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Partamos de una premisa. Cualquier cantidad de alcohol, por ínfima que sea, ya supone un riesgo para la salud. La ciencia ha confirmado en multitud de ocasiones que es indispensable evitar o limitar al máximo el consumo de bebidas alcohólicas si lo que queremos es potenciar la longevidad y vivir más años en mejores condiciones.
No obstante, beber alcohol sigue siendo un hábito muy extendido por lo que también existe interés por determinar qué tipo es menos perjudicial para la salud. Y, en este sentido, una investigación a cargo de expertos de la Universidad de Tulane (EE.UU.), concluye que los bebedores de cerveza tienen dietas de menor calidad, son menos activos y tienen más probabilidades de fumar cigarrillos que las personas que beben vino, licor o una combinación de ambos,
El trabajo, que se presenta en The Liver Meeting, evento organizado por la Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas, deja claro que no hay dieta saludable si existe la presencia del alcohol, pero dentro de lo malo hay un tipo de bebida que es menos recomendable.
“El consumo excesivo de alcohol es la principal causa de cirrosis en EE.UU., y la enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés) está aumentando rápidamente”, afirma Madeline Novack, especialista en medicina interna de la Facultad de Medicina de Tulane y autora principal del estudio. “Ambos tipos de enfermedad hepática suelen coexistir, y los cambios en el estilo de vida son clave para controlar y prevenir estas afecciones, empezando por comprender el vínculo entre el consumo de alcohol y la mala alimentación”.
Así, los investigadores compararon la calidad de la dieta de las personas que sólo consumen cerveza (38,9%), sólo vino (21,8%), sólo licores (18,2%) o una combinación de tipos de alcohol (21%), midiendo los hábitos alimentarios autodeclarados con el Índice de Alimentación Saludable, una herramienta estandarizada validada basada en directrices dietéticas.
No hay dieta buena con alcohol
Ninguno de los grupos consumidores de alcohol se acercó a la puntuación de 80 puntos (sobre 100) que se considera una dieta adecuada en el Índice de Alimentación Sana, pero los bebedores de cerveza obtuvieron la puntuación más baja, 49 puntos. Los bebedores de vino obtuvieron una puntuación de 55, y tanto los bebedores de sólo licor como los de combinados obtuvieron casi 53 puntos.
Quienes consumían sólo cerveza, que tenían más probabilidades de ser varones, más jóvenes, fumadores y con bajos ingresos, también declararon la ingesta calórica diaria total más alta, ajustada al peso corporal, y el nivel más bajo de actividad física. Estudios anteriores han descubierto que la calidad de la dieta disminuye con el aumento del consumo de alcohol de cualquier tipo, pero se había profundizado poco sobre la influencia del tipo específico de bebida alcohólica.
Novack señaló que las diferencias en la calidad de la dieta entre los bebedores podrían atribuirse al contexto en el que se consumen conjuntamente alimentos y alcohol. En EE.UU., la cerveza suele elegirse en entornos en los que los alimentos disponibles tienden a ser pobres en fibra y ricos en carbohidratos y carnes procesadas. En cambio, el vino -sobre todo el tinto- suele acompañar comidas completas con carne, verduras y lácteos.
Otra posibilidad es la inversa, es decir, que las elecciones dietéticas influyan también en la del alcohol consumido, según Novack. Por ejemplo, los alimentos fritos o salados provocan una mayor sed que también puede llevar a consumir sólo cerveza.
En cualquier caso, los resultados de este estudio pueden aplicarse según los investigadores a los pacientes que se identifican como bebedores de un tipo u otro de alcohol, para poder así afinar mejor la intervención a nivel de la dieta y la actividad física.
Huelga decir que el trabajo está centrado en la población estadounidense, que no se caracteriza precisamente por estar adherida a la dieta más saludable del mundo, pero no es menos cierto que es una buena referencia. Es posible también que el nivel socioeconómico influya a la hora de decantarse por un tipo de alcohol y que además también influya en las elecciones asociadas en la dieta. En cualquier caso, ningún tipo de alcohol, ni siquiera el vino, hace que la alimentación o la salud mejoren.
Álvaro Piqueras es experto en deportes y en el último lustro se ha especializado en fitness, nutrición y otros temas de salud. Trata de mantenerse al día en lo que se refiere a nuevas investigaciones y tendencias de los campos que domina para poder compartir con rigor la rutina de entrenamiento que puede inspirar un cambio en tus hábitos, las propiedades de los alimentos que deberían formar parte de tu dieta o los hallazgos científicos que pueden mejorar el bienestar físico y mental de personas como tú.
Comenzó su trayectoria en medios locales y regionales de la tierra de Don Quijote, concretamente en Albacete. De ahí dio el salto a medios de ámbito nacional tras un enriquecedor paso por una maravillosa agencia de publicidad independiente con nombre de canción de los Beatles (GettingBetter), aunque siempre mantuvo intacta su vocación periodística.
De ahí que persiguiera su sueño de trabajar para alguno de los principales grupos editoriales del país como Prisa, Vocento y ahora también Hearst. Quizá le hayas leído en la versión digital del Diario As, abordando infinidad de temáticas, o en ABC y otras cabeceras y revistas del grupo elaborando reportajes de branded content para grandes marcas, multinacionales e instituciones. Y si no has tenido la ocasión, este es el momento de hacerlo en Men’s Health y Runner’s World.
Como no podía ser de otra forma, confiesa ser un amante de la práctica deportiva y desde muy pequeño ha probado con disciplinas tan dispares como atletismo, fútbol, baloncesto, tenis, ciclismo o natación. Unas veces sintiendo la adrenalina de la competición, y otras simplemente disfrutando de los beneficios de la actividad física. Ahora le ha dado por los ejercicios funcionales y el boxeo porque tiene la certeza de que el saco es incapaz de devolverle los golpes.
Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Alicante, también posee formación específica en gestión y dirección de RRSS, planificación estratégica y diseño gráfico. Últimamente se ha adentrado en el universo de la inteligencia artificial generativa aplicada al periodismo, pero jura y perjura que no la emplea profesionalmente porque, entre otras consideraciones, sigue disfrutando de cada palabra que escribe tras 20 años de experiencia en el sector de la comunicación.