“No podemos avanzar si no nos hacemos cargo de todo lo que hemos dejado atrás, el pasado de las personas, debemos ser transparentes cuando se trata de sacar a la luz casos aún sin resolver”, afirma la víctima de Karadima
Luis Manuel Alí: “Soy el miembro más viejo, llevo 10 años en la comisión, y he visto todas estas resistencias, no solamente en la Curia vaticana sino también en la iglesia local. Esa es una de las cosas que más me ha impactado o tocado, ha sido una cruz para mi ver las resistencias de la misma institución que amo y por la que he entregado mi vida”
O’Malley: “Nos hemos resistido a comprenderos y todo lo que hagamos no bastará nunca para reparar el daño que habéis sufrido, pero esperamos que este informe y los que vendrán puedan asegurar que estos eventos terribles no se repitan”
O’Malley: “Nos hemos resistido a comprenderos y todo lo que hagamos no bastará nunca para reparar el daño que habéis sufrido, pero esperamos que este informe y los que vendrán puedan asegurar que estos eventos terribles no se repitan”
El chileno Juan Carlos Cruz, víctima de abusos por parte de un cura pederasta, ha celebrado como “una garantía de no reincidencia” el primer informe sobre la gestión de esta lacra presentado este martes por la comisión vaticana para la Protección de los Menores, de la que él mismo forma parte.
“Nunca pensé que este día llegaría y si me lo hubieran dicho hace 15 años, cuando yo llevaba ya luchando desde hacía muchos años, no me habría imaginado un resultado similar”, dijo en la rueda de prensa de presentación de este documento.
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Juan Carlos Cruz, una de las víctimas y denunciantes del cura pederasta Fernando Karadima, es uno de los miembros de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores instituida por el papa Francisco en 2014 para hacer frente a la crisis por los abusos.
Este organismo acaba de presentar su primer informe anual sobre la gestión de este escándalo en un total de veinte iglesias y varias congregaciones religiosas de todo el mundo para señalar las luces y sombras en la respuesta a este drama y ofrecer recomendaciones.
La víctima agradeció este documento al papa Francisco y a sus compañeros de la comisión pero también a los “supervivientes conocidos y desconocidos” de los abusos del clero.
“Quisiera agradecérselo a aquellos que trágicamente ya no se encuentran con nosotros, porque muchos se suicidaron, dejaron el mundo sin esperanza alguna. También por ellos es esta jornada es muy importante”, dijo el chileno.
En su opinión, este documento marca “un primer paso de enorme importancia” pero, avisó, “esto no significa que todo lo que ocurrió antes carezca de importancia”.
“No podemos avanzar si no nos hacemos cargo de todo lo que hemos dejado atrás, el pasado de las personas, debemos ser transparentes cuando se trata de sacar a la luz casos aún sin resolver”, instó.
A su lado, además del presidente de la Comisión, el cardenal estadounidense Sean Patrick O’Malley, también intervino el secretario del ente, el arzobispo auxiliar de Bogotá, Luis Manuel Alí Herrera, quien optó por hablar en español, en vez de inglés o italiano, para demostrar que el problema de los abusos es global.
“Soy el miembro más viejo, llevo 10 años en la comisión, y he visto todas estas resistencias, no solamente en la Curia vaticana sino también en la iglesia local. Esa es una de las cosas que más me ha impactado o tocado, ha sido una cruz para mi ver las resistencias de la misma institución que amo y por la que he entregado mi vida”, confesó.
No obstante, el obispo colombiano aseguró haber visto “muchos cambios significativos” al afrontar esta espinosa cuestión, sobre todo en los últimos cinco meses que, como secretario, se ha tenido que reunir con los dicasterios e instituciones vaticanas.
“He encontrado una apertura en los dicasterios que he visitado y un deseo de caminar juntos. Si, ciertamente falta, porque es necesaria una gestión cada vez más eficaz, pero también constatamos que ha habido una apertura”, apuntó.
Por su parte, el cardenal estadounidense Sean Patrick O’Malley consideró este martes que el primer informe sobre la gestión de los abusos en todo el mundo, que él mismo ha dirigido, supone una “transición” hacia una mayor “acogida” de las víctimas dejando atrás “un periodo oscuro” y “pecaminoso”.
