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Las camas de abejas, una experiencia terapéutica singular en Irlanda

Autor: Jen Marsden

La última sensación en la ruta costera del Atlántico irlandés es una experiencia curativa holística con abejas.

Un día, mientras Paul O’Neil cuidaba sus nuevas colmenas, pasó por allí una familia con tres niños pequeños. No tenía nada de extraño, salvo que se trataba de una zona remota de la isla de Valentia, en Irlanda, que poca gente frecuentaba.

El padre vio a Paul vestido con su traje de apicultor e inmediatamente empezó a saludar con entusiasmo. Se trataba de Anton Tovarnitskyi, un ucraniano que acababa de escapar de la guerra y se había trasladado con su familia a la isla, escondida en uno de los puntos más occidentales de Irlanda, en el condado de Kerry.

A pesar de apenas hablar la misma lengua en aquel momento, consiguió explicarle a Paul que él también había sido apicultor. Inmediatamente, la pareja estrechó lazos. Con el tiempo, y a medida que su inglés mejoraba, Anton empezó a contarle a Paul que en Ucrania solían hacer camas sobre las colmenas para obtener beneficios terapéuticos.

Investigando juntos, descubrieron que los lechos de abejas eran tan antiguos como la apicultura en Europa del Este. “Dijimos: vamos a asociarnos y construir las primeras camas de abejas de Irlanda“, explica Paul, “y conseguimos construir la primera en solo unos meses”. Debido a la demanda, no tardaron en construir más.

La isla de Valentia, en la Ruta Salvaje del Atlántico irlandesa

La isla de Valentia no es ajena a los turistas, ya que se encuentra en la ruta costera del Atlántico irlandés, una impresionante franja costera de 2.500 km a lo largo de la costa oeste del país.

La isla, a la que se puede llegar en transbordador y por carretera, o en autobús o tren desde Killarney, recibe unos 20.000 visitantes al año. La mayoría de los turistas vienen a la isla para ver el pintoresco faro, que lleva 180 años manteniendo a salvo a los barcos. Pero desde que se pusieron en marcha los lechos de abejas en el verano de 2023, los visitantes se sienten atraídos por la isla para vivir una experiencia única de “curación“.

“Hemos creado toda una experiencia en torno a las colmenas”, explica Paul. “Empiezas en un autobús reconvertido donde te daremos a beber propóleo (un líquido natural que recogen las abejas melíferas de brotes y árboles), luego te ayudaremos a ponerte los trajes de apicultor, que necesitarás para protegerte de las abejas que vuelan libres antes de entrar en nuestras casas apícolas“.

Cada casa de madera tiene dos camas, cada una con cinco colmenas debajo. Se está muy cerca de las abejas, pero protegido por una fina malla. También hay colmenas de observación empotradas en la pared de la casa donde se pueden observar todas las abejas (desde las caminantes y los zánganos hasta incluso la reina) de una forma que “ni siquiera se puede hacer con la apicultura tradicional”, dice Paul.

“Entonces eres libre de tumbarte y vivir este momento único mientras asimilas las microvibraciones de las abejas“. Con un total de 15 colmenas, cada una de ellas con 50.000 abejas en la casa de madera, da la sensación de estar en el corazón de una colmena.

Los visitantes suelen quedarse media hora, respirando el olor de las abejas, que liberan una feromona única. Es habitual caer en un sueño profundo, apoyado por la avanzada tecnología de luz roja de la cabina, la terapia de campo electromagnético pulsado (PEMF), la terapia de sonido y la aromaterapia. Pero incluso si no lo hace, puede meditar con la resonancia de un suave zumbido.

El calor de las abejas calienta de forma natural la casa varios grados por encima de la temperatura exterior. Del mismo modo, la colmena purifica e ioniza el aire, combinando los beneficios del propóleo, la miel, la cera y la jalea real, que según Paul es “muy beneficiosa para limpiar los pulmones“. “Si te concentras lo suficiente y eres sensible a la energía, sentirás las microvibraciones“, añade Paul. Sin embargo, incluso si no lo hace, no importa, dice, “ya que estas trabajan a nivel celular humano, calmando su sistema nervioso“.

Las camas de abejas son una antigua tradición europea

Se cree que la intimidad con las abejas tiene efectos beneficiosos para la salud. Aunque las afirmaciones no se han demostrado, los lechos de abejas se han utilizado durante siglos para trastornos del sueño, problemas respiratorios, fatiga, acúfenos y estrés. Quizá también por eso la historia cuenta que los apicultores vivían más que nadie. Por ejemplo, el entomólogo suizo del siglo XIX François Huber, que a pesar de ser ciego estudió las abejas melíferas y vivió hasta los 81 años, y el apicultor polaco Johann Dzierzon, que vivió hasta los 95 años, algo muy raro a principios del siglo XX.

Una nueva experiencia de viaje para los amantes de la naturaleza

Los apiarios cierran durante los meses de invierno, ya que es cuando la reina deja de poner, lo que significa que suele haber menos de 10.000 abejas en cada colmena en modo de supervivencia, pero vuelven a abrir en primavera, cuando la reina vuelve a estar ocupada. Debido a la demanda durante todo el año, Anton y Paul se plantean ahora ofrecer experiencias apícolas invernales a los visitantes del condado de Kerry, procedentes de toda Europa y otros lugares.

Ahora mismo solo hay unas pocas camas de abejas en todo el mundo, la mayoría en Europa del Este, pero cada día surgen más. Los apicultores, que hoy en día apenas cubren sus gastos, pueden obtener un segundo ingreso de esta inusual tendencia viajera. Por eso Paul y Anton ofrecen un curso que enseña a otros aficionados a la apicultura a montar lechos de abejas de principio a fin.

“Las camas de abejas permiten a la gente normal sentir las bondades de las abejas sin los riesgos de ser apicultor”, dice Paul. También garantizan una experiencia única de vacaciones de bienestar que te dejarán vibrando durante meses.

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