La DANA y su efecto devastador en las artes escénicas valencianas – Artezblai

Autor: Maria Angeles Marchirant

En los últimos días, la Comunidad Valenciana ha vuelto a enfrentarse a uno de los fenómenos meteorológicos más devastadores de la península: la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA). Aunque estamos acostumbrados a escuchar noticias sobre inundaciones, daños en infraestructuras y pérdidas agrícolas, poco se habla del impacto que esta catástrofe tiene en un sector cultural especialmente vulnerable: las artes escénicas.

Desde hace años, las compañías teatrales, los festivales y los pequeños teatros independientes luchan por mantenerse a flote frente a una combinación de problemas estructurales: la precariedad laboral, el limitado acceso a subvenciones y la competencia con otras formas de entretenimiento digital. Sin embargo, los efectos de la DANA han agravado esta situación, poniendo en riesgo la supervivencia de muchas iniciativas culturales en la región.

Lluvia. Inundaciones. Daños millonarios. Son palabras que, desafortunadamente, se han vuelto familiares cuando la DANA decide mostrar su cara más despiadada. Pero entre titulares sobre infraestructuras destrozadas y campos anegados, hay una historia que apenas se escucha: la de las artes escénicas. En la Comunidad Valenciana, un sector ya frágil enfrenta un golpe que podría ser definitivo.

La cultura bajo el agua: la DANA y el grito ahogado de las artes escénicas valencianas. Daños materiales y pérdidas económicas.

El paso de la DANA ha dejado un rastro de destrucción en numerosos espacios escénicos. Las programaciones para estas fechas, que representan una de las principales fuentes de ingresos anuales para muchas compañías, han tenido que cancelarse o reprogramarse, enfrentándose a gastos imprevistos y pérdidas irreparables.

Por ejemplo, los teatros han sufrido inundaciones que no sólo han destruido escenografías, sino también costosos equipos técnicos, desde sistemas de iluminación hasta equipos de sonido, incluso vestuarios. En los casos más graves, las estructuras mismas de los escenarios han quedado comprometidas. Esto no sólo retrasa las actividades culturales, sino que supone un golpe económico insostenible para las pequeñas compañías. Las intensas lluvias han ocasionado filtraciones y daños numerosos en ellos, en algunos casos por un mantenimiento insuficiente debido a años de recortes presupuestarios.

Con fecha de 14 de noviembre, el informe de impacto de la DANA en el sector escénico privado valenciano se cifra en más de 6 millones de euros el total de pérdidas entre daños materiales, daños en salas y suspensión de funciones. Esta cifra corresponde al estudio que se está elaborando en Valencia, impulsado y coordinado por la asociación AVETID, en el que están trabajando, unidas y con ahínco, muchas de las asociaciones que forman parte del tejido cultural valenciano: AVED, Associació Valenciana d’Empreses de Dansa, GC Gestió Cultural, Associació Valenciana de Professionals de la Cultura, AVETID, Associació Valenciana d’Empreses d’Arts Escèniques, PROTEA, Professionals del Teatre d’Alacant, ADVAEM, Associació de Distribuïdors Valencians d’Arts Escèniques i Música, COMITÈ ESCÈNIQUES, Associació de Creadors i Creadores d’Arts Escèniques Valencianes, AVEET, Associació Valenciana d’Escriptores i Escriptors Teatrals, APCCV, Associació de Professionals de Circ de la Comunitat Valenciana, APDCV, Associació de Professionals de la Dansa de la C. Valenciana, AAPV, Actors i Actrius Professionals Valencians y PROART, Professionals d’Arts Escèniques de Castelló i Comarques.

Un documento vivo y abierto que no ha dejado de actualizarse desde su creación, tras el fatídico 29 de octubre, donde la debacle inundó de fango nuestras vidas, para hacer una radiografía en profundidad del impacto de este trágico episodio meteorológico sin parangón.

Únicamente en espectáculos producidos y ya en gira, las pérdidas en material técnico, escénico, vestuario, escenografía, atrezzo, etc. rondarían los 3 millones de euros, según la primera estimación, mientras que los daños en almacenes, locales, salas de teatro y elementos de transporte superarían los 600.000 euros.

Este primer informe de trabajo también detalla todo el personal afectado laboralmente hasta el momento, sumando un total de 721 personas entre personal fijo (135), personal afectado por funciones canceladas y/o aplazadas (586) o personas afectadas directamente en relación con las empresas o compañías con bienes personales afectados (231). Así mismo, se cifra en 795 las altas perdidas en la Seguridad Social, tanto por la paralización de ensayos (131 personas) como por funciones suspensas y/o aplazadas (664 personas).

