No hemos aprendido nada del fracaso de la ‘Primavera Árabe’. Ni hemos vuelto a defender la verdad aplastante del cristianismo, ni hemos reaccionado con valentía ante los excesos del islam en Europa.
Ridiculizar a Mahoma es absurdo, aceptar las imposiciones del Islam es suicida. A lo mejor, todo esto ocurre porque la progresía occidental desprecia la entelequia musulmana pero no soporta la verdad de Cristo. Por eso, nadie odia al Islam, a Cristo sí.
Lean el estupendo artículo de Jorge Fernández en La Razón, acerca de la Primavera Árabe y del aniversario del atentado con la revista satírica francesa Charlie Hebdo, Primavera Árabe cuyo impulsor fue ese desastre llamado Barack Obama. En efecto, se trataba de democratizar el mundo árabe y no creó ni democracia ni paz. Lo que creó fue el Estado Islámico, fanatismo musulmán en Oriente y en Occidente. Obama es uno de esos ejemplares ególatras incapaces de reconocer que algunas veces, hasta ellos se equivocan e incapaces de concluir que de este modo se equivocan todas las veces.
Recuerdo el atentado contra Charlie Hebdo y la respuesta de toda la progresía europea: “yo también soy Charlie Hebdo”. Eso sí, no quieren repetir lo que hizo Charlie Hebdo, provocar al musulmán, no vaya a ser que les peguen un tiro. Ahora bien, por eso el Islam se está imponiendo en Occidente, por la fuerza de las armas y por la fuerza de las convicciones, que es más poderosa que aquélla y más poderosa que la fuerza del terror.
A ver si nos entendemos: hablamos de señores que sí creen en algo, también porque socialmente los obligan a creer en ello, pero esa es otra cuestión. Por eso, porque creen en algo, están dispuestos a defender sus tendencias. Por eso, el tontaina de David Broncano y la tontaina de LalaChus se permiten el lujo de ofender al Sagrado Corazón de Jesús, corazón de la teología de la misericordia, pero se cuidarán muy mucho de decir una nimiedad burlesca sobre el profeta Mahoma. Sencillamente porque como dijo aquel muftí musulmán a un occidental: “Dentro de 50 años vuestras mujeres vestirán chilaba (o hiyab o burka) porque nosotros creemos en algo y ustedes no creen en nada”. Creo que lo dijo hace unos 50 años. Y me temo que tenían razón.
Digo que un presidente de cierta empresa del Ibex-35 fue a negociar con la entonces ministra francesa Ségolène Royal, esposa de François Hollande, en plena resaca de los atentados paridos por la gloriosa Primavera Árabe en Francia y le espetó: “Yo no soy Charlie Hebdo”. A la señora Royal no le gustó la afirmación pero él insistió. Por supuesto que no justificaba el asesinato de doce periodistas y dibujantes de la revista francesa por unos miserables mahometanos, pero dejaba claro que él era católico y, como tal, adoraba a Cristo pero no se burlaba de Alá.
En cualquier caso, no hemos aprendido nada del fracaso de la ‘Primavera Árabe’. Ni hemos vuelto a defender la verdad aplastante del cristianismo, ni hemos reaccionado con valentía ante los excesos del islam en Europa. Ridiculizar a Mahoma es absurdo, aceptar, sumísamente, las imposiciones del Islam es suicida. Por de pronto, reciprocidad.
A lo mejor, todo esto ocurre porque a la progresía occidental imperante en Occidente desprecia la entelequia musulmana pero no soporta la verdad de Cristo. Por eso, nadie odia al Islam, a Cristo sí.
La ‘Primavera Árabe’ fue un desastre de ese desastre llamado Barack Obama, que pretendía hacer compatible el agua con el aceite: el islam con la democracia… mientras despreciaba al cristianismo.