El ejercicio es una de las herramientas más poderosas para mantener nuestra salud física y mental, y más si nos acercamos a la etapa que rodea la perimenopausia y menopausia en las mujeres. Sin embargo, las mujeres no suelen priorizar la actividad física sobre otras de su día a día.
Según un artículo reciente de The New York Times, Let’s Get Physical: How Women Discovered Exercise and Reshaped the World, escrito por Danielle Friedman, solo el 33% de las mujeres cumplen con las recomendaciones semanales de ejercicio aeróbico, frente al 43 % de los hombres.
Friedman lo relaciona con desigualdades sociales, barreras emocionales y fundamentalmente, la falta de tiempo, que afecta a la capacidad de las mujeres para priorizar su bienestar físico sobre el resto de tareas.
El tiempo es el gran obstáculo
Danielle Friedman señala el tiempo como una de las razones más significativas por las que una mujer no hace ejercicio. Según un informe de 2024 del Gender Equity Policy Institute, las mujeres tienen un 13% menos de tiempo libre que los hombres debido a las responsabilidades domésticas y familiares. Las mujeres desde los 35 tienen una hora menos de tiempo libre al día en comparación con sus parejas masculinas.
Eve Rodsky, autora de Fair Play, explica que los hombres suelen elegir tareas que pueden planificar alrededor de sus horarios, como cortar el césped o reparar algo en casa, mientras que las mujeres asumen tareas que deben encajar en los horarios de los demás, como preparar la comida para los hijos o cocinar la cena. Esta dinámica deja a las mujeres con menos control sobre su tiempo libre y, a menudo, sin espacio ni ganas para priorizar el ejercicio cuando tienen un hueco libre.
¿Nos cuesta más a las mujeres?
Esta desigualdad a la hora de practicar el ejercicio comienza desde la infancia. Según la profesora Melissa Bopp, de la Universidad Estatal de Pensilvania, los niños tienen mayor acceso y frecuentan con mayor asiduidad las instalaciones deportivas que las niñas.
Este desequilibrio persiste en la época adulta, donde los hombres tienden a sentirse más cómodos en espacios de ejercicio como gimnasios o salas de pesas, mientras que las mujeres a menudo enfrentan inseguridad a la hora de comenzar a ejercitarse en estos espacios.
Las mujeres suelen ver el ejercicio como una herramienta para perder peso. iStock
Además, las mujeres suelen ver el ejercicio como una obligación para perder peso en lugar de una actividad que les brinde placer. Según la Dra. Martha Gulati, esta percepción reduce la capacidad del ejercicio para ser una herramienta efectiva de alivio del estrés. “Si no encontramos alegría en el ejercicio, no necesariamente buscaremos un tiempo para ello”, afirma.
El impacto de no hacer ejercicio
La falta de ejercicio tiene consecuencias serias para la salud de las mujeres. Aunque las mujeres viven en promedio seis años más que los hombres, pasan una mayor proporción de su vida con problemas de salud, destacando las enfermedades cardíacas, diabetes y depresión, que tienen una incidencia mayor a partir de las épocas de perimenopausia y menopausia.
Paradójicamente, un estudio de 2024 sugiere que las mujeres pueden obtener más beneficios que los hombres con la misma dosis de ejercicio. “Hacer algo es mejor que no hacer nada para ambos géneros”, dice la Dra. Gulati, coautora del estudio. “Pero, por razones que aún no comprendemos del todo, las mujeres obtienen más beneficios”.
Cómo superar las barreras para hacer ejercicio
- Encuentra un compañero o compañera de ejercicio. Tener un compañero de ejercicio puede aumentar la motivación y generar una sensación de responsabilidad compartida. Esto es especialmente útil para las mujeres que pueden sentirse inseguras o fuera de lugar en ciertos entornos de ejercicio.
- Cambia la perspectiva. En lugar de ver el ejercicio como un lujo o una tarea secundaria, las mujeres deben enmarcarlo como una parte esencial de su capacidad para cuidar a los demás ya que, según la Dra. Bopp, cuidar de tu cuerpo y mente te permite estar en mejores condiciones para apoyar a tu familia y seres queridos.
- Prioriza el movimiento diario. No es necesario dedicar horas al gimnasio para obtener beneficios. Pequeñas sesiones de movimiento a lo largo del día, como caminar, estirarse o hacer yoga, pueden marcar una gran diferencia y son básicas para empezar y aficionarse al ejercicio.
- Celebra el progreso. Celebrar incluso pequeños avances puede ayudarte a mantener el hábito a largo plazo. Las mujeres que logran mantener rutinas de ejercicio constantes son aquellas que se permiten cierta flexibilidad y autoaceptación. Es crucial que las mujeres reconozcan el valor de cuidar su salud física y mental, no como un lujo, sino como una necesidad.