Un proceso de conversión
“Respetamos el testimonio valiente de las víctimas, reconocemos que estáis cansados de palabras vacías, pero vuestro sufrimiento nos demuestra que como iglesia fallamos en vuestra protección”, admitió en la presentación del “Primer Informe sobre las políticas y procedimientos de la Iglesia” para la protección de los menores.
“Este informe piloto representa una instantánea del proceso de conversión que todos hemos iniciado hacia una mayor cercanía, acogida y apoyo a las víctimas y supervivientes en sus peticiones de justicia y sanación”, indicó en la rueda de prensa.
El cardenal reconoció que la iglesia católica “no ha defendido” a los afectados por esta lacra: “Nos hemos resistido a comprenderos y todo lo que hagamos no bastará nunca para reparar el daño que habéis sufrido, pero esperamos que este informe y los que vendrán puedan asegurar que estos eventos terribles no se repitan”, auguró.
En este sentido, agradeció a las víctimas de este “incalculable número de experiencias dolorosas” cuya “dignidad humana ha sido repetidamente violada”.
“Sus historias nos revelan un periodo carente de confianza en el que los líderes de la Iglesia trágicamente decepcionaron a quienes estamos llamados a seguir, un periodo sin profesionalidad en el que los líderes de la Iglesia tomaron decisiones sin respetar los procedimientos o estándares básicos para proteger las víctimas”, lamentó.
Y agregó: “Ha sido un periodo oscuro en el que la desconfianza ha obstaculizado la capacidad de la iglesia de ser testigo del amor de Cristo”.
Sin embargo, este tiempo pasado “oscuro” abre, a su parecer, un “segundo periodo” marcado por “la responsabilidad, el cuidado y la preocupación” por las víctimas, planteando protocolos para crear “espacios seguros” y procesos de acompañamiento de los casos, con pastores y laicos “adiestrados y formados” para saber responder.
“Un informe honesto y objetivo”
«Un Informe honesto y objetivo». Así comenta Maud de Boer Buquicchio, miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, el Informe anual publicado hoy, 29 de octubre, elaborado por un grupo de estudio que ella ha presidido. Anterior relatora especial de las Naciones Unidas sobre la explotación sexual de los niños, Buquicchio -en declaraciones a los medios vaticanos- subraya la importancia de este trabajo para la Iglesia: «Es importante -dice- porque es la primera vez que un organismo independiente, aunque dependiente de la Santa Sede, instituido por el Papa, elabora un Informe honesto y objetivo sobre el estado de la protección de los menores contra los abusos y abusos sexuales en la Iglesia».
Una nueva metodología
«Es un informe objetivo porque, por un lado, nos basamos en la información recogida durante los encuentros con los obispos con motivo de sus visitas anuales aquí en Roma; por otro, realmente intentamos en la medida de lo posible incluir la voz de las víctimas en nuestra reflexión», señala la experta. No es una metodología fácil y cuando nos equivocamos, nos equivocamos de verdad. Sin embargo, creo que con la experiencia de los miembros, incluida la experiencia en sus iglesias locales, algunos incluso como víctimas de abusos en el pasado, y también basándonos en la información y los intercambios que tuvimos con los grupos de víctimas que realmente se abrieron para contarnos sus historias, pudimos ver cuáles son los errores que no hay que cometer. Y empezamos una nueva metodología».
Informe “cíclico”
Este es sólo un primer Informe, no será el último, pero será «cíclico», anuncia Buquicchio: «Cada año podremos profundizar en un aspecto u otro e incluir la voz de las víctimas de forma aún más sistemática». La esperanza de la experta es que «a largo plazo – espero no demasiado – tengamos realmente una indicación de hacia dónde va la Iglesia y la dirección que el camino iniciado por tantos obispos y personas de la Iglesia acabará llevando a la eliminación de esta lacra». Una plaga «para el mundo exterior y sobre todo para las víctimas», a las que da «una imagen muy dura y mala de la Iglesia».