Del 22 al 24 de octubre, la ciudad tártara de Kazán acogió la decimosexta cumbre de los BRICS, a la que asistieron representantes y jefes de Estado de una treintena de países: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, por supuesto, pero también Egipto, Irán, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. El resultado fue la «Declaración de Kazán» sobre el fortalecimiento del multilateralismo, cuyas doce propuestas principales publicamos aquí, dedicadas esencialmente al orden internacional y la seguridad mundial.
La Rusia de Vladimir Putin ha hecho de la idea de la multipolaridad uno de los fundamentos de su política internacional, o al menos uno de los fundamentos políticos de su retórica internacional. En consonancia con los deseos de la «mayoría mundial», los principales polos de poder del Sur están unánimemente dispuestos a sacudir el yugo del «Occidente colectivo». En apoyo de este proyecto, la Declaración de Kazán moviliza paradójicamente todos los elementos conceptuales y lingüísticos favorecidos por las instituciones internacionales dominadas por el Occidente liberal: los BRICS lucharían únicamente por la «democracia» y la «cooperación», los «derechos humanos» y la «resolución pacífica de los conflictos», el «respeto del derecho internacional» y la «no proliferación» de las armas nucleares y de destrucción masiva. ¿Quién abogaría por lo contrario?
Sin embargo, una lectura más atenta revela una crítica a la hipocresía de estas mismas instituciones internacionales. Sí, el Occidente liberal afirma promover la democracia en todos los países, pero no a escala de la gran sociedad de naciones, donde se comporta como un autócrata. Sí, el Occidente liberal reconoce la soberanía de todos los Estados, pero impone arbitrariamente sus sanciones económicas o sus medidas medioambientales al resto del planeta. Sería demasiado fácil volver esta hipocresía y este doble rasero contra los autores de la Declaración de Kazán. A los defensores de un mundo multipolar, en el que todos los países explotados durante tanto tiempo por Occidente pudieran por fin desarrollar libremente su potencial, les preguntaremos qué hace China en África; a los amigos de los derechos humanos, qué hace China en su país, qué espectáculos tienen lugar en las cárceles del FSB o de los Pasdaran, qué piensan los musulmanes del Punjab de Modi…
Sobre todo, casi todas estas propuestas deberían remitirse a la Rusia de Vladimir Putin. Es difícil ver cómo invadir un país vecino sería coherente con la idea de «resolución pacífica de conflictos». Todas las protestas de los BRICS contra los bombardeos israelíes de civiles y la destrucción de infraestructuras suenan extrañas a cualquiera que aún recuerde que todavía hay guerra en Ucrania. Los llamamientos a la liberación de prisioneros de guerra por parte de Hamás e Israel contrastan fuertemente con los vídeos diarios de prisioneros ucranianos asesinados de un tiro en la cabeza, cuando ésta no es arrancada del cuerpo y plantada en una pica. Los autores de la Declaración de Kazán, que incluye a varias petro-monarquías del Golfo, se sienten justificados al describir la «desertificación» como el desastre medioambiental más terrible de nuestro tiempo: los ucranianos inundados por las aguas del Dniéper desde la destrucción de la presa de Kajovka sin duda tienen una idea diferente. La enumeración podría seguir y seguir: ¿Rusia aboga por la no proliferación nuclear? Su presidente amenaza a mil millones de personas con un ataque nuclear cada vez que se le antoja. ¿Desaprueba Rusia la militarización del espacio? No vetó la resolución del Consejo de Seguridad del 24 de abril, que pretendía evitar una nueva carrera de armamentos en el espacio. ¿Rusia afirma oponerse a la difusión de noticias falsas y a la desinformación? Hoy es uno de los principales centros de esta propaganda digital que intenta influir en los votos en el año de las grandes elecciones —desde Estados Unidos hasta Moldavia—.
El problema de estos discursos, como vemos, es que enfrentan «dobles raseros» contra «dobles raseros» y, más profundamente, «formas de ver» contra otras «formas de ver». En este sentido, la Declaración de Kazán no dice nada sobre el fondo. Su propio lenguaje lo delata: su ampuloso discurso alinea los clichés de la burocracia internacional, vaciándolos del poco sentido que tenían mediante construcciones gramaticales acrobáticas, incluso aberrantes. Para los autores, poco importa saber a qué proposición principal va unida una cláusula subordinada, en largas frases cuyo hilo se perdería si sólo hubiera una: lo principal es que las palabras clave estén ahí y el sentido se forme de forma natural.
