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La competición por dormir más: el descanso es la nueva obsesión de la industria del bienestar

Autor: Marita Alonso

Ventiladores específicos para regular la temperatura de las sábanas, gafas inteligentes que reducen el estrés y favorecen el sueño, mantas pesadas para mejorar y combatir los trastornos a la hora de dormir y cintas bucales que promueven la respiración nasal durante el sueño son algunos de los aliados para intentar alcanzar el descanso perfecto. Todos se engloban bajo el paraguas el del sleepmaxxing, el término que alude a la práctica de optimizar el sueño al máximo. Como señala la Sociedad Española de Neurología, los trastornos a la hora de dormir afectan entre al 22% y al 30% de la población española. ”El sueño saludable es aquel que se adapta a las necesidades de la persona y su entorno, es satisfactorio, tiene una duración y horario adecuado, es eficiente sin periodos de despertar durante la noche y permite una alerta sostenida durante las horas de vigilia”, señala la doctora Ana Fernández Arcos, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

La sociedad que glorificaba estar siempre ocupados, la denominada hustle culture promovida por figuras como Elon Musk, que presume de dormir seis horas y de trabajar 17 horas, ha dejado paso a figuras como Jezz Bezos, que explica a Wall Street Journal que su mente tiene mayor claridad si duerme bien. “Me siento mucho mejor si duermo ocho horas”, dijo.

Dormir como los ángeles es el acto más aspiracional del momento: Gwyneth Paltrow y Kim Kardashian compiten por ver quién duerme no solo más sino ante todo mejor, al compartir los resultados de sus anillos Oura, los wearables que monitorizan el sueño desde 399 euros. “Duermo todo lo que puedo. Dormir es mi prioridad número uno en la vida. No soy funcional si duermo menos de 10 horas, y puedo dormir hasta 14 horas”, explicó a Wall Street Journal Dakota Johnson.

Dormir bien es el nuevo lujo, pero muchos creen que la preocupación por hacerlo ha ido demasiado lejos. “El sleepmaxing comenzó con el auge de los relojes inteligentes. Comencé a advertir que venían pacientes a la consulta quejándose de que su reloj les decía que no dormían, y por más que estos dispositivos pueden aportar alguna información del sueño, en realidad no son tan fiables”, advierte la doctora Anjana López, miembro del Grupo de Trabajo de Insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES). “A los pacientes siempre les comento que cuando alguien no tiene problemas de sueño, jamás se plantea cómo va a dormir cuando se acuesta. Cuando nos obsesionamos con ver cómo dormimos y cuál es la calidad del sueño, desencadenamos un mecanismo de alertamiento cerebral que impide que el cerebro de se relaje”, dice a S Moda. “Querer dormir bien de esta forma obsesiva genera en el cerebro una ansiedad y una angustia de actividad mental e intelectual; lo paradójico es que se transforma en una manera de mantenernos alterna frente al descanso. Creo que es contraproducente porque el sueño perfecto ocurre de manera natural sin esfuerzos, ya que cualquier esfuerzo mental conduce al alejamiento de la paz mental que es necesaria para poder dormir”, señalal Marín. Esta doctora es autora de Alimenta el sueño para un cerebro sano (Roca, 2022), donde ofrece pautas sobre cómo cuidar y mejorar la calidad del sueño y disfrutar de una mejor salud física y mental.

Sumidos en una cultura obsesionada con controlar, medir y optimizar cada aspecto de la vida, la industria del bienestar promulga realizar un seguimiento constante destinado a intentar mejorar cualquier actividad. Sin embargo, a la hora de apostar por diferentes métodos y dispositivos, hay que tener en cuenta las necesidades, edades y particularidades de cada persona. “Hay una tendencia a considerar que las mantas con peso activan el sistema nervioso parasimpático, pero no todas las personas las aceptan bien. Están contraindicadas en niños, personas de la tercera edad, quienes tienen problemas endocrinos, aquellos con osteoporosis…”, advierte Marín. “Respecto a las lámparas de fototerapia para optimizar el entorno del sueño, hay que considerar que, por ejemplo, en los adolescentes se han de emplear a horas muy diferentes a la gente mayor, ya que los más jóvenes tienden a dormir más tarde y por ello, tienen más sueño por la mañana. Por ese motivo las lámparas de luz se ponen en horarios completamente distintos a los ancianos o por ejemplo, a quienes trabajan a turnos”, dice la doctora Anjana López.

Por si fuera poco, el ansía por optimizar resultados alcanza el mundo de la belleza de la mano de tendencias como la denominada Go to Bed Ugly to Wake Up Pretty (Acuéstate fea y levántate guapa), que consiste en apostar por todo tipo de rutinas de belleza para que las horas de sueño se conviertan a su vez en un auténtico spa. Aunque el sueño es el momento en el que el cuerpo activa su sistema de reparación y regeneración, por lo que es durante la noche cuando la piel entra en un estado de renovación celular más intenso, tácticas como el face taping, consistente en pegar cinta adhesiva durante la noche en las zonas del rostro en las que suelen aparecer arrugas o pliegues en la piel, han de tomarse con cautela. “Aunque pueda parecer que ayuda temporalmente a tensar la piel, los resultados no son comparables a tratamientos médicos como el bótox. Además, puede provocar irritaciones o alergias si la piel es sensible”, dice Elisabeth Álvarez, CEO de Elisabeth Álvarez Cosmetics.

Del mismo modo que quienes se preocupan en exceso por intentar optimizar las horas de sueño pueden terminar por entorpecer el descanso, aclara que quienes se empeñan en hacer del sueño un espacio en el que apostar por rutinas de belleza muy complejas no están haciendo lo correcto. “Una buena rutina nocturna no debería ser un trabajo extra, sino un momento de cuidado personal. Lo importante es limpiar, hidratar y aplicar un tratamiento específico si se necesita, como un sérum o una crema reparadora”, dice la fundadora y primera ejecutiva de InOut.

Como asegura en Alimenta el sueño para un cerebro sano Raquel Marín, la falta de sueño afecta al sistema inmune, cardiovascular, metabólico, muscular y al sistema nervioso. Loss desvelos generan fatiga mental y pérdida de la concentración, merman la memoria, afectan al ánimo y envejecen el cerebro prematuramente. Lamentablemente, los trastornos del sueño han incrementado ante la incertidumbre, la crisis sanitaria y socioeconómica y la reestructuración de la vida personal y laboral forzada, por lo que la calidad del sueño no tendría que ser considerada como un lujo, sino como una tendencia de bienestar, sino como algo accesible a todo el mundo.

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