En este sentido, las compañías valencianas se han visto obligadas, a fecha de hoy, a cancelar 365 funciones y aplazar otras 146, con unas pérdidas superiores al millón de euros. Por lo que respecta a las salas privadas de teatro de las provincias de València y Castellón, los efectos de la DANA de octubre han obligado a suspender 173 funciones y a posponer 73, cifrando la cantidad económica estimada de la pérdida total de funciones afectadas en 367.000 euros y la estimación de la pérdida de ingresos por taquilla, consecuencia de la reducción de asistencia de público prevista entre el 29 de octubre y el 31 de diciembre, en 682.000 euros.

¿Dónde están las instituciones?

La comisión de crisis de diferentes asociaciones y ámbitos cultures (16 hasta el momento) se ha constituido con el objetivo de ayudar a las empresas y profesionales del sector en esta situación, que podría ser más grave, incluso, que la vivida durante la pandemia de la COVID-19, a través de la colaboración con las administraciones públicas y la consecución de ayudas para las empresas, compañías, salas damnificadas y profesionales.

Ya se trabaja junto al Ministerio de Cultura en la canalización de estas ayudas y se mantuvo una reunión directamente con el mismo ministro, Ernest Urtasun, el pasado 21 de noviembre que mostró el compromiso de su ministerio y del Gobierno de España en el acompañamiento y ayuda al sector en la línea de las que se dieron en la COVID, de momento ha mantenido contacto directo con éste.

Respecto al Ayuntamiento de Valencia, la segunda reunión que ha mantenido con nuestro sector ha sido para decirnos que saldrán unas ayudas para 2025 para toda la ciudad de Valencia y que para ello crearán una comisión, en la que habrá un representante del sector junto a técnicos del ayuntamiento, y que pasarán mínimo tres meses para tener nuevas noticias. De momento sólo palabras y palabras, que se mueven como si estuviéremos viendo una partida de ping-pong. El tiempo nos dirá qué hay de verdad en todo esto.

Respecto a la Generalitat Valenciana, podemos decir que acaban de sacar unas ayuda en el BOE (DECRETO 172/2024, de 26 de noviembre) donde, sin entrar a valorar la cuantía que dan en esta “ayuda” (sólo hay que entrar si alguien tiene curiosidad) se especifica que “sólo podrán acceder a ellas empresas que tenían actividad económica en funcionamiento el 28 de octubre de 2024 en los municipios afectados y que, como consecuencia de la DANA, y hayan sufrido daños materiales en sus bienes situados en naves, locales, establecimientos o espacios vinculados al desarrollo de su actividad económica”, por lo que conforme a ello se entiende que aquellas compañías, festivales y empresas de distribución con producción propia, que tenían su material en empresas de servicios técnicos cuyas naves han sido arrasadas en este siniestro, quedan fuera de estas ayudas (un número muy alto si nos paramos a hacer cálculos), pero algo es algo y compañeros nuestros podrán tener una pequeña ayuda, que falta les hace. No hay más noticias por su parte…parece que para este gobierno valenciano no todos somos sector. Tremendo, siempre recogiendo migajas en el mejor de los casos.

Pero de justicia es hablar de las excepciones y, por tanto, agradecer al Teatro Escalante y a la Diputación de Valencia, su apoyo incondicional desde el primer momento, a todo el sector cultural valenciano, no sólo personal sino también económico, porque están desde el primer momento estuvo en contacto directo con todos los afectados, estudiando la manera de hacer efectiva la ayuda económica y la reactivación del trabajo. Al rey lo que es del rey.
Los profesionales de las artes escénicas valencianas queremos transmitir nuestra solidaridad y compromiso con todas aquellas personas que en estos tiempos convulsos se han visto afectadas por la DANA. Amigos, vecinos y compañeros que han sufrido pérdidas materiales y vitales. Compañeros que lo han perdido todo. Cómo sabéis, por desgracia, también hay personas trabajadoras de las artes escénicas entre los damnificados. Todos estamos afectados por lo que ha pasado. Pero no podemos permitir que el dolor nos paralice y por supuesto tampoco se debe paralizar la actividad cultural, porque no sólo es necesaria para la sociedad, sino que también de ella dependen muchas familias y empresas que también ha sido damnificadas, no sólo a nivel profesional, sino también personal.

