Bajo el Medio Oeste estadounidense, una parte del continente está perdiendo progresivamente su base. Este fenómeno geológico lento, invisible en la superficie, intriga a los científicos.
Un equipo internacional ha identificado un mecanismo inédito: “gotas” de roca se desprenden de la corteza terrestre y se hunden en el manto. Este descubrimiento arroja luz sobre la dinámica de los continentes a escalas de tiempo muy amplias.
Un proceso geológico poco conocido
Los cratones, estos núcleos continentales de varios miles de millones de años de antigüedad, constituyen la estructura rígida de los continentes. Su excepcional estabilidad les permite resistir los movimientos tectónicos a lo largo de escalas geológicas. Sin embargo, bajo el Medio Oeste estadounidense, datos sísmicos revelan un adelgazamiento anormal de la base del cratón norteamericano, señal de una perturbación profunda.

Figura del estudio que muestra las gotas de roca bajo el cratón hundiéndose en el manto.
Los investigadores plantean la hipótesis de que estos flujos son causados por los restos de la placa de Farallón en subducción bajo el cratón. Crédito: Hua et al., Nature Geoscience.
La imagen de la “gota” describe un fenómeno físico preciso: bajo el efecto del calor y las tensiones mecánicas, la base del cratón se ablanda y forma protuberancias que, bajo su propio peso, terminan por desprenderse. Este proceso recuerda el comportamiento de materiales viscosos como la miel que gotea, pero a una escala de cientos de kilómetros y durante millones de años.
A diferencia de eventos antiguos como la destrucción del cratón del norte de China, este puede observarse en directo gracias a técnicas modernas. Los investigadores han podido medir que esta erosión interna, aunque lenta, modifica de manera duradera la estructura del continente. Estas observaciones ofrecen una oportunidad única para entender cómo evolucionan los continentes a muy largo plazo.
El papel clave de una antigua placa oceánica
La placa Farallón, desaparecida hace unos 200 millones de años, sigue influyendo en la geología norteamericana de manera sorprendente. Aunque casi totalmente subduida, sus restos enterrados a 600 km de profundidad perturban las corrientes del manto bajo el cratón. Este fenómeno crea fuerzas de cizallamiento que debilitan progresivamente la base litosférica.
La interacción entre estos restos de placa y el cratón funciona como un mecanismo de erosión invisible. Las modelizaciones muestran que la placa actúa de dos maneras: desviando los flujos de material caliente del manto y liberando fluidos que alteran químicamente las rocas. Estos procesos combinados explican la formación de las “gotas” observadas mediante sismología.
Este descubrimiento establece un vínculo directo entre eventos tectónicos antiguos y la evolución actual de los continentes. Los investigadores han podido validar esta hipótesis comparando modelos con y sin la presencia de la placa Farallón —las gotas solo aparecen en el primer caso—. Una prueba adicional proviene de las formaciones geológicas de Kentucky, cuyo origen ahora se explica por este fenómeno.