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¿Cómo se explica la escalada de violencia en la política de EE. UU. durante las elecciones de 2024?

Autor: France24

El actual ciclo electoral en Estados Unidos ha estado marcado por una de las enfermedades crónicas que padece su sociedad: la violencia política. Dos intentos de asesinato a un candidato presidencial, alertas de bomba por discursos políticos y el extremismo ideológico en redes sociales son algunos de los síntomas que fundamentan la existencia de uno de los caminos electorales más conflictivos en la historia del país. Analizamos este repunte de la violencia en Estados Unidos.

La interminable violencia en Estados Unidos envuelve a la política de ese país. El pasado 15 de septiembre, el candidato presidencial republicano y expresidente, Donald Trump, sufrió un intento de asesinato mientras jugaba al golf en uno de sus campos ubicados en West Palm Beach, Florida, cuando el Servicio Secreto detectó a un hombre armado con un rifle de asalto entre los arbustos aledaños.

El nombre del hombre detenido por las autoridades y acusado de ser quien atentó contra la vida de Trump es Ryan Wesley Routh. Con 58 años, Routh tiene un largo historial conflictivo con las autoridades, un especial compromiso con Ucrania y es un votante no afiliado, pero que declaró haber apoyado a Trump en 2016 y 2020.

En una rueda de prensa del FBI, el organismo reveló que no encontraron indicios que mostraran que Routh trabajó solo, además de que tenía una fuerte presencia en línea, misma que se encuentran investigando.

El individuo esperó 12 horas en las inmediaciones del campo para dar con el expresidente, aunque no alcanzó a disparar mientras Trump se encontraba jugando en una actividad que no figuraba en su lista de apariciones públicas, a unos 500 metros del escondite de Routh, según el FBI.

Se trata del segundo atentado que experimenta el republicano en los últimos tres meses. El 13 de julio, Trump fue rozado por una bala en la oreja derecha durante uno de sus mítines políticos en Butler, Pensilvania. Allí, un joven de 20 años identificado como Thomas Matthew Crooks le disparó al exmandatario desde un techo a unos 140 metros de distancia, antes de ser abatido por miembros del Servicio Secreto.

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Con menos detalles de su vida, Crooks estaba registrado en Pensilvania como votante republicano para sus primeras elecciones el próximo 5 de noviembre, pero había hecho una pequeña donación monetaria a una fundación para animar a los votantes demócratas a salir a las urnas en los próximos comicios.

Crooks y Routh —de distintas generaciones, localidades y hasta pensamiento político— encendieron las alarmas estadounidenses sobre la violencia política. Ambos hechos marcaron la carrera electoral de este 2024 con hechos que han aumentado la polarización y radicalización de una parte de los votantes estadounidenses. Cada vez más, el camino a la Casa Blanca se ha llenado de señalamientos incendiarios, advertencias apocalípticas y espacio para el extremismo.

Ese enrarecimiento de la vida política, la normalización de la retórica incendiaria y violenta, la sensación de que la violencia es una forma legítima de resolver los problemas políticos. Esto es el ruido de fondo del ascenso político de esta generación, explicó Rachel Kleinfeld, analista sobre polarización política en la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, para la revista ‘Time’.

¿Cómo explicar la reciente volatilidad en rumbo a las elecciones estadounidenses de 2024?

El violento historial en la política estadounidense permea las elecciones de 2024

Aunque los atentados en contra del expresidente republicano son el recuerdo más fresco en la memoria popular sobre violencia política en Washington, el historial de atentados, amenazas y violencia generalizada sobre figuras políticas importantes en el país es extenso.

Desde el asesinato del presidente John F. Kennedy en 1963, el encuadre violento alrededor de la vida política ha sido normalizado por un gran sector de la sociedad.

Solo en la última década, figuras de ambos partidos como la representante demócrata, Gabrielle Giffords —en 2011—; el republicano, Steve Scalise —en 2017—, o la gobernadora demócrata, Gretchen Whitmer —en 2020—, han sido blancos de atentados violentos por militantes extremistas. El asalto al Capitolio por miembros de la extrema derecha el 6 de enero de 2020 es otra de las marcas en el violento historial del país.

Además, la Policía del Capitolio informó sobre más de 8.000 amenazas a miembros del Congreso estadounidense solo en 2024. Por su parte, el Servicio de Comisarios recibió 457 reportes sobre “amenazas serias” en contra de jueces federales en lo que va del año. El clima de violencia atraviesa todos los niveles gubernamentales, desde los candidatos a la presidencia hasta los jueces.

