En 2019, en uno de sus habituales comentarios públicos, Donald Trump criticó abiertamente al presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, con estas palabras: “la Fed es nuestro mayor problema. No tienen ni idea”. Estas declaraciones, poco comunes en el ámbito político, resumían la tensión entre el entonces presidente y el organismo encargado de la política monetaria. Ahora, con un poder político renovado y el control republicano de ambas cámaras del Congreso, Trump podría estar a las puertas de modificar profundamente el sistema financiero estadounidense.
El peligro de relajar las normas financieras
La intención de Trump de relajar las normativas financieras no es nueva. Durante su primer mandato, redujo las restricciones impuestas por la ley Dodd-Frank de 2010, que buscaba prevenir crisis como la de 2008. Estas reformas aumentaron el umbral de supervisión estricta de los bancos, disminuyendo la cantidad de entidades sujetas a vigilancia exhaustiva. Alexis Bienvenu, gestor de LFDE, señala que estas medidas “facilitaron indirectamente la crisis de los bancos regionales de 2023“, como la de Silicon Valley Bank y First Republic Bank, que quebraron tras la subida abrupta de los tipos de interés.
No obstante, la desregulación también puede tener efectos positivos en el corto plazo. Según Javier Hombría, del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), una menor regulación reduciría los costes operativos de las entidades financieras, incentivando la concesión de crédito y fomentando la inversión. Esto, asegura, podría ser un motor de crecimiento para ciertos sectores económicos. Sin embargo, Bienvenu complementa esta visión con una advertencia: “a largo plazo, la eliminación de cortafuegos establecidos por normativas como Dodd-Frank amenaza con hacer más vulnerable la economía”.
La crisis de 2008 es un recordatorio de los riesgos que implica un sistema financiero mal regulado. La falta de control permitió a gigantes como Lehman Brothers operar al borde de la insolvencia, desencadenando un colapso global. Aunque el panorama actual es distinto, el fantasma de los errores del pasado sigue presente, especialmente si se eliminan las salvaguardias que se establecieron tras esa crisis.
La Fed bajo presión política
Más allá de la desregulación bancaria, Trump parece decidido a ejercer mayor influencia sobre la política monetaria de Estados Unidos. En 2026, cuando termine el mandato de Jerome Powell como presidente de la Fed, Trump tendrá la oportunidad de nombrar un sucesor que se alinee con sus objetivos. Según AllianzGI, un presidente de la Fed menos independiente podría alterar el equilibrio de los mercados, debilitando el dólar y elevando las primas de riesgo, mientras que activos refugio como el oro o el yen japonés podrían beneficiarse.
La posibilidad de un banco central bajo presión política plantea preguntas inquietantes. ¿Qué impacto tendría en la inflación y el déficit fiscal? AllianzGI advierte que una Fed sometida a intereses políticos podría verse obligada a bajar los tipos de interés más allá de lo prudente, impulsando la inflación y agravando los desequilibrios fiscales en un país cuya deuda (120% del PIB) ya alcanza cifras históricas.
Los grandes cambios en el sistema financiero de EEUU impactarían en Europa
Los mercados financieros han reaccionado con entusiasmo ante las promesas de desregulación. Tras la victoria de Trump, los índices bancarios han registrado subidas significativas. Las grandes entidades han aumentado su valor en más de un 10 %, mientras que los bancos más pequeños han visto repuntes del 13 %. Sin embargo, este optimismo podría ser efímero. Bienvenu advierte que, si las políticas desregulatorias generan nuevas vulnerabilidades, la confianza del mercado podría evaporarse tan rápidamente como llegó.
El impacto de estas políticas también podría extenderse más allá de las fronteras estadounidenses. François Villeroy, gobernador del Banco de Francia, ha alertado de que Europa podría retrasar la implementación de regulaciones como Basilea 3 para competir con un sistema financiero estadounidense menos regulado. Este escenario plantea un dilema para las economías interconectadas: ¿cómo mantener la estabilidad global si la principal potencia económica adopta medidas de riesgo?
El futuro del sistema financiero estadounidense parece caminar por una cuerda floja. Por un lado, la desregulación y los estímulos monetarios podrían revitalizar ciertos sectores económicos y fomentar la inversión. Por otro, la historia reciente muestra que los excesos de crédito o la falta de supervisión bancaria pueden desencadenar crisis de consecuencias catastróficas. Como explica Javier Hombría, “la regulación financiera no solo protege a los sistemas nacionales, sino que es un pilar esencial para la estabilidad de los mercados internacionales”.