L. G.
Viernes, 24 de enero 2025, 18:41
La hora de la cena está relacionada con nuestra salud. En general, estamos acostumbrados a cenar tarde y este hábito condiciona nuestro bienestar. Es una tradición profundamente arraigada en nuestro estilo de vida, influida por largas jornadas laborales que se extienden hasta bien entrada la tarde y por el placer de socializar en largas cenas nocturnas. Sin embargo, esta costumbre, tan característica de nuestra cultura y percibida como una peculiaridad que nos distingue en Europa, plantea una pregunta: ¿es realmente saludable cenar a las 10 de la noche o incluso más tarde?
El neurólogo Conrado Estol, una figura destacada en salud y bienestar, ha abordado este tema recientemente. En un vídeo compartido en su cuenta de TikTok, donde divulga consejos prácticos para mejorar la calidad de vida, el experto explica por qué cenar antes de las 18:00 horas sería más beneficioso para nuestro organismo.
El doctor Estol nos invita a remontarnos a la prehistoria para entender nuestra biología. Hace 30.000 años, cuando la humanidad vivía en cavernas y dependía de la caza, las cenas tardías no eran una opción. La oscuridad llegaba temprano, entre las 17:00 y las 18:00 horas, dificultando la caza y aumentando el riesgo de consumir alimentos en mal estado. Por esta razón, los hábitos se alineaban con el ciclo natural de la luz: cazar y comer durante el día y descansar al anochecer.
«Vamos a la caverna, 10.000, 15.000 años para atrás, cuando los señores que hacían agricultura, o incluso más lejos, a la era de hielo, 30.000 años atrás. A la noche no comían, se iba la luz a las 5 o 6 de la tarde, y los muchachos de noche descansaban» explica el doctor, señalando que en ausencia de luz eléctrica, las actividades humanas se limitaban drásticamente al caer el sol.
La importancia de la hora de la cena: «El tubo digestivo no está preparado para digerir a esa hora»
Según el neurólogo, este estilo de vida ancestral dejó una huella en nuestra biología. El sistema digestivo humano está optimizado para trabajar durante las horas de luz. Por la noche, su capacidad disminuye, lo que hace que las comidas tardías no solo generen una sensación de pesadez, sino que también afecten procesos fundamentales como la digestión y la calidad del sueño. «No es que después estás pesado porque te fuiste rápido a la cama, no. Es que el tubo digestivo no está hecho para digerir a esa hora. Está hecho para digerir antes, temprano a la mañana», asegura el especialista.
El doctor Estol destaca que esta idea está en línea con la conocida frase: «Desayunar como un rey, comer como un mendigo». Un desayuno completo y una comida ligera permiten que el organismo aproveche mejor los nutrientes y se adapte a su reloj biológico. Por el contrario, cenar tarde puede sobrecargar el sistema digestivo en un momento en el que debería estar en reposo, lo que podría influir negativamente en la regeneración celular nocturna y el bienestar general.