1. Declaración de principios. Reafirmamos nuestro compromiso con el espíritu de los BRICS, basado en el respeto y la comprensión mutuos, la igualdad en soberanía, la solidaridad, la democracia, la apertura, la inclusión, la colaboración y el consenso. Aprovechando la experiencia de dieciséis años de cumbres, mantenemos nuestro compromiso de profundizar la cooperación dentro del grupo ampliado de los BRICS en tres ejes principales: la política y la seguridad, la economía y las finanzas, las relaciones culturales y humanitarias. También estamos comprometidos con el fortalecimiento de nuestra asociación estratégica en beneficio de nuestros pueblos, trabajando para defender la paz, un orden internacional más justo, un sistema multilateral reformado y renovado, el desarrollo sostenible y el crecimiento inclusivo.
2. Multilateralidad. Asistimos a la aparición de nuevos centros de poder, de decisión política y de crecimiento económico. Es probable que esta emergencia allane el camino hacia un orden mundial multipolar más justo, democrático y equilibrado. La multipolaridad puede ofrecer a los países en desarrollo y a las economías emergentes la oportunidad de revelar su potencial constructivo al tiempo que se benefician de una globalización económica inclusiva y justa y de una cooperación mutuamente beneficiosa. Teniendo presente la necesidad de adaptar mejor la arquitectura actual de las relaciones internacionales a las nuevas realidades, reafirmamos nuestro compromiso con el multilateralismo, con el respeto del derecho internacional —empezando por su piedra angular, los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas— y con la centralidad permanente de la ONU en el sistema internacional, dentro del cual los Estados soberanos cooperan en aras del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, la promoción del desarrollo sostenible, la protección y el fortalecimiento de la democracia, los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos, y la cooperación sobre la base de la solidaridad, el respeto mutuo, la justicia y la igualdad. También destacamos la urgente necesidad de garantizar una representación geográfica equitativa e inclusiva en los equipos que componen la secretaría de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales.
Bajo la dirección de Giuliano da Empoli.
Con contribuciones de Josep Borrell, Lea Ypi, Niall Ferguson, Timothy Garton Ash, Anu Bradford, Jean-Yves Dormagen, Aude Darnal, Branko Milanović, Julia Cagé, Vladislav Surkov o Isabella Weber.
3. Reforma del Consejo de Seguridad. Tomando nota de la Declaración de Johannesburgo de 2023, reafirmamos nuestro apoyo a una reforma sustantiva de las Naciones Unidas, incluido su Consejo de Seguridad, encaminada a reforzar su carácter democrático y representativo, su eficacia y su operatividad, y a aumentar la representación de los países en desarrollo en todas las categorías de miembros del Consejo para que éste pueda responder adecuadamente a los retos mundiales más apremiantes. Apoyamos las legítimas aspiraciones de los países en desarrollo de África, Asia y América Latina, incluidos los Estados de los BRICS, a desempeñar un papel más importante en los asuntos internacionales, en particular en las Naciones Unidas y en su Consejo de Seguridad. Reconocemos como legítimas las aspiraciones de los países africanos expresadas en el Consenso de Ezulwini y en la Declaración de Sirte.
4. Protección del medio ambiente. Reiteramos nuestro compromiso de respetar los objetivos, principios y disposiciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el Protocolo de Kioto conexo y el Acuerdo de París, incluidos los principios de equidad, responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas, indexadas a los diferentes contextos nacionales. Condenamos las medidas unilaterales adoptadas con el pretexto de combatir el cambio climático y proteger el medio ambiente, al tiempo que reafirmamos nuestro compromiso de profundizar la coordinación en estas cuestiones. Tenemos la intención de reforzar la cooperación sobre una serie de soluciones y tecnologías que contribuyan a la captura y reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Reconocemos asimismo la eficacia de los sumideros de carbono para absorber los gases de efecto invernadero y mitigar los efectos del cambio climático.
Consideramos que la degradación del suelo, la desertificación y la sequía suponen una grave amenaza para el bienestar de las poblaciones, sus medios de vida y el medio ambiente que las rodea. Aunque acogemos con satisfacción los esfuerzos actuales para promover prácticas sostenibles de gestión de la tierra, pedimos la movilización urgente de recursos financieros adicionales, la creación de asociaciones sólidas y la aplicación de políticas integradas para hacer frente a estos retos. En este sentido, esperamos con interés la decimosexta sesión de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, que se celebrará en Riad, Arabia Saudí, del 2 al 13 de diciembre de 2024.
