El director del Centro de Humanización de la Salud y el centro asistencial San Camilo de Madrid ofreció una ponencia en la Universidad Pontificia, organizada por la Diócesis de Salamanca y Cáritas diocesana, donde destacó el poder sanador de la escucha como base para un cuidado verdaderamente humanizado
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
“La escucha tiene un poder terapéutico y sana. La escucha es medicina”, afirmó el director del Centro de Humanización de la Salud San Camilo, José Carlos Bermejo, en la conferencia que impartió el pasado 23 de octubre en la Universidad Pontificia de Salamanca. En la jornada, organizada por la Vicaría de Pastoral y Cáritas diocesana, el experto en humanización de la salud, duelo y bioética compartió con los asistentes su filosofía sobre el poder de la escucha como base para un cuidado verdaderamente humanizado.
La ponencia, abierta a agentes, profesionales y voluntarios de la pastoral y de la acción social, contó con la presencia del obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, el vicario de pastoral, Andrés González, el delegado episcopal de Cáritas, Juan Pedro Melgar y la delegada episcopal para una Iglesia samaritana y de la Caridad, Mercedes Bayo ss.cc, quienes acompañaron a Bermejo en este espacio dedicado a reflexionar sobre el cuidado humanizado a través de la escucha.
Mercedes Bayo presentó al ponente como un “visionario” en temas de salud y humanización del cuidado, destacando su labor como fundador del Centro de Escucha San Camilo de Madrid, que desde 1997 acompaña a personas en situaciones de crisis y duelo complicados. Este modelo de cuidado profesionalizado ha dado lugar a una red de casi 40 centros en España y América Latina; además del Centro San Camilo, que ofrece atención integral a personas mayores, dependientes y quienes afrontan la etapa final de su vida, ofreciendo apoyo a sus familias y una atención médica digna centrada en la calidad humana.
La escucha como herramienta de sanación
José Carlos Bermejo ofreció en 15 puntos un itinerario sobre la escucha, entendida como un proceso de atención y respeto que requiere preparación, “para la liturgia del encuentro, para la sagrada atención a quien sufre y busca liberarse”, afirmó.
Apoyándose en el magisterio del papa Francisco, este experto señaló que “la escuchar corresponde al estilo humilde de Dios”, que es “una dimensión del amor y el don más precioso y generativo que podemos dar a los demás”. Apuntó que, en la acción pastoral, la labor más importante es la “pastoral del oído”, que bien orientada tiene el potencial de aliviar el dolor.
Valor terapéutico de la escucha
En este sentido, subrayó el poder terapéutico de la escucha, afirmando que “la escucha sana, es medicina”, y que quien escucha “se convierte en tratamiento”. Por ello, aboga por una profesionalización de la escucha en los ámbitos sanitario y social, mediante centros especializados que liberen el sufrimiento, ofreciendo consuelo y acompañamiento en las diversas experiencias humanas.
Este religioso camilo resaltó también el valor de la escucha en la hospitalidad, fundamental en una Iglesia que se abre al mundo y acoge a todos sin distinción y valoró el trabajo de instituciones como la Diócesis de Salamanca y Cáritas diocesana que se transforman en “espacios de artesanía del encuentro”, donde la escucha activa y la empatía permiten que personas en situación de vulnerabilidad encuentren un espacio seguro para abrirse y recibir apoyo.
El difícil arte de escuchar
Según Bermejo, la escucha va más allá de oír, exige preparar y abrir el corazón, “la escucha requiere atravesar el desierto que nos separa a las personas de encontrarnos”. Ese espacio que nos separa, “es terreno sagrado, habría que descalzarse para intentar no emitir juicios”, insistió.
Durante su intervención, el director del Centro de Escucha de los Camilos se refirió a la importancia de respetar el silencio y de acompañar a las personas en su dolor, sin juzgarlas, practicando “el ayuno de la palabra”, dejando que la otra persona sea quien se exprese. Y subrayó que durante la escucha se debe estar atento también a los silencios, a las miradas y a lo que no se dice.
El precio de la escucha
Bermejo también se refirió al coste que tiene la escucha: “quien escucha tiene que pagar el precio que supone acoger el sufrimiento del otro”. Lo que se conoce como “fatiga por compasión”, un desgaste emocional que pueden experimentar las personas profesionales y voluntarias en esta labor, reflejando su propia fragilidad humana y que es necesario cuidar.
Finalmente, abordó la respuesta que debe ofrecer quien escucha: “si escuchamos, hay que responder”. En este sentido, destacó el poder que tiene la palabra y la importancia de “supervisar su uso”, algo que en los centros de escucha de San Camilo se cuida especialmente.