Y no es una queja porque sí, nuestro sector ya aprendió, a golpes, durante la pandemia, que el tiempo perdido no se recupera. Sin apoyo real, la cultura queda desprotegida frente a cada crisis, ya sea sanitaria, económica o climática. Este es un momento de urgencia, y los parches no bastan. Las compañías, los teatros y sus trabajadores necesitan medidas estructurales, ayudas inmediatas y, sobre todo, una sensibilidad que parece ausente en muchos despachos.

Impacto social y cultural: un golpe a la ciudadanía

La DANA no sólo ha golpeado físicamente a los espacios, sino también al público y a los artistas. En un sector que ya lucha por atraer espectadores en la era postpandemia, la cancelación y/o aplazamientos de espectáculos supone un retroceso en la consolidación de audiencias. La incertidumbre climática disuade a los espectadores de asistir a eventos al aire libre, incluso en fechas posteriores, afectando directamente a los ingresos de las compañías y a la moral de los creadores y profesionales de nuestro sector.

Además, el impacto psicológico para los artistas es considerable. La preparación de una obra, un concierto o una performance implica meses de esfuerzo y planificación. Ver cómo el trabajo de tanto tiempo queda arruinado por las inclemencias del tiempo es un golpe emocional que se suma a la precariedad económica que ya enfrenta el sector.

Ahora más que nunca las instituciones tienen que ampliar presupuestos y ampliar programaciones, por muchas razones, pero la más obvia, que parece no tenerse en cuenta, es que, si no se refuerza el sector cultural en estos momentos, nos encontraremos con un panorama desolador para nuestra supervivencia. Con esto quiero decir, que, si no hay un compromiso real y mantenido en tiempo y forma, por las instituciones públicas a las que les compete ayudar nuestro sector, seguirá pasando lo siguiente:

Seguirá perjudicada la economía directa. Las compañías programadas y sus trabajadores (algunos de los cuales, por cierto, afectados también en lo personal) se ven privadas de trabajo (y por tanto de remuneración) en un momento extremadamente delicado. Recordamos que los ingresos de los artistas son irregulares e inestables y que si no podemos subir a los escenarios no cobramos nada. Las compañías que no están trabajando en estos días y, por tanto, no están cobrando, quizás puedan recuperar esas fechas de exhibición más adelante (importante, ocupando fechas en las que podrían estar trabajando en otros lugares -y cobrando otros sueldos-) pero de forma irremediable están ocupando el lugar otras compañías que habrían trabajado en esas fechas si no se hubiera aplazado su actuación. Por lo tanto, en la práctica, los aplazamientos del presente son cancelaciones del futuro. Mirándolo de esta manera, un aplazamiento es en realidad una cancelación.

eguirá perjudicada la economía indirecta. Cuando el público viene a ver los espectáculos no sólo paga su entrada, sino que genera a su alrededor una actividad económica indirecta que repercute en otro tipo de empresas: restauración, aparcamientos, taxis, gasolineras, etc.

eguirá perjudicada la ciudadanía. La cultura, y en particular las artes escénicas, por lo que tienen de presencialidad, está altamente reconocida por los profesionales de la salud mental como una herramienta muy valiosa para vehicular y exteriorizar emociones, para ayudar el espectador a entrar en contacto con ellas. Las artes escénicas son un espacio de encuentro y de cura colectiva y prestan a la ciudadanía un servicio muy necesario ahora mismo. Además, seguir con la programación habitual no puede perjudicar a nadie: quien no quiera ir que no vaya, pero quien quiere ir tiene la posibilidad de hacerlo. Creo que este punto nunca lo ha tenido presente la política cultural y no está de mes recordarlo.

Pero de justicia es hablar, de nuevo, de las excepciones y ponderar el trabajo de prácticamente todo el sector cultural valenciano que se ha unido por el dolor y una causa común: la supervivencia. Y quiero agradecer y aplaudir, en especial, a todos los profesionales que nos están tendiendo la mano, cada uno como puede: realizando una gala benéfica, los gestores y festivales que no sólo mantienen su programación sino que la amplían (sin apenas presupuesto) con alguna contratación más de una empresa damnificada (ya sea compañía o empresa de distribución, sendas empresas dan trabajo a muchos profesionales) y que están intentando convencer con buenos argumentos y buena praxis a sus políticos de mantener el apoyo al sector cultural, ahora más que nunca, las compañías que están regalando sus materiales a otras que se han quedado sin nada o que adelantan pagos o que regalan el caché de una función para ayudar a compañeros damnificados, etc. Son muchos los ejemplos que podría poner y que se convierten en esperanza y caricias que nos calman el dolor que nos pincha el alma.