5. Defensa de los derechos humanos. Reafirmamos la necesidad de que todos los países participen en la promoción y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales, de conformidad con los principios de igualdad y respeto mutuo. Acordamos seguir tratando todos los derechos humanos, incluido el derecho al desarrollo, de manera justa y equitativa, prestando la misma atención a cada uno de ellos. También acordamos reforzar la cooperación en cuestiones de interés común, tanto en el formato BRICS como en foros multilaterales, incluida la Asamblea General de las Naciones Unidas y el Consejo de Derechos Humanos, teniendo en cuenta la necesidad de promover, proteger y cumplir los derechos humanos de forma no selectiva, no politizada y constructiva, sin recurrir a dobles raseros. Pedimos que se respeten la democracia y los derechos humanos: por lo tanto, deseamos hacer hincapié en que éstos deben aplicarse tanto a nivel de la gobernanza mundial como a nivel nacional. Reafirmamos nuestro compromiso de promover y proteger la democracia, los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos, con el objetivo de construir un futuro común más brillante para la comunidad internacional, basado en una cooperación mutuamente beneficiosa.
6. Crítica a las sanciones internacionales. Estamos profundamente preocupados por el impacto negativo de las medidas coercitivas unilaterales e ilegítimas, incluidas las sanciones ilegales, en la economía mundial, el comercio internacional y la aplicación de los objetivos de desarrollo sostenible. Estas medidas cuestionan la Carta de las Naciones Unidas, el sistema multilateral de comercio, el desarrollo sostenible y los acuerdos medioambientales. Afectan negativamente al crecimiento económico, la energía, la salud y la seguridad alimentaria, aumentando la pobreza y los desafíos medioambientales.
Reafirmamos que las medidas coercitivas unilaterales, en particular en forma de sanciones económicas unilaterales y sanciones secundarias contrarias al derecho internacional, tienen efectos adversos significativos desde el punto de vista de los derechos humanos, incluido el derecho al desarrollo, para todas las poblaciones de los Estados objetivo, afectando de manera desproporcionada a los más pobres y a quienes se encuentran en situaciones vulnerables. Por ello, pedimos la abolición de estas medidas.
7. Por la resolución pacífica de los conflictos. Seguimos preocupados por la escalada de violencia y la persistencia de conflictos armados en diferentes partes del mundo, empezando por aquellos que tienen un impacto considerable a nivel regional o internacional. Reafirmamos nuestro compromiso con la solución pacífica de las controversias a través de la diplomacia, la mediación, el diálogo inclusivo y la consulta sobre la base de la coordinación y la cooperación, y apoyamos todos los esfuerzos encaminados a la regulación pacífica de las crisis. Subrayamos la necesidad de contribuir a los esfuerzos de prevención de conflictos, en particular abordando sus causas profundas. Reconocemos la legitimidad y validez de las preocupaciones de seguridad de todos los países. Hacemos un llamamiento a la protección del patrimonio cultural, en particular en las regiones afectadas por conflictos, a fin de evitar la destrucción y el tráfico ilícito de bienes culturales, que tienen una importancia vital para la preservación de la historia y la identidad de las comunidades afectadas por conflictos.
8. Por la protección de los civiles. Deploramos la trágica pérdida de vidas civiles en los últimos tiempos y expresamos nuestra solidaridad con las víctimas civiles y sus familias. Pedimos la aplicación de medidas urgentes para proteger las vidas humanas, de conformidad con el derecho internacional.
9. Contra la política israelí en Oriente Medio. Reiteramos nuestra profunda preocupación por el empeoramiento de la situación y la crisis humanitaria en los territorios palestinos ocupados, en particular por la escalada de violencia sin precedentes en la Franja de Gaza y Cisjordania como consecuencia de la ofensiva militar israelí, que ha causado víctimas civiles masivas, heridos y desplazamientos forzosos, así como la destrucción a gran escala de infraestructuras civiles. Subrayamos la urgente necesidad de un alto el fuego inmediato, general y permanente en la Franja de Gaza, la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes y prisioneros detenidos ilegalmente por ambas partes, y el suministro sostenido, proporcionado y sin trabas de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, así como el cese de todos los actos de agresión. Denunciamos los ataques israelíes dirigidos contra las operaciones de las organizaciones humanitarias, sus infraestructuras, su personal y sus puntos de distribución. […] Tomamos nota de las medidas cautelares de la Corte Internacional de Justicia en el proceso incoado por Sudáfrica contra Israel. Reafirmamos nuestro apoyo a la admisión del Estado de Palestina como miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas, en consonancia con nuestro compromiso inquebrantable con una solución de dos Estados basada en el Derecho internacional, incluidas las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de las Naciones Unidas, así como la Iniciativa de Paz Árabe, que prevé el establecimiento de un Estado de Palestina soberano, independiente y viable, basado en las fronteras internacionalmente reconocidas de junio de 1967, con Jerusalén Este como capital, que conviva con Israel en paz y seguridad.
