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José Daniel Ferrer, opositor cubano excarcelado: “La lucha continúa”

Autor: Carla Gloria Colome

En su casa de Altamira, en el oriente cubano, se ha ido la luz eléctrica, se siente un calor sofocante y José Daniel Ferrer, el reconocido opositor recién excarcelado, se acomoda el cuello de la camisa y bebe un vaso de jugo, el primer alimento en todo el día. Cuando salió de la prisión de Mar Verde tenía hambre, estaba cansado, pero bastó llegar a su casa para sentir una energía que, según dice, solo ha experimentado con 18 años. Se han acercado a saludar decenas de amigos, activistas y vecinos, que entran y salen impresionados ante el hecho de estarlo viendo hoy y no —como pensaban—en siete meses, el tiempo que le restaba a su condena de cuatro años y 14 días, el castigo que le impuso el Gobierno por participar de las protestas masivas del 11 de julio de 2021.

Tiene un dolor permanente en el brazo derecho de la última paliza que le propinaron los oficiales de la prisión, y una gastritis crónica de las tantas huelgas de hambre que protagonizó, pero a Ferrer se le ve fuerte, con la misma voz de siempre, de un tono agudo y marcial. Cuando hace tres años y medio, el Gobierno de La Habana lo puso tras las rejas, acababa de ver el filme biográfico Hotel Ruanda, que cuenta la historia del defensor de los derechos humanos Paul Rusesabagina. Ferrer quiere enterarse ahora qué fue del activista, si está libre, si está preso, si sigue vivo. “No sé qué pasó con él”, dice. “En cuanto me pueda conectar a internet quiero saber”. Entiende que en todo este tiempo el mundo se ha convertido en un lugar distinto, del que estuvo casi ausente, pero le interesa ponerse al día, leer sobre la muerte del opositor ruso Alexéi Navalni, enterarse de qué está sucediendo en Oriente Medio o Venezuela, de agarrar una película de culto o un libro.

El último que leyó en prisión fue El Método Rico, un bestseller que su familia logró llevarle y en el que ha aprendido del arte de administrar finanzas. En eso estaba cuando en la tarde del miércoles se detuvo y salió a una sala del penal para ver la televisión. Esperó a que a las 3:45 pm se acabara la telenovela El Cuervo que miraban el resto de los reclusos y pidió cambiar al canal Telesur. El noticiario anunciaba que el presidente Joe Biden había eliminado a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo. De inmediato, sospechó que iba a estar libre.

-Ahí le dije a un amigo preso: “Van a ocurrir cosas, anótalo, porque el Gobierno de Biden no le va a hacer esas concesiones al régimen si no es cambio de algo”.

Ferrer conoce de cerca ese tipo de negociaciones. En 2010, cuando cumplía una sentencia de 25 años tras la cacería a disidentes en Cuba conocida como la Primavera Negra, él fue uno de los 75 presos que Raúl Castro excarceló a raíz de las negociaciones con la Iglesia Católica y el Gobierno español de José Luis Zapatero.

Ahora, en la televisión del penal de Mar Verde, otra noticia aseguraba que Miguel Díaz-Canel liberaría a 553 tras la intermediación de El Vaticano. Su amigo recluso se viró de repente y le dijo: “Oye, ¿pero tú estás loco? ¿Cómo sabías que eso venía?”

Ferrer fue puesto en libertad condicional, algo que no quería admitir. “A mí me liberan completamente o me dejan preso hasta que se caiga la dictadura”, le dijo a los altos oficiales de la prisión en la mañana de este jueves, cuando le dijeron que debía irse a su casa, que su esposa y su hijo de cinco años lo esperaban a las afueras del penal. Casi lo sacaron a la fuerza de la cárcel, donde por la fuerza lo pusieron hace más de tres años.

Pregunta. ¿Cómo le dieron la noticia de que estaría entre los 553 presos liberados tras las negociaciones con la administración de Joe Biden?

Respuesta. Como a las 10:30 de la mañana, el mayor de la policía política Julio Fonseca me dijo que me vistiera, que un equipo legal quería hablar conmigo, que me iban a dar la libertad, pero que querían notificarme sobre las condiciones. Les dije que no aceptaba condiciones de ningún tipo. Que a mí me liberaban completamente o me dejaban preso hasta que se caiga la dictadura. Luego llegaron un teniente coronel y otro oficial, dijeron que me tenían que llevar. Me condujeron a una oficina de la jefatura del penal. Ahí les dije: ‘¿Y qué es esto? ¿Otra farsa judicial?’ Dijeron que venían a notificarme mi libertad condicional, debido a un proceso que el Gobierno revolucionario ha decidido desarrollar como gesto de buena voluntad con el papa Francisco. Les dije que no aceptaba la libertad condicional, que ellos secuestraron a mi familia, robaron todo en mi casa, no dejaron ni siquiera sillas, se llevaron la televisión, me fabricaron delitos, me golpearon en prisión, me han tratado de matar de hambre, he tenido que protestar, hacer huelgas de hambre por que me permitan entrar alimentos y las medicinas que ellos no tienen.

Me dijeron: ‘Bueno, igual tienes que escuchar. Tú vas a ser puesto en libertad condicional y si no cumples con los requisitos y violas la legalidad socialista, vas a ser nuevamente llevado a prisión’. Les dije: ‘bueno, ahorrémonos todos estos trámites y fabriquen ahora otro delito para cuando en julio se extinga mi sanción me impongan otra’. Cuando les dije que no aceptaba la libertad condicional ni el acta de advertencia, me dijeron que entonces lo iban a firmar los testigos, o sea, los oficiales de ellos. Les dije que me iba para el penal, pero me respondieron que no podía entrar más allá adentro.

