Los incendios catastróficos en California continúan dejando un saldo devastador en la región de Los Ángeles, con al menos 24 muertos y miles de desplazados. Las llamas han arrasado con más de 7.000 estructuras, destruyendo viviendas y dejando a decenas de personas desaparecidas.
Los vientos cercanos a la fuerza de un huracán han convertido el área en un escenario dantesco, donde familias enteras han tenido que huir de sus hogares, muchas veces con poco más que lo puesto.
Actualmente, hay más de 3.400 bomberos en acción, tratando de controlar el 33% de las áreas afectadas por las llamas.
Pero más allá del impacto inmediato, el desafío de la reconstrucción de Los Ángeles asoma en el horizonte, un escenario en el que la comunidad latina juega un papel muy importante. Según los informes, el 43% de los trabajadores de la construcción en California son inmigrantes, en su mayoría mexicanos.
Esta fuerza laboral ha sido crucial para la recuperación de ciudades estadounidenses en casos de desastres naturales previos, como el huracán Harvey en Houston en 2017.
Sin embargo, estas labores ocurrirán en medio de las políticas de inmigración anunciadas por la administración de Trump, que podrían poner en riesgo a esta mano de obra vital.
“El reto es mayúsculo”, afirma Ernesto Castañeda, director de Immigration Lab, resaltando que sin la participación de los trabajadores inmigrantes, el costo de la reconstrucción podría dispararse significativamente.
Por esta razón, Castañeda subraya que sería beneficioso para la administración Trump considerar facilidades temporales para los trabajadores inmigrantes que contribuyan a la reconstrucción.
Además, en el ámbito político, la reconstrucción de Los Ángeles plantea desafíos adicionales. Según Daniel Garza, analista republicano, “existirá resistencia frente a poner recursos en manos de un liderazgo que ha fallado en prevenir esta catástrofe”.
Ilan Shapiro, coordinador de salud médica de AltaMED en Los Ángeles, también señala que la comunidad hispana ha sido especialmente afectada. “La comunidad de Altadena, mayormente hispana y afroamericana, ha sufrido importantes pérdidas”, comenta Shapiro, añadiendo que la calidad del aire es ahora una preocupación adicional.
El aire contaminado por los incendios representa un riesgo sanitario, especialmente para los más de 10 millones de habitantes de Los Ángeles. Shapiro recomienda el uso de mascarillas y purificadores de aire para mitigar los efectos de la contaminación.
Por su parte, Daniel Ortiz, vocero del Departamento de Bomberos de la ciudad de Los Ángeles, resalta la inmensa destrucción que han dejado estos incendios, un desastre de nivel nacional que ha requerido una respuesta histórica por parte de toda la nación.
“Para nosotros es un momento que nos ha dado muy buenas lecciones, un incendio de una magnitud que no se había visto en esta zona desde hace décadas (…) Pudiéramos haber tenido 100 bomberos allí inmediatamente disponibles para combatir este incendio y no hubieran sido efectivos, ya que la energía y la cantidad de llamas por parte de la vegetación llegó a ser un ferrocarril de energía, prácticamente era una pesadilla”, comenta Ortiz.