La dieta mediterránea es el patrón de una buena alimentación, pero algunos pequeños cambios pueden hacerla incluso más saludable. Una investigación liderada por la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) revela que la transición de una dieta mediterránea tradicional a una vegana, con un aumento de la ingesta de alimentos de origen vegetal, puede ofrecer beneficios cardiovasculares extra, como la reducción de los niveles de colesterol y de la presión arterial.
El estudio, conocido como OMNIVEG, quiso conocer los efectos de sumar lo mejor de dos dietas sanas. Los participantes siguieron durante cuatro semanas una dieta mediterránea en la que cambió el origen de la proteína de animal a vegetal: los pescados, la carne blanca (de ave), los lácteos y los huevos fueron sustituidos por legumbres y frutos secos. Los resultados mostraron que con estas variaciones mejoran marcadores clave como el colesterol y la presión arterial.
Los participantes que siguieron la dieta mediterránea vegana experimentaron una reducción significativa en los niveles de colesterol total (-22.6 mg/dl) y en el llamado ‘colesterol malo’ -LDL, lipoproteínas de baja densidad, por sus siglas en inglés- (12.8 mg/dl), dos indicadores clave de riesgo cardiovascular. Mientras, la presión arterial sistólica se redujo en 7.3 mm Hg y la diastólica en 4.9 mm Hg. Pero además de los beneficios en el perfil lipídico, el trabajo también observó una mejora en el estado inflamatorio de los participantes, medida a través de la ratio neutrófilo-linfocito, un marcador de inflamación crónica.
“Con un mayor consumo de proteínas de origen vegetal y menos de las de origen animal se produce una mejora no solo de los indicadores cardiovasculares, sino también en el sistema inmunológico”, confirma Miguel López-Moreno, investigador principal del estudio.
A pesar de los claros beneficios metabólicos, el estudio no encontró cambios significativos en la composición corporal, incluyendo el VO2max (capacidad cardiorrespiratoria), el peso corporal o el porcentaje de grasa, lo que muestra que los efectos positivos de la dieta mediterránea vegana se centran en mejorar la salud cardiovascular sin influir de manera significativa en la composición física. Es decir, no hubo cambios en la masa corporal o en la capacidad respiratoria, pero sí beneficios metabólicos evidentes, subrayan los autores.
La población del estudio fueron jóvenes sanos, lo que a juicio de los investigadores, subraya el potencial de esta nueva dieta para reducir los riesgos cardiovasculares en todos los grupos, no solo en los mayores, que habitualmente presentan unos niveles de colesterol más altos. “La dieta mediterránea vegana se posiciona como una opción viable para quienes buscan prevenir enfermedades crónicas a largo plazo“, añade Jorge Gutiérrez-Hellín, coautor de la investigación.
El estudio abre una puerta a la mejora de las dietas y permite entender sus efectos a largo plazo. En cualquier caso, los investigadores aconsejan que quienes se planteen llevar a cabo una transición hacia una alimentación vegana consulten a nutricionistas o médicos especializados para asegurar el cumplimiento de todos los requisitos nutricionales para que los beneficios sean también duraderos. De hecho, los autores del estudio dotaron a los participantes de herramientas para comprender los cambios de la dieta y de alternativas. “El gran problema de muchas personas que están pensando en hacer una transición hacia alimentos más sanos es que no conocen las alternativas”, asevera López-Moreno. “La supervisión profesional es fundamental para evitar posibles deficiencias nutricionales y garantizar una transición saludable a una dieta totalmente vegana, además de personalizarla para que cumpla con los objetivos y las necesidades específicas de cada individuo”, indica el equipo de investigación.
Los autores son conscientes de que en la conformación de una dieta existen factores socioculturales y tradicionales que pueden dificultar la eliminación de algunos alimentos. “Pero como científicos, buscamos lo más óptimo para que diferentes actores, como la administración o la industria alimentaria, los tengan en cuenta”, concluye López-Moreno.