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José Antonio Cortés
19 de dic, 2024, 05:02 ET
Lo que dijo Christian Horner no concuerda con los comunicados de Checo Pérez y Red Bull. El team principal insistió en que fue decisión del mexicano y no quiere asumir que fue un despido
El 18 de diciembre se dio el anuncio oficial de la salida de Sergio Pérez del equipo Red Bull Racing de Fórmula 1, pero la historia empezó mucho antes y pasaron muchas cosas para llegar a las 5:00 pm, horario de Inglaterra, en que se liberaron los comunicados de prensa.
Checo Pérez, no es ningún secreto, tuvo en 2024 la temporada más complicada de las 14 que cumplió en la F1, es más fue terrible, y cuyo epílogo fue un adiós, frío, seco y lleno de intrigas y contradicciones, donde Red Bull anunció que, de mutuo acuerdo, se separaban el piloto mexicano y la escudería. El tapatío secundó el mismo tono, pero todos sabemos que eso no fue un acuerdo, sino un despido.
Fue uno de esos noviazgos donde él quiere acabar la relación, pero trata que ella sea la que diga no más, cuando no tiene intención de terminar.
Red Bull, que tiene todo el derecho de disponer de su nómina como le dé la gana, siempre quiso que Checo Pérez asumiera la responsabilidad de su partida como una decisión personal.
“Él mismo llegó a la conclusión de que era el momento de dar un paso al costado en la Fórmula 1”, dijo Christian Horner en las entrevistas a medios ingleses que dio con anticipación, días antes del anuncio y, como es una costumbre en los medios y particularmente de Red Bull, tenían embargada para que, a su señal, fuera publicada.
Jamás un equipo de Fórmula 1 le ha dado a escoger a un piloto si se va o se queda, cuando el argumento para no contar con él es su rendimiento. Esa narrativa manufacturada por Christian Horner es una total falacia y detrás de ella está la protección de su espalda, del responsable único y final de todo lo que pasa en Red Bull.
Un equipo de Fórmula 1 es un negocio, pero también una entidad deportiva a la que le cuesta, y mucho, despedir a un empleado de primer nivel como un piloto, sobre todo uno con trayectoria y un buen agente.
Horner creía que Checo Pérez era la apuesta correcta como segundo piloto a lado de Max Verstappen, y por eso le extendió el contrato hasta 2025 con opción de 2026, pero no contaba con el RB20 se iría abajo luego de la salida de Adrian Newey.
A la muerte de Dietrich Mateschitz, dueño de Red Bull, en 2022, se desató la anarquía en el equipo y la desbandada de talento fue inevitable. El primero en emigrar fue Rob Marshall, en quien Adrian Newey recargaba el desarrollo de los autos que diseñaba.
La lucha de poderes entre Horner y Helmut Marko formó bandos, incluso entre los accionistas. Los austriacos hicieron un frente común con el veterano consejero especial, mientras que la familia tailandesa Yoovidhya dio su espaldarazo al británico.
Es hasta penoso recordar que la animadversión llegó al punto de la filtración a lso medios de mensajes inapropiados de Horner a una empleada del equipo, que a su vez tenía una relación con Jos Verstappen.
Una telenovela de bajo presupuesto habría tenido una trama menos burda. Al final, Horner conservó su puesto con alfileres, Marko fue reprendido por sospechas de haber estado involucrado en las filtraciones y al papá de Verstappen no se le vio en el paddock en un buen tiempo.
No hay escándalo que no se cure con buenos resultados en la pista y esos llegaron con todo en las primeras cinco carreras de 2024. Cuatro triunfos de Max y cuatro podios de Checo.
Lo que nadie sabía es que la pérdida de la armonía, esa que que sedujo a Adrián Newey para unirse a Red Bull, lo terminó de ahuyentar y dejó de participar en los autos del equipo después del Gran Premio de Japón, para luego anunciar su partida justo antes del GP de Miami.
Miami fue la sexta parada del calendario de 24 fechas de la F1. Checo fue cuarto ese domingo que McLaren mostró que tenía el mejor coche de la parrilla, pero Pérez no volvió a terminar una carrera ni siquiera en el Top 5. Los 49 puntos obtenidos por el mexicano en 18 GP’s y de ellos sólo 9 en los últimos 8 son argumentos suficientes para buscar un cambio de piloto, pero ver solamente la tabla de puntos es una miopía selectiva.
