Incredulidad y algunas dudas que parecen razonables. Sí, el récord del mundo de maratón de Ruth Chepngetich es tan ‘inhumano’ que ya hay voces que apuntan al dopaje aunque las sospechas, al menos de momento, carezcan de fundamento. Entre otras cosas porque hablamos de una atleta de 30 años que ha pasado infinidad de controles a lo largo de su carrera, que incluye, no olvidemos, un oro mundial (Doha 2019) y otras dos victorias en Chicago.
Vamos, que la keniana no es una ‘donnadie’ por mucho que, y este dato es irrefutable, sea una barbaridad bajar más de cuatro minutos tu mejor marca personal y el récord del mundo casi otros dos. Además, hablamos de una corredora que no tiene entrenador, algo francamente extraño y que alimenta las dudas.
Ruth Chepngetich se impone en el maratón del Mundial de Doha 2019.Sam Barnes
“Yo no tengo entrenador. Me entreno a mí misma. Un entrenador no hará que tus piernas vayan rápido. He tenido éxito sin entrenador porque esto va del esfuerzo individual. Es la implicación y el sacrificio que pongas“, aseguraba poco después de volar por las calles de la Ciudad del Viento.
Yo no tengo entrenador. Me entreno a mí misma. Un entrenador no hará que tus piernas vayan rápido
Ruth Chepngetich, nueva plusmarquista mundial de maratón
“Obviamente, ya sé qué me funciona en los entrenamientos, así que mientras tenga un grupo de atletas (hombres) que puedan empujarme, estoy bien“, añadía la nueva plusmarquista, que ni siquiera entrena por los serpenteantes caminos de tierra rojiza que adornan el triángulo mágico que conforman las localidades de Eldoret, Iten y Kaptagat, casa habitual de todos los fondistas kenianos.
Hasta para eso es especial Chepngetich, que entrena en la pequeña localidad de Ngong, a las afueras de Nairobi. Eso sí, trabaja rodeada de hombres y ahí radica su secreto. Siempre corre al ritmo que marcan sus liebres masculinas y así prepara sus carreras.
Controles extras
Hasta aquí esta más que interesante ‘peculiaridad’ de la africana, que no desvela el porqué debería ser más difícil que acabara dando positivo por dopaje. Un dato que tiene más que ver con el Maratón de Chicago en sí que con ella.
Como es sabido, Chicago es uno de los seis ‘majors’ del circuito que agrupa a los mejores maratones del mundo desde 2006. Los otros cinco son Tokio, Boston, Londres, Berlín y Nueva York.
Carreras que atesoran un prestigio especial aunque a veces no sean las que más pagan a sus atletas de élite. Precisamente por eso, siempre han mostrado un enorme celo con todos los temas relacionados con el dopaje.
Hasta tal punto que en febrero de 2013 decidieron establecer sus propios controles de dopaje en Kenia y Etiopía a todas las estrellas que iban a participar en sus carreras. Éstos se realizarían desde seis meses antes de la prueba y obviamente se sumarían a los que ya realiza la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) de forma habitual a todos los atletas.
Si pese a todo, el atleta sucumbe a la tentación de doparse y es ‘cazado’ antes de, durante o tras su participación en un ‘Major’, deberá devolver el dinero que haya ganado en esa carrera y no podrá volver a participar en uno de esos seis maratones aunque la sanción correspondiente haya finalizado.
Estos fueros los ‘cazados’
¿Quiero esto decir que los atletas que corren ‘Majors’ no se dopan? No, ha habido casos y algunos muy recientes pero la verdad es que la inmensa mayoría de maratonianos que dan positivo han participado en otras carreras fuera de este exclusivo circuito.
Y es que si uno repasa la lista de ganadores de un ‘Major’ desde 2013, año en el que se implementan esos controles extras, los casos de dopaje son escasos.
Mencionemos primero al etíope Endeshaw Negesse, ganador en Tokio 2015, que un año después daría positivo por meldonium. Más conocido aún es el ex plusmarquista mundial Wilson Kipsang, ganador de cinco ‘majors’, que en 2020, ya con 38 años, fue suspendido por saltarse hasta cuatro controles de dopaje.
Wilson Kipsang posa para una entrevista en MARCA en 2014.JOMA
Más reciente es el caso de Lawrence Cherono, ganador en Boston y Chicago en 2019, que en 2022 fue suspendido por el consumo de trimetazidina. Antes, en 2020 fue suspendido por irregularidades en su pasaporte biológico Daniel Wanjiru, primero en Londres 2017.
Sólo tres mujeres en 12 años
Entre las mujeres destaca el nombre de Rita Jeptoo, que fue suspendida en 2014 tras imponerse en Boston y Chicago -sería luego descalificada en sendas carreras-. La keniana, que dio positivo por EPO, ya había ganado ambos ‘Majors’ un año antes.
El caso de Jemima Sumgong no es muy distinto. Campeona olímpica en Río 2016 y ganadora ese mismo año en Londres, fue ‘cazada’ en 2017 por el consumo de EPO y sancionada ocho años.
Sumgong había dado ya positivo en 2012 por prednisolona pero la entonces IAAF (actual World Athletics) revocó esa sanción, razón por la que pudo seguir corriendo ‘Majors’.
Por último, Sarah Chepchirchir, ganadora en Tokio 2017, recibió una suspensión de cuatro años en 2019 por anomalías en su pasaporte biológico.
