“No me importa lo que digan los demás, yo te sigo a todas partes, cada vez te quiero más. Franco, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo. Te alentaremos, de corazón, esta es la hinchada que te quiere ver campeón…”
Franco Colapinto tiene a su propia hinchada en San Pablo. Y no se trata solo de argentinos: hay miles de brasileños, cientos de uruguayos y paraguayos, cada día más cerca del piloto argentino, que provoca una pequeña gran revolución en el circo de la Fórmula 1.
En un sector del fantástico escenario, un nutrido grupo de fanáticos le cantó al piloto durante toda la carrera, al ritmo futbolero, de uno de los clásicos de nuestras hinchadas. Se sabe: Colapinto adora el fútbol, es hincha de Boca, fue a la Bombonera y cada vez que puede, muestra su pasión por la número 5.
“Lo quería disfrutar de verdad, pero me está costando”. Franco está atravesando el mejor momento de su vida. Es un piloto de Fórmula 1, de apenas 21 años, nacido en Pilar y que consiguió fama, dinero y un provenir deportivo maravilloso en apenas un puñado de meses. Sin embargo, una dolorosa situación familiar lo cambió todo.
Colapinto llegaba con grandes expectativas a este fin de semana en Brasil, donde miles y miles de argentinos se acercaron para apoyar al nuevo suceso del automovilismo de nuestro país. Lamentablemente, en la mañana del viernes se encontró con la triste noticia del fallecimiento de Leónidas, su abuelo paterno, reconocido escritor de Bahía Blanca. Franco ingresó al paddock visiblemente conmovido este viernes y evitó en toda la jornada el contacto con la gente y con la prensa, algo inhabitual en él. Un poco mejor este sábado, pero con la misma tristeza, afrontó el desafío deportivo. Y los micrófonos.
“Es una locura. Gracias por venir, es muy lindo el apoyo que estoy teniendo. Me hicieron sacar una sonrisa y… gracias”, dice después de la sprint race, en la que terminó 12°. Se nutre de la gente, como ocurre en buena parte de su carrera. Hay una conexión especial, que de todos modos no transforma la escena: no está bien. Se le nota. Dentro y fuera de la pista. La gente, entonces, lo es todo.
El arranque de la carrera fue sensacional, a pura velocidad. Luego se mantuvo, prácticamente no tomó riesgos. No fue el Colapinto que todos conocemos. Más cerebral, sereno. Lejos de la explosión habitual, más allá del dignísimo 12° lugar al que llegó en el final de la competencia, cuando el safety car salió de pista y en la última vuelta pasó a Oliver Bearman.
Una auténtica Francomanía que generó, según los cálculos de las agencias de viaje, unos 10.000 argentinos presentes en el autódromo José Carlos Pace. Muchos de ellos protagonizarán un cálido momento este sábado a las 20, cuando llevarán adelante un banderazo en el Parque Teniente Sequeira Campos.
El jefe de la escudería británica, James Vowles, reconoció que se sorprendió por el fanatismo de los argentinos. “Unos 36 millones de personas están completamente pendientes de él. En cada lugar al que vamos hay cientos o miles de argentinos solo gritando su nombre, San Pablo ya es una locura”, se sorprendió.
El piloto, en un rato, será protagonista de la clasificación definitiva. Mientras tanto, se nutre del calor. Y volvió a referirse a la gente. “Gracias a todos los fans que vinieron. Es una locura, están locos. La verdad, gracias por venir, es una locura el apoyo que estoy recibiendo gracias a ellos estoy acá. Me hicieron sacar una sonrisa”, sostuvo. Siempre, de corazón.
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