P. Es decir, que a pesar de que los enfrentó, y de su negativa a salir en libertad condicional, esta es una orden que ellos debían cumplir de cualquier modo.

R. Si yo llego a sentarme a modo de protesta, ellos me cargan y me traen para la casa. Porque la orden es que estemos en la calle antes de que Donald Trump asuma la presidencia para que no revierta las medidas. Eso es lo que vi de la conversación y se los dije.

P. ¿Qué condiciones le dijeron que implicaba esta libertad condicional?

R. Dijeron que yo debía ir a un tribunal a firmar mensualmente y debía ponerme a trabajar donde ese tribunal me ubicara.

P. ¿Es algo que piensa hacer?

R. Yo en eso siempre he sido muy claro. Nunca he simpatizado en lo más mínimo con Lenin, ni Marx, ni Engels, ni nadie de ese equipo. Pero Lenin decía que para hacer la revolución se necesitaban cuadros completamente comprometidos. Yo no tengo tiempo para vender tomates ni sembrar lechuga, mi tiempo es para luchar por la libertad y la democracia. Yo lo único que necesito es una muda de ropa y el mínimo de alimentos. Yo no fumo, no tomo, no voy a fiestas, no tengo otros gastos, por tanto, no necesito trabajarle al régimen

P. ¿Qué piensa de que, por segunda vez, el Gobierno le ponga en la calle por una negociación externa, ambas mediando la Iglesia católica?

R. Hay una mezcla de emociones. Sabes que la Iglesia y el Gobierno de los Estados Unidos tienen la mejor intención y eso lo agradecemos de todo corazón. Pero hay una cuestión que me preocupó en aquella ocasión y que me preocupa ahora. Cuando en 2010 el cardenal Jaime Ortega me llamó a la prisión, preguntó si yo aceptaba salir a España. Le dije que yo no aceptaba el exilio bajo ninguna condición. Terminé remitiéndolo a un pasaje bíblico, a Lucas 13, versículo 32. Es el momento en que unos fariseos le dicen a Jesús que se vaya, que Herodes quiere matarlo. Jesús le dice algo como: ‘Vayan y díganle a ese zorro que hoy y mañana continuaré sanando y al tercer día voy para Jerusalén porque un profeta no debe morir fuera de Jerusalén’. O sea, le estaba diciendo al cardenal: ‘Dígale a ese zorro que se llama Raúl Castro que yo no me voy a ningún lado, que si quieren, me maten, pero yo no me voy a ir del país’. Lo que me preocupa de esto, y resulta incluso penoso, es cómo en la situación actual le permiten al régimen cubano publicar una nota irrespetuosa, porque se presentan triunfales, como el Gobierno magnánimo, que en gesto de buena voluntad hacia su Santidad libera a 553 presos. No debe ser así cuando se trata de situaciones que implican tanto sufrimiento humano, tantas violaciones a tantos derechos humanos y, encima de eso, cuando el régimen no hace ningún compromiso por respetar derechos básicos fundamentales o se compromete a que no van a tomar represalias y poner nuevamente en la cárcel a las víctimas que acaban de excarcelar.

P. ¿Entonces cree que le pueden volver a llevar a prisión en algún momento?

Si, por supuesto. Y ahí empezaremos el nuevo capítulo de ese círculo vicioso en el que te encarcelan, te torturan, te presionan par que te vayas del país, te enferman, te causan todo tipo de problemas, golpean a tu familia, los amenazan con desalojarlos de su hogar. Luego la iglesia vuelve a intermediar, una administración demócrata les pide algo a cambio de quitar una medida o castigo, y liberan a quienes nunca debieron estar presos. Eso es una burla a la inteligencia y la dignidad del ser humano.

P. ¿El exilio sigue sin ser una opción para usted ahora?

R. Eso nunca lo he contemplado ni lo voy a contemplar. Y te confieso, yo amo a mi familia, amo demasiado la vida, a mis hijos, a mis nietos, a mi mamá, a mi esposa, y nunca había pensado en suicidarme, pero en prisión atravesé una situación por la que creí que mi salud fisica y mental se estaban deteriorando de una manera demasiado rapida. Tenía dolores intensos de cabeza, sentía unos zumbidos ensordecedores que no me dejaban dormir y llegué a tener alucinaciones por primera vez en mi vida. Creo que me drogaron en ese tiempo con algún tipo de sustancia, porque no tiene otra explicación. Entonces consideré el suicidio antes que la rendición. Ellos me repetían que si aceptaba irme del país, se resolvía la situación y me ponían en libertad. Pero se los dije a ellos, a mi mujer y a mi familia, antes de rendirme recurro a lo que nunca he pensado hacer, prefiero quitarme la vida antes de renunciar a mi lucha.

P. Ahora la vida se reanuda afuera, ¿qué piensa hacer?

R. Son demasiadas cosas que tengo ante mí. Mi familia, la lucha, que continúa y es de mis grandes prioridades. También ayudaré, dentro de mis posibilidades, a los activistas, a los presos políticos que sigan en prisión. Voy a seguir asistiendo con alimentos y medicinas a otras personas como hacía antes de que me encarcelaran.

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