Expresamos nuestra grave preocupación por la situación en el sur del Líbano. Condenamos la pérdida de vidas civiles y los cuantiosos daños causados a las infraestructuras civiles como consecuencia de los ataques israelíes contra zonas residenciales y pedimos el cese inmediato de las operaciones militares. Subrayamos la necesidad de preservar la soberanía y la integridad territorial del Líbano y de crear condiciones favorables para una solución política y diplomática del conflicto […]. Condenamos enérgicamente los ataques contra el personal de la ONU y las amenazas a su seguridad, y hacemos un llamamiento a Israel para que cese inmediatamente tales actos.
Condenamos el ataque israelí contra la representación diplomática de la República Islámica de Irán el 1 de abril de 2024 en la capital siria. Este ataque constituye una violación del principio fundamental de inviolabilidad de las sedes diplomáticas y consulares establecido por la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 y la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963.
10. Guerra en Ucrania. Recordamos las posiciones nacionales que se han expresado en los foros apropiados, incluidos el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas, en relación con la situación en Ucrania y su región. Destacamos que todos los Estados deben actuar de conformidad con los propósitos de la Carta de las Naciones Unidas en su totalidad e interdependencia. Acogemos con satisfacción las correspondientes propuestas de mediación y buenos oficios encaminadas a garantizar una solución pacífica del conflicto mediante el diálogo y la diplomacia.
11. Desarme y no proliferación. Hacemos un llamamiento al fortalecimiento del régimen de no proliferación y desarme, reconociendo su papel en el mantenimiento de la estabilidad mundial, la paz y la seguridad internacionales. Subrayamos la importancia de los esfuerzos emprendidos para acelerar la aplicación de las resoluciones sobre la creación de una zona libre de armas nucleares y de otras armas de destrucción masiva en Oriente Medio, empezando por la Conferencia convocada en relación con la Resolución A/73/546 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Hacemos un llamamiento a todas las partes invitadas para que participen en esta conferencia de forma constructiva y de buena fe.
También hacemos un llamamiento para que se aplique la Resolución 1540 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que insta a los Estados a adoptar medidas nacionales firmes y eficaces para prevenir la proliferación de armas de destrucción masiva, sus sistemas vectores y materiales conexos a agentes no estatales, principalmente organizaciones terroristas, y que propone mecanismos para que los Estados cooperen a escala internacional para alcanzar estos objetivos.
Apoyamos la sostenibilidad a largo plazo de las actividades espaciales, pero también la prevención, en particular mediante negociaciones encaminadas a la adopción de un instrumento jurídico multilateral capaz de garantizar la seguridad mundial, de la carrera de armamentos y de la instalación de armas en el espacio. Consideramos que la presentación de un proyecto de tratado actualizado para prevenir el emplazamiento de armas en el espacio ultraterrestre y la amenaza o el uso de la fuerza contra objetos situados en el espacio ultraterrestre, que tuvo lugar en la Conferencia de Desarme de 2014, constituye un paso importante hacia este objetivo. Acogemos con satisfacción el consenso alcanzado sobre el informe del Grupo de Expertos Gubernamentales de las Naciones Unidas de 16 de agosto de 2024, que presentó medidas prácticas complementarias para la prevención de una carrera de armamentos en el espacio ultraterrestre y sentó las bases para un instrumento jurídicamente vinculante. Hacemos hincapié en que los compromisos prácticos y no vinculantes, como las medidas de transparencia y fomento de la confianza, así como las normas, estándares y principios universalmente reconocidos, pueden contribuir a dicha prevención.
12. Lucha contra la desinformación. Expresamos nuestra profunda preocupación por el crecimiento exponencial y la proliferación de la desinformación y la información errónea, en forma de anuncios engañosos y noticias falsas, así como de discursos de odio, en particular en las plataformas digitales, que fomentan la radicalización y la aparición de conflictos. Al tiempo que reafirmamos nuestro compromiso con la soberanía de los Estados, destacamos la importancia crucial de garantizar la integridad de la información, su libre circulación y el libre acceso a una información fiable y basada en hechos, en particular promoviendo la libertad de expresión y de opinión, así como la alfabetización digital y mediática, con miras a crear las condiciones para interacciones que propicien el intercambio, en cumplimiento de las disposiciones aplicables del Derecho nacional e internacional.