejero delegado de Tesla, Elon Musk, es uno de los partidarios más destacados del presidente estadounidense Trump, donando millones a su campaña presidencial y dirigiendo DOGE, la iniciativa para acometer recortes en el gasto de las administraciones públicas. Sin embargo, los enredos políticos de Musk han desencadenado reacciones generalizadas que han afectado a varios de sus negocios.
Las ventas de Tesla han disminuido en numerosos mercados, lo que los analistas relacionan con la controvertida retórica de Musk. Mientras tanto, SpaceX, de Musk, está perdiendo un acuerdo de 100 millones de dólares (91,6 millones de euros) con Ontario para sus servicios Starlink debido a los aranceles de Trump sobre los productos canadienses. “Ontario no hará negocios con gente empeñada en destruir nuestra economía”, dijo el primer ministro Doug Ford.
El apoyo de Musk al partido de extrema derecha alemán Alternativa para Alemania (AfD) también puede haber afectado negativamente a las ventas europeas de Tesla. Según la Autoridad Federal Alemana de Transporte Motorizado, las matriculaciones de coches de Tesla se desplomaron un 76% en febrero, a pesar de que las matriculaciones generales de vehículos eléctricos en Alemania aumentaron un 31%. Las ventas en otros mercados europeos también se resintieron el mes pasado: las entregas de Tesla cayeron un 53% en Portugal y un 45% en Francia, según informa Reuters.
En China, Tesla se enfrenta a vientos en contra regulatorios a medida que se intensifican las tensiones comerciales con Estados Unidos. La empresa aún tiene que recibir la aprobación para su tecnología de conducción autónoma, mientras que su mayor competidor chino, BYD, es probable que gane el favor de Pekín, en particular con su adopción del modelo de IA de DeepSeek, ya que China prioriza la demanda interna.
Entre los ‘Siete Magníficos’, el bajo rendimiento de la cotización de Tesla muestra los riesgos potenciales de mezclar negocios y política. El precio de las acciones del fabricante de automóviles eléctricos ha estado en una montaña rusa desde noviembre del año pasado, cayendo un 53% desde su máximo a mediados de diciembre después de casi duplicarse desde la victoria de Trump en las elecciones estadounidenses.
Verificación de contenidos en Meta
Musk no es el único empresario que busca mejorar las relaciones con el presidente Trump. Meta puso fin a su programa de verificación de datos por terceros y reintrodujo el contenido político en enero, incluyendo temas previamente restringidos como la inmigración y el género. Meta también donó un millón de dólares (916.000 euros) a la investidura de Trump, sumándose a las contribuciones de empresas como Amazon y el consejero delegado de OpenAI, Sam Altman.
Las aplicaciones sociales de Meta, como Facebook, Instagram y Threads, se han enfrentado durante mucho tiempo a la polémica por la difusión de información errónea sobre temas políticamente sensibles. En 2016, Facebook fue ampliamente criticada por facilitar la propagación de desinformación durante la primera campaña presidencial de Trump, lo que contribuyó a la creación de políticas de verificación de hechos en los años siguientes. Ahora se espera que la integración de la inteligencia artificial (IA) en la moderación de contenidos introduzca más capas éticas y legales en este debate.
Los esfuerzos de Mark Zuckerberg por cortejar a la nueva Administración estadounidense también marcan un cambio de rumbo. Anteriormente, la plataforma Meta había suspendido las cuentas de Facebook e Instagram de Trump durante dos años, en 2021, tras los disturbios del Capitolio del 6 de enero. Trump se había referido a Facebook como un “enemigo del pueblo”.
Alphabet y ‘The Washington Post’ se enfrentan al escrutinio de sus empleados
Google, filial de Alphabet, también provocó indignación cuando renombró el Golfo de México como Golfo de América en Google Maps. Esto se produjo en respuesta a una orden ejecutiva de Trump, que pedía que se cambiara el nombre de la masa de agua. Además, la decisión de Alphabet de abandonar su política de prohibir el uso de IA para aplicaciones militares ha suscitado serias preocupaciones éticas, desencadenando dimisiones generalizadas y peticiones de los empleados contra el cambio.
Por su parte, el propietario del ‘Washington Post’, Jeff Bezos, fundador de Amazon, se ha enfrentado a críticas por los cambios en la postura editorial del periódico. La sección de opinión del medio se centra ahora en opiniones que apoyan “las libertades personales y el libre mercado”, mientras que los artículos contrarios a esta postura no se publican. Bezos también bloqueó el apoyo previsto del periódico a la candidata demócrata Kamala Harris para las elecciones presidenciales de 2024. Estas acciones provocaron dimisiones internas y una caída de las suscripciones.