La imagen muestra claramente el llamado “terminador”, la línea divisoria entre la zona del planeta iluminada por el Sol y la que permanece en la sombra. Dado que el eje de rotación de Mercurio es casi exactamente perpendicular al plano de su órbita alrededor del Sol, algunas zonas del planeta, en particular el interior de algunos cráteres, permanecen constantemente en la sombra. Curiosamente, estas zonas se encuentran entre las más frías de todo el Sistema Solar, a pesar de que Mercurio es el planeta más cercano al Sol.
A la izquierda del terminador podemos ver algunos de estos cráteres: Prokofiev, Kandinsky, Tolkien y Gordimer. Uno de los misterios que se espera desvelar con la misión BepiColombo es si realmente hay agua congelada en su interior, como indican algunos sondeos. El conjunto solar de BepiColombo y parte del Módulo de Transferencia de Mercurio pueden verse en primer plano, a la derecha.
Todo comenzó como una enorme bola de polvo, pero ¿de qué manera acabó viéndose como un gigantesco plato? Nuestro físico titular nos revela la verdadera historia mediante el uso de las fuerzas falsas.
Polo Norte de Mercurio iluminado por el Sol
Fotografía: ESA/BepiColombo/MTM (Licencia CC BY-SA 3.0 IGO)
Esta imagen fue tomada cuando BepiColombo se encontraba a unos 1,427 kilómetros de la superficie de Mercurio. Según explica la ESA, la foto muestra que grandes regiones llenas de cráteres del planeta fueron “alisiadas” por la lava, procedentes de grandes erupciones volcánicas en el pasado. Este efecto es particularmente visible en el interior del cráter llamado Mendelssohn; que tiene un diámetro de 290 kilómetros. El borde es visible y corresponde al círculo de color naranja superpuesto en la imagen, pero está rellenado por el material liso que también forma llanuras circundantes.
En la izquierda inferior se encuentra la cuenca de Caloris, la mayor estructura de impacto conocida en el Sistema Solar, con un diámetro de 1,500 kilómetros. El impacto que la generó dejó cicatrices en la superficie de Mercurio, incluso a kilómetros de distancia.
Los científicos no se ponen de acuerdo en la edad exacta de la Luna. Un nuevo estudio señala que es más vieja de lo que imaginábamos.
Restos de lava y escombros
Fotografía: ESA/BepiColombo/MTM (Licencia CC BY-SA 3.0 IGO)
“Contrario a lo que se muestra en las imágenes capturadas a bordo del BepiColombo, Mercurio es un planeta oscuro”, indican los expertos de ESA. A primera vista se parece a la Luna, pero en realidad la superficie de Mercurio refleja solo dos tercios de la detallada por nuestro satélite. Sin embargo, las formaciones más jóvenes parecen más claras: el material del interior del planeta que llega a su superficie tiende a oscurecerse con el paso del tiempo.
Por ejemplo, “el punto brillante” que se ve en la parte superior de esta imagen tomada por M-Cam 2, cuando BepiColombo estaba a 2,103 kilómetros de la superficie de Mercurio, es una formación conocida como Fácula de Nathair; esta última es el resultado de la erupción volcánica más importante del planeta. Esta formación es interesante porque es en la que centrarán su atención varios de los instrumentos de la misión para estudiar el material eruptivo y permitirnos comprender mejor la composición del propio Mercurio.
Debajo de Nathair Facula, la foto muestra el cráter Rustaveli, una formación de 200 kilómetros de diámetro en cuyo interior hay un anillo de montañas con picos, estos apenas sobresalen del material liso que rellena el propio cráter. Una vez más, se cree que se trata de lava.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.
