Más de cinco millones de afiliados al promisorio sistema de ahorros que debe garantizarles protección tras pasar a retiro tienen ya a su favor como capitalización individual más de un billón 108 mil millones de pesos con lo cual lo que sigue importando más es que la rentabilidad, a partir de un apropiado crecimiento y diversificado empleo como herramienta financiera, sirva para sostener pensiones que realmente llenen las necesidades de subsistencia de los ahorrantes lo cual sigue sin lograrse. Otro gran fruto que se espera de la acumulación de valores con capacidad reproductiva que los trabajadores hacen posible es dirigirlos preferentemente a apoyar a sectores que generen bienes e impulsen el desarrollo. Una auténtica fuente de capitales y no, como ocurre actualmente, que de la enorme reserva indicada, muy superior al billón de pesos, solo RD$204,817.60 millones están invertidos en el sector real de la economía. El resto está convertido en deuda pública; el Estado resolviendo la pobreza de su fiscalidad con una porción demasiado importante del ahorro nacional. Un dinero que debería estar más disponible a inversiones multiplicadoras de recursos que generarían más ahorros, empleos y patrimonios en el marco de actividades productivas.
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El país registra un crecimiento industrial insuficiente que debería pasar de lo aceptable a lo expansivo, vía expedita para superar el subdesarrollo. Desaconsejado completamente, que el potencial para fortalecer la economía nacional esté demasiado aplicado a invertirse en deuda pública cuando todavía no está a la vista la fórmula que el Estado emplearía para reducir su curso financiero deficitario y que debería incluir, como primer paso, fortalecer distintas áreas del verdadero desarrollo aumentado el acceso al crédito a quienes califican para acrecentar reproductivamente los medios de que ya disponen o para dotar de más infraestructuras a provincias sumidas en pobreza. La cartilla universalmente reconocida para obtener el mayor provecho de los fondos de pensiones manda a diversificarlos hacia activos que brinden retornos estables y de largo plazo; un camino seguro y de primacía para los ahorros dirigiéndolos menos a sufragar lo consumido o por consumir por un Estado de poca austeridad.
