“Ya no es posible mantener los esquemas pastorales heredados de una época en la que el cristianismo conformaba mayoritariamente la cultura y la vida social”
“El desafío fundamental consiste en construir y sostener comunidades vivas que, nutridas por el Espíritu y la gracia sacramental, encarnen con coherencia la propuesta de Jesús en un entorno frecuentemente indiferente”
“La Iglesia católica es «unidad en la diversidad». La auténtica comunión eclesial crece asumiendo las tensiones, no añorando una armonía idealizada”
“La Iglesia católica es «unidad en la diversidad». La auténtica comunión eclesial crece asumiendo las tensiones, no añorando una armonía idealizada”
Hoy a las 12 ha sido presentada la carta pastoral de los obispos vascos, la primera del nuevo tándem episcopal de las diócesis de Bilbao, Vitoria, San Sebastián y Pamplona-Tudela.
La carta lleva por título “El Contraste Paciente” y la abre un texto de Autor Anónimo e identificado como Carta a Diogneto y que pertenece a la colección de textos de los padres apostólicos de los primeros siglos, y otro texto de San Cipriano. Es una carta escrita para el Tiempo de Cuaresma que iniciamos este Miércoles de Ceniza.
Ofrezco algunos párrafos entresacados de una rápida lectura a expensas de una lectura más reposada, a la que invito.
Ya en sus primeros párrafos expone la situación, el marco sobre el que trabajará la Carta Pastoral: “Ya no es posible mantener los esquemas pastorales heredados de una época en la que el cristianismo conformaba mayoritariamente la cultura y la vida social. Esta nueva situación, lejos de paralizarnos, nos invita a repensar con creatividad y fidelidad nuestro modo de vivir y dar testimonio de Cristo, Palabra de Vida para el mundo.”
Y también expone los mimbres con los que irán construyendo el texto: “Nuestra propuesta se inspira en la Palabra de Dios que todo lo ilumina con una luz nueva, en la experiencia de los primeros cristianos que supieron dar un testimonio convincente en su entorno social y en las orientaciones del magisterio reciente que nos invitan a una conversión pastoral para responder a los desafíos actuales.” Y todo ello en el marco del Año Santo Jubilar.
El capítulo 1 se titula “Más allá de una Iglesia de cristiandad”. La Evangelización “debe encarnarse de manera específica en cada tiempo y lugar reconociendo y asumiendo las características propias del entorno donde la Buena Nueva es anunciada.”

Factores a tener en cuenta según los obispos de las diócesis vascas son: “el tamaño relativo de la comunidad creyente, la trayectoria histórica del cristianismo en la región y el impacto de su influencia cultural, la historia de la relación entre Iglesia y estado y, particularmente, la situación de la libertad religiosa.” El pasado de cristianismo en Europa se ve hoy afectado y “la distancia entre el pensamiento europeo dominante y la cosmovisión cristiana se hace cada vez más patente”. “El debate sobre el «alma cristiana» de Europa, aunque complejo y profundo, parece hoy más histórico que actual. Esta herencia cristiana, innegable en el pasado, ha perdido su capacidad para interpretar nuestro presente y orientar nuestro futuro.”
En el análisis de los obispos: “El cambio va mucho más allá de una mera disminución en bautizos, confirmaciones y bodas. Estamos ante un verdadero tsunami cultural que ha convertido en extraños y escasamente atractivos muchos elementos esenciales de la antropología y cosmovisión cristianas: el valor esencial de la comunidad, el sentido del sacrificio y el compromiso, la importancia de la fidelidad, de la entrega, de las renuncias, la ineludible referencia a la corporeidad y a la biología si queremos comprendernos como seres humanos. Especialmente en lo relativo a la antropología la distancia y el contraste con otras visiones y sensibilidades se hace cada vez más palpable.”
El capítulo segundo se encabeza con la siguiente disyuntiva: “Denuncia o testimonio”. “La relación entre la comunidad creyente y el mundo ha oscilado históricamente entre dos polos: la denuncia que confronta y el testimonio que transforma.”