A los datos anteriores hay que adicionarles que no es que Checo Pérez dejara repentinamente de manejar. El auto se comenzó a tornar en una maquinaria indescifrable, que, en principio, sólo el súper dotado Max Verstappen podía llevar a los puntos grandes de cada carrera.
Pero luego, incluso Verstappen padeció al indómito RB20. La muestra fue que en los primeros 10 GP’s del año, Max ganó siete, pero en la siguiente decena no sumó banderas a cuadros y sólo subió al podio cuatro veces.
El neerlandés dijo que el problema no era Checo Pérez, era el auto. En realidad, para el mexicano se formó una tormenta perfecta: un auto muy complejo, un coequipero muy especial, errores propios, errores de sus ingenieros, accidentes, incluso en Baku, la pista donde siempre anda bien, la mala suerte lo puso entre el muro Carlos Sainz.
Con tan pobre cosecha de puntos, ¿por qué Red Bull no aplicó alguna cláusula de rendimiento? ¿Por qué el equipo que se caracteriza por no tener paciencia con ningún volante se volvió un monje zen con Checo Pérez?
Primero, porque ya estaba firmado un contrato para 2025. Terminar todo a medio 2024 habría sido costosísimo en términos financieros.
Segundo, porque Checo ya había vivido crisis similares y las superaba, además era el actual subcampeón del mundo.
Tercero, y más importante, porque eso supondría que la decisión de Horner de renovarlo había sido un error que costaba puntos y dinero por el Campeonato de Constructores, además de un dinero de salida bastante elevado, ya que el contrato de Checo Pérez modelado por Julian Jakobi no era de cláusulas fáciles, como los que acostumbra a romper Red Bull con los pilotos que surgen de su Junior Team o como el de Daniel Ricciardo, quien llegó a pedir una oportunidad y no puso condiciones.
Esa fortaleza de contrato más la presión de los McLaren que acechaban en el campeonato de Constructores y a Max en el de Pilotos hizo que Horner empezara a olvidar su política de jugar en equipo y comenzó con declaraciones contra Pérez.
Antes del GP de Austin, empezó el fuego amigo, con un Horner que hablaba de tomar decisiones dolorosas en el futuro para buscar un piloto que pudiera estar más cerca de Verstappen y así poder competir con los otros constructores.
Checo, también por primera vez, porque siempre ha sido jugador de equipo, respondió que Red Bull (entiéndase Horner) debería concentrarse en solucionar los problemas del coche en lugar de dar titulares a la prensa.
Ahí no terminó el jaloneo se volvió una constante. Pérez aseguró que no contaba con el mismo piso que Verstappen y eso se notaba, mientras que Horner lo desmintió. La verdad es que tenían el piso con las mismas especificaciones, pero el de Max era de una sola pieza de fibra de carbono salido de la fábrica y el de Checo era acoplado en los fosos. Es como si Max tuviera una taza muy fina para tomar su café, y Checo una igual, pero que luego de caerse al piso fue rearmada con pegamento.
Es normal que el piloto número uno tenga primero las actualizaciones de un coche, lo que no es normal es que piloto número dos y team principal diriman eso en los medios.
Checo, sumido en una espiral de falta de confianza en el coche, en el equipo y en sí mismo era visto por la escudería de la misma manera pero en sentido inverso, ya no confiaban en él.
La terrible calificación, carrera y desenlace del Gran Premio de México, donde ante la complacencia de Red Bull, Liam Lawson insultó a Checo Pérez y le arruinó la carrera, fue la gota que derramó el vaso y la paciencia estaba agotada.
Las actualizaciones no funcionaban ni a Max ni a Checo, sólo la joya de manejo de Verstappen en Sao Paulo lo hizo volver a ganar y además proclamarse como leyenda.
El gran privilegio de tener un piloto como Max Verstappen es una presión muy grande para sus coequiperos. Los destruye a todos, mina su confianza, los hace dudar de su capacidad. A unos los acaba rápido, a Checo Pérez lo erosionó poco a poco, fueron cuatro años, lo que nadie ha podido soportar.
En la pista de Lusail, los planes de calificación fueron desastrosos por parte del ingeniero Hugh Bird. Luego, el trompo de Checo y el clutch quemado, al estar quinto en Qatar, arruinaron todo.
Tras el Gran Premio de Qatar, Horner disfrazó de diplomacia la decisión tomada por el equipo: Checo era lo suficientemente grandecito y con la experiencia para saber que la F1 es un deporte ligado a resultados y debía llegar a sus propias conclusiones y tomar una decisión sobre su futuro.