El autor del último atentado en contra de Donald Trump fue objeto de una investigación del FBI en 2019, al ser un criminal convicto en posesión de un arma ilegal, según informó el organismo en una rueda de prensa este 16 de septiembre. En 2002, Routh ya había sido convicto por poseer un arma automática en Carolina del Norte, un tipo de armamento criminalizado en el estado.

El perfil político de Routh es ambiguo, ya que, aunque reconoció públicamente haber votado por Trump en las últimas dos elecciones, las últimas publicaciones en sus redes sociales sugieren una inclinación más favorable al Gobierno de Joe Biden y la candidatura de su vicepresidenta.

Pero la violencia política no es exclusiva de miembros extremistas, o al menos ya no lo es. Una encuesta realizada en abril por PBS —publicada en marzo de 2024— entre republicanos y demócratas demostró que esto ocurre también entre los votantes estadounidenses: el 28% de los conservadores creen que “tienen que recurrir a la violencia para reconducir el país”, mientras que el 12% de los demócratas encuestados concuerdan.

Los migrantes, afectados por el ambiente violento

En este ciclo electoral, la violencia política ha estallado en niveles que no habían sido vistos en décadas y no solamente en contra de figuras reconocibles por el público. La teoría de conspiración difundida por Trump en el debate contra la vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, sobre presuntos inmigrantes haitianos que “comen perros y gatos” de sus vecinos en la localidad de Springfield, Ohio, ha afectado la vida diaria de la comunidad migrante en la zona.

Los rumores, desmentidos tanto por las autoridades locales de Springfield como por el Gobierno de Ohio, comenzaron en una publicación en redes sociales, que hablaba sobre la experiencia, sin pruebas, de una tercera persona no referenciada.

Una historia montada a partir de supuestos, chismes e información engañosa fue difundida y expuesta ante grandes audiencias por figuras importantes como el compañero de fórmula de Trump, J.D Vance, y el propio Trump, cuyo discurso incendiario ha provocado un ambiente de tensión en Springfield, con las autoridades evacuando dos escuelas de distrito por amenazas de bomba.

Según el alcalde de Springfield, Rob Rue, las amenazas recibidas el 12 de septiembre que llevaron a la evacuación en las escuelas contenían “un lenguaje de odio hacia los inmigrantes y los haitianos” de la comunidad.

“Ahora mismo, tengo miedo de que haya un tiroteo masivo sobre nosotros. Eso sería terrible.”, explicó Vilbrun Dorsainvil, habitante de Springfield con origen haitiano, para la cadena ‘Al Jazeera’.

“No son solo palabras”: las consecuencias de la desinformación y la polarización política

Para algunos, el tenso clima político que ha empapado el ciclo electoral y que ha ido más allá de publicaciones falsas en internet para materializarse en atentados contra la vida de figuras políticas importantes es el resultado directo de una narrativa hostil, violenta y oscura de las alas más extremas de los partidos, especialmente el republicano.

“Lo que dice no son solo palabras. Tiene consecuencias reales y es peligroso para nuestras comunidades y para nuestro país. Por eso, en la campaña vamos a seguir recordando a los votantes que esto no son solo cosas que él dice, sino que tienen un impacto real y sirven para demonizar y crear violencia política en muchas de nuestras comunidades”, dijo Julie Chávez Rodríguez, jefa de campaña de Harris, para la agencia EFE, haciendo referencia al discurso trumpista.

Las palabras de Rodríguez pueden ser respaldadas por los datos. Según el Southern Poverty Law Center, organización que se encarga de monitorear el lenguaje de odio y el extremismo en internet, detalló que la narrativa antiinmigración en redes sociales es la más extrema, y popular, dentro del espectro de la ultraderecha estadounidense.

Solo en 2023, los grupos antiinmigrantes existentes en territorio estadounidense pasaron de 1 a 18, según información del Southern Poverty Law Center.

Los militantes partidistas cada vez son más distantes los unos de los otros, con sus representantes encuadrando al contrario como “amenazas a la democracia” o “fascistas”, inflamando más a la ya dividida sociedad estadounidense y llevando las tensiones políticas a tragedias que ya han tenido lugar en la realidad.

Por su parte, Trump ha culpado a la narrativa demócrata sobre su persona como uno de los culpables por el crispado ambiente electoral.

“Su retórica está provocando que me disparen, cuando yo soy el que va a salvar el país, y ellos son los que lo están destruyendo, tanto desde dentro como desde fuera”, explicó el expresidente para la cadena ‘Fox’.

La violencia política se ha transformado en la norma dentro de un país con fácil acceso tanto a las armas como a las noticias engañosas que apuntan a las emociones más negativas del público estadounidense. Uno que parece que cada vez confía menos en sus instituciones y más en teorías que otorgan respuestas fáciles a los problemas más graves del país.

Con AP, EFE y medios locales

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