Por Nicole Acevedo – NBC News
Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, una de las obras maestras de la literatura más veneradas del mundo, ha llegado a Netflix.
Tras cinco años de desarrollo y producción de la esperada adaptación televisiva de la aclamada novela, el servicio de streaming estrenó este miércoles la primera parte de la serie.
La serie es también uno de los tres ambiciosos proyectos lanzados este año que reimaginan clásicos latinoamericanos muy apreciados por los amantes de la literatura por su uso del realismo mágico.
Además de Cien años de soledad, Netflix acaba de adaptar al cine la novela mexicana de Juan Rulfo Pedro Páramo. Su competidor de streaming Max convirtió Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, en una serie de tanto éxito que recientemente fue renovada por una segunda temporada.
“Me encanta ver ese efecto dominó en el que estas obras literarias se están convirtiendo en series”, dijo Cruz Castillo, gerente de relaciones externas y digitales de la National Hispanic Media Coalition, una organización sin fines de lucro que aboga por una mejor representación latina en los medios de comunicación.
La creciente obsesión de Hollywood por adquirir los derechos de los libros para producir contenidos –así como los servicios de streaming que apuestan por obras de época para ampliar su presencia internacional– pueden ayudar a explicar por qué estas adaptaciones centradas en los latinos surgieron al mismo tiempo, según Castillo y Ana-Christina Ramón, directora de la iniciativa de investigación sobre entretenimiento y medios de comunicación de la Universidad de California en Los Ángeles.
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Las adaptaciones cinematográficas de los tres libros han recibido elogios por su exuberante cinematografía y sus argumentos centrados en sagas generacionales de gran alcance.
También tienen otra cosa en común: no están asociados a los temas y estereotipos que durante tanto tiempo han influido en las representaciones de los latinos en los medios de comunicación. Un exhaustivo estudio sobre los medios de comunicación realizado en 2014 por la Universidad de Columbia reveló que los latinos en la televisión suelen ser representados como delincuentes, agentes de la ley, seres hipersexualizados y trabajadores con salarios bajos.
“Ofrece ese tipo de argumento alternativo al que realmente se ha acostumbrado el público”, comentó Ramón sobre el contenido de los nuevos programas.
Aunque ha habido éxitos, las oportunidades de romper estos estereotipos siguen siendo limitadas, dijo Ramón, cuya investigación muestra que los latinos han representado sólo alrededor del 6% del reparto principal y los papeles principales en la televisión en los últimos años, en medio de una baja representación latina crónica en la televisión.
“Definitivamente es mejor no tener algo centrado sólo en las drogas“, dijo. “Pero aún así, no creo que vaya a cambiar realmente muchas de las estadísticas en términos de representación en general”.
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Aún así, para Ramón, series de la envergadura de Cien años de soledad y Como agua para chocolate ofrecen importantes oportunidades que pueden impulsar el desarrollo de futuros proyectos y aumentar el número de latinos detrás y delante de las cámaras.
El realismo mágico vive su momento televisivo
García Márquez, Premio Nobel de Literatura en 1982, es conocido sobre todo por sus novelas y relatos que utilizan el realismo mágico para difuminar los límites entre la fantasía y la realidad.
El realismo mágico, una importante herramienta literaria para muchos autores latinoamericanos, permite a estos escritores explicar tanto realidades sociopolíticas como los sentimientos abstractos asociados a ellas.
“El poder del realismo mágico es que no lo vemos como realismo mágico. Para nosotros no es fantasía. Para muchos de nosotros, parece real”, afirmó Castillo. “Forma parte de nosotros, de nuestra cultura, de nuestra herencia”.
Publicada en 1967, Cien años de soledad ha vendido más de 50 millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 40 idiomas.
La novela narra la historia intergeneracional de la familia Buendía, desde la fundación de la utópica ciudad de Macondo hasta la sucesión de dramáticos acontecimientos que acaban condenando a los habitantes de la ciudad ficticia a cien años de soledad.
La serie en español, rodada en la Colombia natal de García Márquez, es una de las producciones más ambiciosas de la historia de América Latina, según Netflix. Los directores Laura Mora y Alex García López contaron que hubo días en los que más de 1,300 personas estuvieron en el grandioso escenario construido para recrear Macondo.
“Se trataba de estar a la altura de algo que siempre será más grande que todos nosotros”, comentó Mora.
Algunos consideran a García Márquez el padre del realismo mágico, aunque quizá tenga más sentido otorgar ese título a Rulfo, autor de la novela de 1955 Pedro Páramo, considerada precursora del término.
Ambientada entre finales del siglo XIX y principios del XX, la novela y la película de Netflix cuentan la historia de Juan Preciado, quien, tras la muerte de su madre, regresa al remoto pueblo donde nació para buscar a su padre, Pedro Páramo. Pero cuando llega, Preciado se encuentra con un auténtico pueblo fantasma, donde conoce a una serie de misteriosos personajes –algunos vivos, otros muertos hace tiempo– y se entera de la despiadada búsqueda de riqueza y poder de su difunto padre.
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El libro de Rulfo influyó en varias generaciones de autores de realismo mágico, entre ellos García Márquez, quien dijo en una ocasión que Rulfo era tan perdurable como Sófocles.
Rulfo también influyó en su compatriota mexicana Esquivel, que publicó Como agua para chocolate en 1989.
El libro y la serie de Max giran en torno a Tita de la Garza, una joven que se refugia en la cocina cuando su estricta madre la aleja del amor de su vida. Ambientado durante la revolución mexicana, el libro se ha convertido en un bestseller mundial por la forma en que mezcla la cultura mexicana, memorables escenas gastronómicas y realismo mágico.
“Ha sido increíble ver cómo una historia mexicana tan importante ha calado en el público de todo el mundo”, declaró Salma Hayek Pinault, productora ejecutiva de la serie, durante un acto celebrado este mes en Londres para anunciar la segunda temporada.
García Márquez también sentía un gran aprecio por el cine, escribió varios guiones e incluso presidió la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano en Cuba hasta su muerte en 2014 a los 87 años.
Sin embargo, es famosa su reticencia a rodar Cien años de soledad, por considerar que las limitaciones de tiempo de un largometraje o no producirlo en español le harían un flaco favor, según sus hijos Rodrigo García y Gonzalo García, ambos productores ejecutivos de la nueva serie de televisión.
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“En la actual edad de oro de las series, con el nivel de talento en la escritura y la dirección, la calidad cinematográfica de los contenidos y la aceptación por parte del público mundial de los programas en lenguas extranjeras, el momento no podía ser mejor para llevar una adaptación a la extraordinaria audiencia global que proporciona Netflix”, señalaron los hermanos García en un comunicado en 2019, cuando anunciaron que habían confiado al servicio de streaming la primera adaptación cinematográfica de la novela.
En una reciente proyección de la serie en La Habana, el director Alexis García López declaró a la agencia Reuters que “casi siempre exportamos estas historias de narcotraficantes, inmigrantes ilegales, prostitución, pobreza y dictaduras”.
En cambio, la arrolladora saga generacional de Cien años de soledad se centra en si los humanos podemos “vencer a nuestro destino”, dijo García López, “o si estamos programados para seguir cometiendo los mismos errores generación tras generación”.