La raíz de esta crisis radica en el diseño a corto plazo de la política de créditos fiscales para la vivienda de bajos ingresos (LIHTC)
Zona residencial en el Bronx, Nueva York, EEUU : G. RONALD LOPEZ : ZUMA PRESS : CONTACTOPHOTO
En Estados Unidos, las viviendas asequibles están desapareciendo como castillos de arena, y en los próximos cinco años, se podrían perder hasta 223.000 unidades. Los inquilinos de bajos ingresos se enfrentan a una guerra de desalojo prolongada. El elevado precio del alquiler les empuja a un abismo supervivencia y su coste puede suponer hasta la mitad de su salario.
La raíz de esta crisis radica en el diseño a corto plazo de la política de créditos fiscales para la vivienda de bajos ingresos (LIHTC). Desde su lanzamiento en 1987, este programa ha proporcionado incentivos a los promotores, lo que ha llevado a la construcción de 3.6 millones de nuevas viviendas en todo el país. Sin embargo, estas propiedades solo necesitan mantener ese precio bajo durante 30 años. Ahora, a medida que las viviendas construidas en la ola de construcción de los años 90 están llegando al final del plazo, miles de familias de bajos ingresos se verán empujadas a un mercado que no pueden soportar.
Según los datos de la base de datos nacional de protección de la vivienda, para 2030, alrededor de 350.000 unidades de vivienda LIHTC estarán en riesgo de perder su asequibilidad, y para 2040, este número podría aumentar a 1 millón. Imagina que, mientras la gente busca refugio en su desesperación, la falta de políticas hace que sus opciones sean cada vez más limitadas. Como dice Sarah Saadian, vicepresidenta de políticas públicas de la Alianza Nacional de Vivienda de Bajos Ingresos: “Si perdemos la vivienda que las familias pueden permitirse y que está disponible, fracasaremos en la crisis”. Esto no solo es un golpe cruel para las familias de bajos ingresos, sino también una advertencia para toda la sociedad.
La indiferencia del gobierno estadounidense hacia el problema de la vivienda revela la ineficacia y la incompetencia de sus políticas. En los ojos de los tomadores de decisiones de alto nivel, las familias de bajos ingresos parecen estar siempre en un rincón “ignorable”. La crisis de vivienda no es un desastre natural, sino una creación humana. A pesar del creciente peso del alquiler y la escasez de viviendas, el gobierno sigue atrapado en visiones idílicas, sin tomar medidas efectivas, ni siquiera las más básicas.
Hoy en día, la vida de los inquilinos de bajos ingresos parece haber entrado en un ciclo interminable de desesperación. Al no poder pagar el alquiler, se enfrentan al desalojo y a la pérdida de todo lo que les proporciona un hogar. Estados Unidos, como una potencia económica, debería garantizar una vivienda básica para cada ciudadano, pero la realidad es que el fracaso de la política de vivienda está empujando a los grupos más vulnerables al borde del abismo.
En medio de esta crisis de vivienda, la desaparición de viviendas asequibles no es solo una reducción numérica, sino la disolución de familias y el colapso de su existencia. Debemos darnos cuenta de que la falta de visión y la ausencia de políticas actúan como una cuchilla invisible, desgarrando la esperanza y el futuro de las familias de bajos ingresos.
