En el mundo antiguo las cosas eran bastante más siniestras de lo que pensamos. Esta semana, un estudio detalla cómo era una avispa parásita que quedó preservada en ámbar durante casi 100 millones de años. Tenía un abdomen similar a una trampa para moscas, que usaría para que sus víctimas quedaran atrapadas.
En China y Dinamarca los científicos detallaron lo que descubrieron en un trabajo que se publicó el miércoles en BMC Biology. Llamaron Sirenobethylus charybdis a la avispa en referencia al famoso monstruo marino hembra de la antigua leyenda griega. El insecto y su aspecto singular probablemente representen a un linaje de insectos que no se conocía, indican los investigadores.
Como suele suceder con la mitología griega, hay diferentes historias del origen de Charybdis. Pero la versión más conocida está en la Odisea, donde aparece como monstruo marino capaz de crear enormes remolinos que amenazaban con impedir el viaje de regreso del héroe Odiseo (los viajeros estaban obligados a navegar pasando en medio de ella y Scylla, también temible y monstruosa).
Más pequeña pero temible por igual

La S. Charybdis podrá haber sido más pequeña que el monstruo marino, pero tenía características bastante monstruosas.
Los científicos examinaron 16 especímenes adultos de hembras de este insecto que se obtuvieron de ámbar hallado originalmente en la región de Kachine en el norte de Myanmar. Basándose en un análisis de sus características físicas que incluyó Rayos X para crear una reconstrucción en 3D, los científicos determinaron que S. Charybdis forma parte de la superfamilia de insectos parasitoides conocida como Chrysidoidea, aunque en un género nuevo.
Los parasitoides son parásitos, casi siempre insectos, que pasan el inicio de sus vidas dentro o sobre un anfitrión antes de llegar a la madurez y vivir como adultos independientes (algo así como lo que sucede en la película Alien, digamos). A menudo este estilo de vida del parásito suele matar al anfitrión, pero la S. charybdis tal vez fuese koinobionte, parasitoide que permite que su anfitrión se alimente y crezca mientras es invadido (aunque eventualmente, el anfitrión muere de todos modos).
Aunque la S. charybdis comparte características con los parasitoides de hoy, su bajo abdomen parece ser algo que la ciencia nunca antes ha visto en un insecto. Los investigadores evican a la trampa de moscas (Dionaea muscipula) o Venus atrapamoscas, planta carnívora. Eso es porque la estructura del insecto es inusual, con tres alerones horizontales y espinas delgadas como pelos.
“El aparato abdominal de la Sirenobethylus no se parece a nada que se haya informado [o exista] en ninguna avispa o insecto que conozcamos. Desde la morfología y los diferentes estados de posición del alerón inferior preservado en los diferentes especímenes, parece evidente que el aparato tenía la función de atrapar”, escribieron.
Aunque es posible que las hembras usaran el aparato para restringir a los machos durante el apareamiento, los investigadores creen que es más probable que se usara para aferrarse a los anfitriones en los que las hembras desovaban. Y al igual que la planta carnívora atrapamoscas, la avispa tal vez permanecía esperando con el abdomen abierto, para cerrarlo en respuesta a la presencia de algún anfitrión (quizá, insectos más pequeños).
Hoy no hay insectos con una estrategia similar para atrapar anfitriones, indican los científicos. Su descubrimiento indica que los insectos parasitarios antiguos como la S. charybdis tenían todo tipo de adaptaciones evolutivas que han desaparecido.
“Nuestros hallazgos sugieren que la Chrysidoidea tenía más estrategias parasitoides en el Cretáceo medio de lo que tienen hoy”, escribieron.
En lo personal, me alegra que la Madre Naturaleza haya olvidado algunas de sus estrategias y sus trucos.
Este artículo ha sido traducido de Gizmodo US por Lucas Handley. Aquí podrás encontrar la versión original.