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La diosa de los mil nombres: el culto que se esparció por el Mediterráneo y se veneró en todo el mundo – National Geographic en Español

Autor: National Geographic en Espanol

«De Algeciras a Estambul», la presencia de esta diosa egipcia moldeó algunas de las religiones más profesadas del mundo. Conoce su historia.

El 24 de agosto el año 394 d.C. la vida de Esmet-Akhom estaba en riesgo. El emperador romano Teodosio había dado la orden de cerrar todos los templos de un culto distinto al cristiano. Esmet-Akhom era probablemente el último sacerdote egipcio y también la última persona capaz de leer jeroglíficos. Antes de ser capturado, logró tallar en un muro del templo de File, un mensaje que pasaría a la posteridad:

“Ante Mandulis, hijo de Horus, palabras dichas por Esmet-Akhom, segundo sacerdote profeta de Isis, para que viva por siempre.”

Esta es la última inscripción conocida en jeroglíficos egipcios y representa el fin de un imperio enorme y espléndido. Sin embargo, la herencia egipcia sigue presente en nuestras vidas. Desde la importancia del trigo –y sus derivados como pan y cerveza– hasta la influencia espiritual que tuvo en las creencias religiosas que se practican al día de hoy, los egipcios vencieron las barreras del tiempo. 

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La diosa de los mil nombres

La diosa Isis amamantando a su hijo Horus / Wikimedia Commons
La diosa Isis amamantando a su hijo Horus / Wikimedia Commons

A través de la historia, la diosa egipcia Isis ha tenido distintos rostros y nombres. Tras la conquista de Egipto a manos de Alejandro Magno, el culto a Isis se extendió por todo el Mediterráneo. Aunque la diosa que conocieron los atenienses, los galos, los romanos o los pobladores de la península Ibérica poco tenía que ver ya con la diosa faraónica, la presencia divina, fértil y maternal seguía ahí. Es quizás la necesidad humana de protección lo que hizo que el culto a Isis se mantuviera vigente siglos después de la caída del Imperio Egipcio.

“Yo soy la señora de la guerra.

Yo soy la señora del rayo.

Yo aplaco el mar y desencadeno la tormenta.

Yo estoy en el aura del sol.

Yo indico la ruta del sol.

Lo que pienso, se cumple.”

-Fragmento (versos 41 a 46) Himno de Cime encontrado en el Templo de Ptah en Menfis.

La mujer ilustre

En el siglo XIV el escritor italiano Giovanni Boccaccio incluyó a Isis en su obra «Acerca de las mujeres ilustres». El texto trata sobre algunas de las figuras femeninas más importantes hasta entonces y, por supuesto, no podía omitir a la diosa egipcia.

De Claris Mulieribus de Bocaccio / Bibliothèque nationale de France

Boccacio describe el viaje de Isis en una barca, la nombra como reina de Egipto y le atribuye la invención y enseñanza de la agricultura y la lengua, pilares de la construcción cultural del Antiguo Egipto. Tan lejos temporalmente del culto a Isis, Boccacio conoció a la diosa a través de los escritos de autores romanos. Pero éstos a su vez, conocieron un culto a Isis muy tardío, para entonces la diosa egipcia ya se había fusionado con las deidades principales de cada región.

En Grecia, existieron figuras divinas como Isis-Démeter, Isis-Afrodita e Isis-Perséfone. Por otro lado en el corazón de Roma, dentro del Templo de Venus, se encontraba una estatua de Isis como Señora del Amor.

Isis y la llegada del cristianismo

Madonna del Popolo / Federico Barocci
Madonna del Popolo / Federico Barocci

Volvamos al año 394, el cristianismo es la nueva religión del Imperio Romano. La manifestación de cualquier otra creencia es reprimida. Pero el conjuro escrito por Esmet-Akhom en el templo de File es efectivo. La diosa sigue viviendo. 

Al igual que pasó con muchos otros símbolos paganos, como las celebraciones del solsticio de invierno, el cristianismo importó una figura religiosa: Isis, la madre de todos los dioses se volvió la Virgen María, la madre de Jesús. Una imagen familiar, la de Isis amamantando a su hijo Horus, entró a las iglesias como María cargando al Cristo infante en brazos. 

Algunas advocaciones de Isis estaban pintadas de negro, el color de la tierra y por lo tanto de la fertilidad. Las imágenes trascendieron al tiempo y se convirtieron en las vírgenes negras que con frecuencia se encuentran en las antiguas iglesias europeas.

La religión egipcia desapareció, pero Isis se mantuvo viva por siempre.

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