Checo Pérez, asesorado por su equipo legal, no dejaba de repetir lo mismo: ‘Tengo contrato, no iré a ningún lado, me verán en 2025”. Era un ‘si quieren que me vaya, paguénme lo que dice mi contrato’.
Por supuesto, y ante la postura del mexicano de apegarse al contrato firmado, Horner y Marko hicieron lo mismo: Checo es nuestro piloto y lo apoyamos hasta la bandera a cuadros en Abu Dhabi.
Signos claros de lo que se venía fueron la reunión de Checo con Horner y Marko en el paddock, la presencia poco común en Abu Dhabi de Carola, la esposa de Pérez, quien no había ido a ese Gran Premio desde 2020, cuando se suponía su marido correría su última carrera, porque Racing Point lo había cortado y todavía no se firmaba con Red Bull. En 2024, Carola también estaba para acompañar a Checo en el fin, pero ahora sí sería en serio.
También apareció, y muy activo en reuniones con Horner, Julian Jakobi, el agente de Checo, y el lunes estaba programada la reunión de accionistas de Red Bull, donde uno de los puntos principales de la agenda era la salida del mexicano del equipo.
Para Horner era y es de vital importancia que no se maneje como un despido, porque eso significaría que él tomó la decisión de sustituir a Checo Pérez, darle un finiquito que ronda los 8 millones de dólares y luego, poner en su lugar a Liam Lawson.
Horner abre el paraguas en caso de que Lawson se desquebraje por la presión de ser coequipero de Max y/o que el RB21 vuelva a ser tan complicado que los resultados ahora sean más difíciles de obtener, incluso para Verstappen.
Horner no quiere pasar a la historia como quien, de un plumazo, cambió la estrategia del equipo, porque teme que esta no funcione y eso le cueste el trabajo.
Por eso, en las entrevistas que adelantó a los medios ingleses, Horner descargó su narrativa de la salida decidida por Checo Pérez, quien, dijo, quiere estar más con su familia, tomarse un sabático y trabajar como embajador del equipo.
Todo eso fue dicho por Horner unilateralmente y al momento de prepararse los comunicados fue el motivo de los retrasos y aplazamientos. ¿Cómo iba a aceptar Checo que se difundiera algo que no pasará?
Checo Pérez no será embajador de Red Bull en eventos publicitarios como Showruns, al menos no como un trabajo fijo (tal vez sí ,como contratación para algún evento unitario). Eso sería humillante y un contrasentido con su reticencia a viajar.
Además, le impediría aceptar alguna oferta que se presente en F1 u otra categoría, ahora o en 2025..
Julian Jakobi, el agente, ya está en el proceso de encontrar las mejores opciones de trabajo para Checo Pérez en F1 o WEC que es lo que llama la atención del mexicano. Entonces, la ejecución de relaciones públicas de Red Bull fue una total desgracia.
Concertaron entrevistas cuyo contenido no concuerda con la realidad, hubo medios que las usaron sin tener cuidado de checar su congruencia y además se adelantaron a los tiempos que habían fijado como pasó con The Independent.
Lo cierto es que Checo Pérez se fue luego de un acuerdo amistosamente frío, pero sin pleito legal, por una cantidad que le pareció lo suficientemente buena como para evitarse el desgaste en tribunales y, al mismo tiempo, para evadir la gran idea de convertirlo en un promotor de la marca Red Bull durante todo un año, eso sí, por 8 millones de dólares.
No se descarte que Checo Pérez vuelva a vestir el nomex de Red Bull, como lo hace David Coulthard en festivales y para cuestiones históricas, pero eso sólo será bajo un contrato evento por evento y sin tener que comprometerse como exclusivo de la marca. Pero eso no está contemplado a corto plazo.
Al final, Red Bull tenía los argumentos suficientes de rendimiento para decidir cortar a Checo Pérez, pero sólo el tiempo dirá si el problema era el mexicano o lo es el equipo y su auto.
En 2025, el RB21 no será un auto diseñado por Adrian Newey y de caer más debajo de la tercera posición de Constructores, el éxodo de personal en la escudería podría incluir un team principal que de “mutuo acuerdo” deje su puesto e incluso un multicampeón que busque un auto donde realmente pueda ganar en 2026 así sea plateado, rojo, naranja o, ¿por qué no? verde.