En medio de una vida agitada, llena de ruidos externos pero sobre todo internos, en la vorágine de las redes sociales donde todo se mueve a una velocidad de vértigo y en un mundo donde prevalecen las relaciones superficiales y del momento, ¿hay espacio y tiempo para la vida interior? ¿Hay espacio y tiempo para Dios? ¿Cómo vivir el seguimiento de Cristo en estas circunstancias?
Juan Antonio Guerrero, SJ, responde a estas preguntas en el libro que hoy reseñamos. Aprender a sentir en Cristo es una invitación a pensar en la propia vida desde el seguimiento de Jesús. Esto supone un a priori, una elección de vida previa, más o menos definida o más o menos auténtica; quiero decir que este libro está dirigido principalmente a todo bautizado que quiere renovar su vida cristiana o que busca un mayor compromiso en el seguimiento de Jesús.
El planteamiento que hace nuestro autor es, a la vez, sencillo y tremendamente sugerente. A lo largo de estas páginas hay una magnífica combinación de lo más propio de la espiritualidad ignaciana condensada en su libro de los ejercicios espirituales, que se adapta como un guante a la complejidad de nuestro mundo y de los hombres y mujeres de nuestra época. Sin renunciar a nada de lo más propio del cristianismo, la fe en el Dios revelado en Jesucristo y vivida en la Iglesia, el padre Guerrero adapta las reglas de discernimiento propuestas por san Ignacio para que las podamos vivir en nuestro hoy. Esto me parece especialmente importante por dos razones. La primera, porque toda espiritualidad, también la cristiana, tiene una parte coyuntural. Quien desarrolla una forma de relación con Dios siguiendo a Cristo propone un camino que está determinado por su propia experiencia y por su época. Ahora bien, esa espiritualidad que responde a un tiempo determinado al fundarse en el Evangelio tiene algo permanente que supera el tiempo y el espacio, y es Cristo mismo que siempre permanece.
La segunda razón es que las formas de espiritualidad, si son auténticamente cristianas, responden a la sed de Dios que hay en lo más íntimo del ser humano en cualquier época. Aquello que san Ignacio vivió y dejó escrito en sus ejercicios no forma parte de los libros de historia, sino que es una experiencia viva y actual de Dios que cualquier persona en un momento determinado puede hacer suya.
A lo largo de estas páginas aprendemos de nuevo el valor de la intimidad con un Dios que se ha hecho uno de nosotros, que camina junto a nosotros, que nos sostiene y nos va configurando según su corazón.
Aprender a sentir en Cristo
Autor:
Juan Antonio Guerrero, SJ