En este capítulo los obispos afirman lo que podría interpretarse como una referencia a algunas de las situaciones hoy presentes en el panorama internacional: “Es la lógica del poder que ha dominado tantos acontecimientos históricos, un ejercicio de dominación que frecuentemente deriva en tiranía sobre los pueblos y que Cristo denuncia explícitamente en el Evangelio”.
Pero, “Existe otro modo de entender las tensiones entre la comunidad de fe y el mundo: la dinámica del testimonio paciente.” “El Dios de Jesús trasciende los bandos humanos.” dirán los prelados vascos. “Más aún, este Dios nos desconcierta al pedirnos amar a los enemigos y devolver bien por mal.”
“Nuestra misión es ofrecer al mundo un testimonio valioso, no desde la confrontación, sino desde la coherencia de vida y así contribuir a una sociedad más integrada. Es la amistad social que propone el papa Francisco en Fratelli tutti, un camino que presupone la convicción de que «la unidad es superior al conflicto» y que se traduce en el deseo de construir puentes y reconocer el valor de cada persona más allá de las barreras o muros que nos empeñamos en levantar.”
Capítulo 3, “Ser sal de la Tierra”. Una imagen muy ilustrativa encabeza este capítulo: “La labor del bombero exige un delicado equilibrio: debe aproximarse lo suficiente al fuego para poder extinguirlo, pero también mantener la distancia necesaria para no ser alcanzado por las llamas. Esta tensión entre cercanía y precaución resulta instructiva para los creyentes, pues ilustra nuestra propia llamada a estar en el mundo sin ser del mundo.”
“Cuando Jesús dice vosotros sois la sal de la tierra, tal vez Jesús no está pidiendo tanto un aporte difuso al conjunto social, sino que se refiere a la necesidad de preservar el sabor distintivo que los cristianos deben ofrecer al mundo. En este caso el énfasis estaría en asegurar una identidad de contraste desde la cual invitar a otros a experimentar la riqueza de quienes han descubierto el tiempo de Dios. Cristo estaría pidiendo a la comunidad creyente y a cada discípulo que encarne ese «sabor» específico del Reino haciéndolo ya presente en medio del mundo.”
A partir del número 48 hacen una extensa referencia a Las Bienaventuranzas como referente indispensable en esta tarea de ser sal y luz.
Capítulo 4 “La paciencia de los primeros cristianos”. La referencia a los orígenes, a la vida de las primeras comunidades cristianas es un clásico en las manifestaciones doctrinales y pastorales. “ Esta paciencia no era simple resignación o pasividad, sino una actitud vital que reflejaba su comprensión de un Dios que actúa con mansedumbre y respeta los ritmos de la historia humana.”
Capítulo 5: “Un nuevo paradigma: El testimonio humilde”. Hasta aquí la carta ha sido un análisis del marco en el que se mueve la Iglesia y sus referencias históricas, a partir de aquí empiezan las propuestas para el hoy y el mañana: “La nueva situación nos exige no solo abandonar esquemas pastorales heredados de otra época, sino asumir una profunda renovación en nuestra manera de ser y actuar como Iglesia. En este apartado identificamos algunas claves para esta necesaria transformación que nuestras comunidades deben asumir con serenidad y esperanza, sin nostalgias paralizantes ni temores infundados.”
“El desafío fundamental consiste en construir y sostener comunidades vivas que, nutridas por el Espíritu y la gracia sacramental, encarnen con coherencia la propuesta de Jesús en un entorno frecuentemente indiferente.” “El paradigma ha cambiado radicalmente: ya no se trata de orientar la sociedad desde una posición de influencia institucional, sino de construir y nutrir comunidades que reflejen visiblemente el ser de Cristo que sirve al mundo contribuyendo desde su comunidad al bien común social.”
En este apartado se incluyen varias referencias a J. Ratzinger con palabras de su libro: “Fe y Futuro” donde realiza un análisis que hoy, cinco décadas más tarde de cuando fueron escritas, son de plena actualidad.