La cultura, ese motor social y emocional que muchos subestiman, ha vuelto a quedar en un segundo plano. Para los teatros y compañías afectadas, no hay margen de error, ni mucho menos tiempo. Aquí, las pérdidas económicas se traducen en vidas en pausa, en sueños que tropiezan con el barro y en un público que podría dejar de creer en la magia del directo. A ver, si de una vez por todas, las instituciones, y los políticos que las representan, puedan entender y empatizar con nuestra situación y los justificados motivos para hacer esta petición de ayuda. Nuestro sector también es necesario y también sufre directa e indirectamente en todas las crisis económicas, pandemias, catástrofes naturales, etc. y esta DANA nos ha dejado no sólo enfangados, también heridos y en algunos casos estas heridas pueden llevar a la inanición.

Más allá de lo material, la DANA nos arrebata algo intangible pero esencial: el lugar de encuentro, de reflexión, de sanación que son las artes escénicas, como bien decía Lorca, es lo que nos hace libres. Para una sociedad que todavía se tambalea tras el trauma de la COVID-19, perder esta conexión supone un retroceso irreparable. Porque ir al teatro no es sólo entretenimiento; es resistir, es sentir, es recordar que, pese a todo, seguimos vivos.

¿Hacia dónde va a+, Soluciones Culturales cómo una de las empresas del sector cultural valenciano afectada por la DANA?

La situación actual deja en evidencia la urgente necesidad de implementar medidas preventivas y de apoyo para el sector cultural. Es imperativo que las autoridades no solo consideren el impacto económico de fenómenos como la DANA en otros sectores como la agricultura, la industria, etc. sino también en la cultura, un pilar esencial de la identidad social de cualquier ciudadano.

Algunas propuestas podrían incluir la creación de fondos de emergencia específicos para las artes escénicas, destinados a paliar los daños materiales y compensar las pérdidas económicas derivadas de cancelaciones forzosas. Asimismo, sería crucial fomentar la inversión en infraestructuras más resilientes, desde espacios cubiertos hasta sistemas de drenaje en teatros al aire libre.

Por otro lado, se necesita una mayor coordinación entre los agentes culturales y las instituciones locales para desarrollar estrategias que minimicen el impacto de estos fenómenos. Esto incluye desde la posibilidad de trasladar eventos al aire libre a espacios cerrados hasta campañas de comunicación que fomenten el apoyo del público en momentos de crisis.

En el caso de nuestra empresa a+, Soluciones Culturales, si hacemos un zoom de lo general a lo específico, nos topamos con una situación muy dura e inestable, a lo que sumamos la coyuntura y el hándicap personal de nuestra propia realidad que llevamos arrastrando años. Haciendo un mapeo paso por el caos económico que llevamos arrastrando desde la COVID y del que todavía no nos hemos recuperado, paso por la pérdida total del material de nuestras producciones propias (incluida la producción que realizamos para el Teatre Escalante, Diputación de Valencia) que asciende a una cifra económica muy elevada, por el cierre de teatros, salas, centros culturales, etc. que, destruidos por la DANA, se ven obligados a aplazar funciones y sin saber cuándo se podrán realizar porque ahora mismo están poniendo todos sus esfuerzos en rehabilitar los espacios para que puedan abrir sus puertas de nuevo a la actividad cultural, paso por los aplazamientos de compromisos de funciones por parte de los ayuntamientos, poniendo o no fecha, porque la situación es incontrolable y el atasco administrativo y/o las órdenes políticas están tomando decisiones de derivar presupuestos, paso por los aplazamientos de las giras no sólo de nuestros espectáculos, sino también de los espectáculos de otras compañías con las que trabajamos, ya sean de procedencia valencianas o nacional, porque si la DANA no entiende de territorios y paso por la pérdida del material de muchas compañías valencianas con las que trabajamos que no pueden realizar las funciones que teníamos comprometidas.

Ingresos que dejamos de percibir todos: nuestra empresa, las compañías, los actores, los técnicos… en definitiva, todos los profesionales que participan en un espectáculo, las empresas distribuidoras, etc. A fecha de hoy, significa que nuestra empresa deja de ingresar este trimestre un importe considerable, hasta el punto de no saber cómo vamos a poder enfrentarnos a los pagos de los impuestos que hay que pagar en enero y los costes empresariales venideros. Una empresa que tiene que mantener un equipo de cinco personas y que no sabemos si vamos a poder sobrellevarlo si no nos llega algún tipo de ayuda que nos dé un leve respiro. Realmente sobran las palabras.

