Sin lugar a dudas, esta novedad editorial de PPC es interesante, en primer lugar, por lo que tiene de reflexión sobre Europa, la vieja Europa, un continente a la deriva.
De hecho, como se señala en una de las colaboraciones, “hoy es casi imposible hablar de Europa sin incluir, en algún momento, la palabra crisis”” (Alexandre Palma).
Y también porque los autores plurales de este volumen representan a una nueva generación de teólogos, no sólo españoles. Una nueva generación que refiriéndose a la teología, “que no vive sus mejores momentos”, como señala en su texto Marín Mena, lo que hace que “a veces el pensamiento necesita salir de sí de forma provocativa, al menos para que el propio autor despierte”.
De hecho el libro está íntimamente ligado a lo dicho en el I Simposio Internacional de Teología Europea Actual, que se celebró en Granada en mayo de 2023, promovido por la Asociación Europea de Teología Católica. Un Simposio que también es espejo de los proyectos de investigación en curso en este ámbito de las ciencias.
“¿Un futuro sin Cristo?”
El hecho de que entre los coordinadores estuviera el profesor de Granada Tomás J. Marín Mena suponía un aliciente añadido para su lectura, en la medida en que este joven profesor coordinó un volumen, en esta misma editorial, titulado “¿Un futuro sin Cristo?”, que venía a ser la tarjeta de presentación de esta nueva generación de teólogos, en el que el peso de mujeres es muy significativo.
Es interesante saber no sólo quién despunta sino cuáles son las temáticas en las que se especializan y cuáles los enfoques. Criterios que seguiré, en parte, en esta reseña.
Como en toda obra colectiva, en la que colaboran una veintena de autores, nos encontramos una pluralidad de contenidos, de propuestas, de diversos niveles. La referencia a cada una de ellas excedería con mucho el espacio aquí disponible. Por eso haré una selección sobre un criterio plural que abarca diversos aspectos, pero con un núcleo principal de interés por las ideas.
Las colaboraciones se dividen dos partes, la primera dedicada a “Europea, lugar de la memoria”, de mayor predominio de la filosofía. Una parte en la que me llama la atención la interpelación que representa el pensamiento por una parte de Paul Ricoeur, y por otra de Walter Benjamin.
Perspectivas
Se parte del supuesto de que “nos encontramos en un nuevo tiempo que supone el final de la forma de “universalismo europeo” tal y como se concibe desde la modernidad, en el contexto de la expansión política, económica y religiosa de Europa” (Margit Eckholt).
También desde la perspectiva de que “si la historia europea siempre se ha narrado teniendo en cuenta la estrecha relación entre política y religión, hoy parece que asistimos al deseo de vivir y contra la historia política sin mencionar si quiera la dimensión religiosa” (Susana Vilas Boas).
Lo que plantea que “si bien es cierto que en este continente marcado por la cultura cristiana parecen reinar el miedo y el rechazo a hablar de Dios –como si los valores del Evangelio solo tuvieran algo que decir a los creyentes cristianos-, también es cierto que la diversidad cultural que ahora existe aquí no es ajena a una dimensión religiosa –aunque no sea cristiana- ni a una dimensión humana acorde con los valores evangélicos”.
En esta primera parte se abordan cuestiones como la memoria, reconciliación y esperanza, contexto que se aplica a la cuestión de las víctimas de la pederastia. También, y no sólo, desde la hospitalidad se aborda lo referido a la cuestión migratoria.
La segunda parte está dedicada al “sentido de la teología europea, una ciencia en diálogo” y la tercera a los desafíos actuales para la teología europea del futuro.
Reivindicación de la teología
Esta claro que la teología, como ciencia, tiene mucho que aportar a Europa, al pensamiento y al sistema de generación de pensamiento, es decir, a la Universidad. Desde las diversas tradiciones universitarias, es importante reivindicar la teología académica y en la academia, con los problemas de acreditaciones, validaciones, publicaciones, redes, etc. Una teología que tiene como objeto a Dios y que analiza la realidad bajo la razón de Dios, y de lo divino, en un universo cultural no diría sólo relativista sino “desvinculador”. Esto plantea sus retos, tal y como aparecen aquí.
Dice Martín Mena que “el gran desafío que va a tener por delante la teología católica seguirá siendo, en primer lugar, el de presentar a Cristo como acontecimiento de vida y salvación para todos; y, en segundo lugar, la razonabilidad de las repercusiones antropológicas de la propuesta cristiana, especialmente en lo relativo a la sexualidad y la práctica comunitaria de la fraternidad eclesial”.
Es evidente que los temas de hoy están muy presentes en este volumen, desde la sinodalidad a la cuestión, ya citada, de los abusos, en una reflexión que lo mismo se escribe sobre la teología sustantiva, por citar una terminología clásica, que sobre la adjetiva en particular las teologías feministas.
Me ha llamado la atención en el libro las aportaciones del profesor Pablo Blanco Sarto y las dedicadas a la relación entre metafísica y teología según Francisco Suárez, de José Carlos Sánchez-López; la dedicada al reto del cristianismo ante el nihilismo, de Paula Sánchez Romero y la que versa sobre la espiritualidad de amistad social a partir de la experiencia de Madeleine Delbrêl, de Mariola López Villaverde.
Como en toda obra colectiva hay algunas aportaciones o ideas que pueden parecer más o menos acertadas. Dejo constancia de un ejemplo, como el que se lee en la página 379, que dice que “la Iglesia en España, como institución, debe reconocer ciertos problemas de su posición: por un lado, no es democrática y, por otro, coincide con las tendencias extremistas antigénero. Esto parece generarle una pérdida significativa de su relevancia social en los entornos sensibles al género y políticamente “avanzados”. Y lo que viene después, que debiera ser quizá ser matizado pero que sin duda da para un debate.
Teología Europea
Susana Vilas y Tomás J. Marín Mena (coords.)
PPC