Donald Trump ha cambiado el lema que le llevó a la presidencia en 2017, «hagamos que América sea grande de nuevo», por «hagamos que América rece de nuevo». De hecho, el estrafalario magnate y político republicano, el primer expresidente de Estados Unidos en afrontar un proceso penal, ha editado «su propia edición de la Biblia y asegura que tiene varias en casa», comenta el teólogo y biblista Rafael Aguirre. «Algo que te deja helado teniendo en cuenta todo su historial».
La imagen de Trump con una Biblia es una de las que componen la cubierta del último libro de Aguirre, ‘La utilización política de la Biblia’ (ed. Verbo Divino), un estudio a fondo del empleo de los textos bíblicos con fines políticos. El autor hablará hoy lunes de su nueva obra con el sociólogo Imanol Zubero y el periodista Pedro Ontoso en un encuentro del Aula de Cultura de EL CORREO, a partir de las 19.30 en el Salón El Carmen de Bilbao.
Rafael Aguirre Monasterio (Bilbao, 1941) es catedrático emérito de Teología en la Universidad de Deusto. Pionero en el mundo hispano en la aplicación de las ciencias sociales a los estudios bíblicos, trabaja preferentemente sobre los evangelios sinópticos y los orígenes del cristianismo. Pero además se ha intersado por la influencia de la interpretación bíblica en la transformación de la sociedad.
«La Biblia es un libro profundamente político», afirma Aguirre. «Es diferente de otros libros religiosos de la antigüedad, pues no se centra en el mundo celeste, de cómo se generan los dioses y sus disputas. Lo característico de la Biblia es que habla de un dios que interviene en la historia». Relata cómo Dios «escucha el clamor de un pueblo que está oprimido e interviene para liberar a ese pueblo». «Es decir, hay un proyecto político en la intervención de Dios». El Antiguo Testamento es la recopilación «de la memoria social del pueblo hebreo, con reinterpretaciones sucesivas que se superponen y a veces se contradicen». El Nuevo Testamento prolonga esa historia, también «con una gran Carga política».
Cinco escenarios
A lo largo del tiempo, la Biblia se ha usado «de formas contradictorias». Los mismos textos sagrados que se citaron para justificar la esclavitud en los Estados Unidos o el Apartheid en Sudáfrica, sirvieron para combatir esas situaciones de injusticia, opresión y crueldad.
En su libro Aguirre analiza cinco escenarios en los que el uso político de la Biblia ha sido y sigue siendo de especial importancia. Dos son los casos señalados de Estados Unidos y Sudáfrica. Otro capítulo aborda el uso de la Biblia en América Latina, donde se han dado desde lecturas populares, relacionadas con la teología de la liberación, a lecturas fundamentalistas de las que se sirven líderes ultraconservadores como Bolsonaro. Otro capítulo aborda la presencia de la Biblia en la política del Reino Unido, «donde se hizo bien notoria tanto en el funeral de Isabel II como en la coronación de Carlos III. Pudimos ver a un primer ministro que es hindú leyendo el Evangelio».
Cabe destacar, por razones obvias estos días, el capítulo dedicado a Israel, un estado que es «una reinterpretación de la tradición bíblica que rompe con el judaísmo rabínico vigente desde el siglo II». Netanyahu, «que no es que sea especialmente religioso, ni muchísimo menos, para justificar la guerra de Gaza, ha recurrido muchas veces a textos bíblicos». Como el primer libro de Samuel, capítulo 15, versículo 3, que llama a aniquilar al enemigo sin piedad.