Nosotras somos una empresa de servicios culturales, cuyo pilar empresarial es la distribución de espectáculos a nivel autonómico, nacional e internacional, cuyo catálogo lo conforman más de 35 compañías de todo tipo de disciplinas, lenguajes, etc. y con su repertorio, que suman más de 70 espectáculos en gira; además de la producción propia en menor medida. Llevamos muchos años trabajando en este oficio y desde luego vamos a pelear contra viento, marea y fango para salvar nuestra empresa, pero el cansancio ya pesa y la desolación comienza a hacer mella. Aun así, seguimos luchando por recuperar las fechas aplazadas, remontar nuestra última producción con la ayuda del Teatro Escalante y la Diputación de Valencia y ampliar, en la medida que nos sea posible, el número de funciones de las compañías que forman parte de la familia a+. Son muchísimas las empresas, los profesionales y los gestores culturales que nos están cogiendo de la mano y nos están ofreciendo todo tipo de ayuda. Estas muestras de cariño, respeto, empatía, solidaridad, amor… nos emociona profundamente y nos da energía para poder seguir peleando por salir de esta debacle, si es que podemos. Gracias a todos los que estáis.

¿Estamos viviendo una situación extraordinaria? Sí. ¿Somos conocedores, empáticos y solidarios con la devastadora situación? Sí. Pero el sector de las artes escénicas necesita poder remontar para poder trabajar. Necesitamos que no se cancelen ni aplacen funciones, necesitamos que los gestores culturales programen reprogramen, incluso que programen más, necesitamos que los políticos dejen trabajar a los técnicos de cultura que son los profesionales y que ellos se dediquen a hacer política bien hecha, no sólo para la foto y necesitamos que no se entienda como una ofensa o falta de respeto querer hacer nuestro trabajo. Querer cumplir con el compromiso social que se ha firmado. Después de remontar una pandemia, deberíamos tener ya la lección aprendida. Mucha gente quedó por el camino en aquel momento, donde las ayudas llegaron tarde y mal, además de ser totalmente insuficientes. Cada compañía, cada empresa está viviendo en sus propias vidas personales la desgracia y además ¿se les condena de nuevo a la pérdida también de ingresos? La solidaridad tiene que estar bien entendida y en lo que se refiere a nuestro sector, los políticos siguen sin aprender ni querer hacerlo.

En conclusión, La DANA ha dejado al descubierto las fragilidades de un sector que, pese a todo, sigue siendo un motor cultural y emocional para la Comunidad Valenciana. Sin un apoyo decidido y sostenido por parte de las administraciones y la sociedad, las artes escénicas podrían perder una batalla que va más allá del clima. Es hora de reconocer que proteger la cultura es también proteger nuestra esencia como comunidad.

Vivimos en una resiliencia con límites. A pesar del panorama desolador, el sector no se rinde. Las compañías comparten materiales, las salas amplían programaciones y los gestores culturales buscan soluciones creativas con presupuestos que dan risa. Pero esta resistencia no puede sostenerse sola. El cansancio pesa, y la desolación empieza a ganar terreno. Es hora de que las instituciones y la sociedad entiendan que no podemos permitirnos perder esta batalla.

Se agradece el compromiso inicial del Ministerio de Cultura, de alguna entidad local y del Teatro Escalante y la Diputación de Valencia. Pero el resto parece estar en el día de la marmota: ayudas prometidas que tardan en llegar, criterios que excluyen a buena parte de los afectados, reuniones que desembocan en más palabras vacías. En resumen, mucho ruido y pocas nueces.

La DANA nos ha dejado un mensaje claro: no basta con sobrevivir. Proteger la cultura es protegernos a nosotros mismos. Como comunidad, como identidad, como humanidad. Dejemos de mirar hacia otro lado y pongamos, de una vez por todas, a la cultura donde debe estar: en el centro, con todas las prioridades. Porque, al final del día, un pueblo sin cultura es un pueblo sin alma. Y eso sí que no podemos permitirlo. En la medida que se pueda debemos seguir haciendo y ofreciendo cultura, no solamente se vive de entretenimiento.

Mª Ángeles Marchirant Vila

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