En el número 94 hacen una referencia al que es el signo por excelencia del cristiano, la cruz: “La cruz no es un mero símbolo abstracto, sino una fuerza transformadora que modela virtudes específicas en la comunidad cristiana, especialmente significativas en un mundo dominado por el miedo, la coerción y la violencia. Al situar la cruz en el centro de nuestra mirada los cristianos desarrollamos un realismo peculiar: sabemos que la cruz y la resurrección son la palabra definitiva de Dios sobre la historia humana, y esto nos permite ver el mundo sin ilusiones ni autoengaños.”
Un número que me parece destacable de esta carta es el 99. Donde los obispos dicen: “La Iglesia católica es «unidad en la diversidad». La auténtica comunión eclesial crece asumiendo las tensiones, no añorando una armonía idealizada. Construirla presupone algunas actitudes que queremos destacar: Celebrar la diversidad como riqueza católica. (y lo desarrollan); No magnificar los conflictos. Mantener la unidad interna es un desafío particularmente complejo en una Iglesia global; Orar insistentemente pidiendo la unidad; Practicar la hospitalidad. La comunión, además de ser exigencia interna, se extiende como acogida y hospitalidad hacia el débil, extranjero y diferente.

Capítulo 6: “Vino nuevo en odres nuevos: las notas de una iglesia renovada”. “El testimonio cristiano en nuestro tiempo ha de ir de la mano de una profunda renovación de la Iglesia. No basta solo con constatar que el régimen de cristiandad es historia, ni de adaptarnos superficialmente a un contexto nuevo. El desafío es más radical: revivir la frescura original del Evangelio para ofrecer al mundo una propuesta que, siendo mansa, mantenga toda la fuerza transformadora de Cristo.”
Los siguientes párrafos son “una invitación a una conversión personal y misionera, una conversión integral. Cada aspecto de la renovación eclesial que presentamos pide una doble lectura: ¿qué significa este cambio para mi vida personal? ¿Cómo puedo contribuir, desde mi realidad concreta, a una Iglesia más auténtica y evangélica?”.
La carta se va cerrando con un apartado al que han titulado: “Conclusión: Palabra que inspira nuestra conversión cuaresmal”.
Los obispos vascos en esta su primera carta pastoral conjunta no pretenden: “ofrecer recetas mágicas ni soluciones inmediatas a los desafíos que enfrenta la comunidad cristiana. Son más bien una invitación a redescubrir el poder del testimonio paciente, a confiar en que Dios sigue actuando en la historia, aunque no siempre del modo y en el tiempo que esperamos.”
Esta Carta Pastoral de Cuaresma lleva un “bonus track”, una guía para su lectura y su trabajo personal y en grupos.

Non solum sed etiam
Insistiendo en que ha sido una primera y rapidísima lectura del texto las primeras impresiones es que es una carta netamente pastoral, que mira ad extra pero sobre todo ad intra; que hace autocrítica suave; que reconoce que vivimos otros tiempos que exigen otras formas, aunque el Mensaje siempre es el mismo. Es una carta donde se predica el a Dios rogando pero currando, se percibe sintonía con el magisterio del Papa Francisco, de una Iglesia en salida, de una Iglesia en la que cabemos todos, todos, todos (aunque no recuerdo haber visto esta expresión citada); una Iglesia donde la diversidad es su riqueza, y una Iglesia que, despojada de todo poder mundano, sigue siendo llamada a ser faro y guía espiritual para el mundo.
En total 78 páginas con 190 puntos para reflexionar durante toda la Cuaresma.
Son otros pastores y otros tiempos y hacer comparaciones sería absurdo y sin sentido, pero sí alguna conexión se podría buscar quizá sean las pinceladas de pautas pastorales para estar en el mundo, algo que las pastorales de los obispos vascos de otras épocas también llevaban.
En principio el tándem actual de + Florencio Roselló Avellanas, O. de M., Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela. + Joseba Segura Etxezarraga, Obispo de Bilbao. +Fernando Prado Ayuso, cmf, Obispo de San Sebastián. y + Juan Carlos Elizalde Espinal, Obispo de Vitoria, tienen años por delante para producir pastorales conjuntas que marquen una época como lo hicieron algunos de sus predecesores.
https://diocesisvitoria.org/carta-pastoral-conjunta-de-los-obispos-del-pais-vasco-y-navarra/