Los registros de eclipses solares históricos nos permiten medir los cambios en la duración del día terrestre a lo largo de la antigüedad. (Romeo Durscher/NASA)
El día y la noche parecen durar siempre 24 horas, pero la realidad es que la Tierra no es tan precisa. Nuestro planeta es una bola viscosa que gira rápidamente mientras orbita al Sol y está influida por la atracción gravitatoria de la Luna. Por eso, la rotación de la Tierra no sigue exactamente el marco de 24 horas.
A lo largo del tiempo, los científicos han notado que la duración del día cambia ligeramente. Algunos de estos cambios son fáciles de explicar: la Luna, el rebote de la corteza tras glaciaciones pasadas y los cambios en el agua y el hielo afectan la rotación. Sin embargo, en periodos más largos, de mil años, hay una fluctuación de 3 a 4 milisegundos que es más misteriosa.
Un equipo de geofísicos de la ETH de Zúrich cree haber encontrado la causa: el núcleo de hierro fundido de la Tierra. Descubrieron que pequeños movimientos en el límite entre el núcleo y el manto podrían estar afectando la rotación. Aunque ya había intentos previos de vincular estos movimientos con datos observados, las tecnologías no eran tan avanzadas como ahora.
Para estudiar esto, los investigadores tuvieron que aislar esta fluctuación de todas las demás conocidas. Usaron modelos detallados para simular los efectos del hielo, el agua y la influencia de la Luna. También analizaron datos históricos de eclipses y ocultaciones lunares, además de mediciones modernas del campo magnético terrestre.
Con la ayuda de una red neuronal y modelos avanzados, concluyeron que las fluctuaciones milenarias concuerdan con el movimiento del núcleo fluido externo de la Tierra. Esto apoya la idea de que la dinámica interna del planeta es clave para entender estos cambios.
Sin embargo, el misterio no está completamente resuelto. Los investigadores señalan que todavía hay margen de error y que necesitamos recopilar más datos para afinar los modelos actuales. Además, hace falta un modelo físico más integral que combine varios aspectos de la dinámica del núcleo.
En resumen, aunque el estudio arroja luz sobre la influencia del núcleo en la rotación de la Tierra, aún queda mucho por descubrir. Entender completamente estos pequeños cambios requiere seguir observando y mejorando nuestras herramientas científicas.
Este avance, publicado en Geophysical Research Letters, refuerza la importancia de estudiar a fondo la Tierra para desentrañar todos sus misterios.