Aunque no elimina los efectos al cien por cien, es un complemento útil
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A todo el mundo le ha ocurrido: despertar con la lengua seca, la cabeza como un bombo y una sensación general de fatiga. Por supuesto hablamos de la temida resaca, el precio que de vez en cuando hay que pagar por una buena celebración. Pero, aunque parezca increíble, hay algo que podría ayudarte a sentirte mejor al día siguiente. Y no, no es una receta mágica ni un remedio exótico. Es algo tan simple como el deporte.
Así lo publicaba al menos el ‘New York Times’ hace unos años, cuando se hizo eco de dos estudios presentados en la Sociedad de Neurociencia que reforzaban esta idea. En uno de ellos, investigadores de la Universidad de Louisville analizaron los efectos del alcohol combinado con ejercicio en ratones. Durante 12 semanas, dividieron a los animales en grupos que consumieron alcohol o agua salada, sometiendo a la mitad de ellos a sesiones de ejercicio intenso. Los ratones que corrían mostraron menos daño en las mitocondrias cerebrales, un hallazgo prometedor para entender los efectos del ejercicio en el cerebro.
Otro estudio, llevado a cabo por la Universidad de Houston, investigó los efectos del alcohol en ratas hembra expuestas a un patrón semanal de consumo. Mientras unas permanecían sedentarias, otras realizaban ejercicio durante dos horas, tres veces por semana. Los resultados indicaron que las ratas activas sufrieron menos deterioro en comparación con las que no se movían, aunque los científicos advierten que estos resultados en animales aún no garantizan aplicaciones directas para los humanos.
No elimina los efectos, pero es un complemento útil
Es importante subrayar que el ejercicio no elimina los efectos negativos del alcohol. Las consecuencias a nivel físico y cerebral, especialmente tras excesos prolongados, no desaparecen únicamente con una sesión de actividad física. Sin embargo, el deporte puede ser un complemento útil para aliviar algunos de los síntomas asociados a la resaca, siempre que se combine con hábitos saludables como una buena hidratación y una alimentación adecuada.
Para quienes buscan una solución adicional, una estrategia sencilla puede incluir beber mucha agua, tomar una ducha y consumir un desayuno equilibrado. Un ejemplo podría ser un zumo de naranja acompañado de una tostada integral con salmón y queso fresco, una combinación rica en vitaminas C y B12 que puede ayudar a recuperar energía.
