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Incluso Japón ha visto avivamiento: esperanza para lugares difíciles como el mío

Autor: BITE

Los japoneses, el amado pueblo entre el cual vivo y sirvo, son el segundo grupo no alcanzado más grande del mundo.

La categoría de “grupo no alcanzado” describe pueblos donde menos del 2% de la población es evangélica. Los pueblos no alcanzados son aquellos que más necesitan del ministerio misionero. Sin embargo, aunque esta categoría es útil para diagnosticar la necesidad de las misiones en esos lugares, nunca cuenta la historia completa de la obra redentora de Dios entre un pueblo. “No alcanzado” no significa necesariamente que no haya presencia cristiana. Estos grupos pueden tener iglesias pequeñas pero fieles con sus propias historias notables de la obra soberana de salvación de Dios. Japón ofrece un excelente ejemplo de una obra de redención que ha pasado inadvertida y que merece ser recordada.

El Salmo 105:1-6 nos enseña que dar a conocer la grandeza de Dios entre los pueblos (versículo 1) está profundamente conectado con recordar Sus obras maravillosas (versículos 2, 5) y responder con agradecimiento (versículo 1). Al recordar cómo Dios ha obrado poderosamente en lugares conocidos por tener un terreno en el que es difícil plantar, podemos llenarnos de un agradecimiento reverente, lo cual nos impulsa a avanzar en la misión con nueva energía y una nueva visión para extender el evangelio donde parece imposible.

Japón es el segundo país más grande del mundo con población “no alcanzada” en términos de misiones. Sin embargo, esto no implica que haya ausencia de creyentes en esta nación. / Foto: Envato Elements

Primeros movimientos

Los primeros misioneros protestantes llegaron a Japón en 1859. Las fronteras de Japón habían estado cerradas a Occidente, especialmente al cristianismo, desde 1603, cuando una influyente misión católica romana fue expulsada mediante una persecución extrema. La prohibición del cristianismo seguía vigente cuando los misioneros llegaron en 1859, y era difícil incluso obtener una audiencia para el evangelio. Mencionar el nombre de Jesús podía hacer que los japoneses se deslizaran un dedo por la garganta para ilustrar el peligro del tema. No obstante, los misioneros se pusieron a trabajar aprendiendo el idioma y encontrando formas creativas de servir, incluyendo la educación y la medicina.

A principios de 1872, misioneros y expatriados cristianos organizaron una semana de oración en Yokohama, a la cual varios estudiantes japoneses no cristianos decidieron unirse. Cada día, los reunidos leían un pasaje de Hechos y oraban juntos. Mientras oraban, el Espíritu comenzó a moverse con poder. El grupo decidió continuar reuniéndose después de que la semana terminara. Al final de la segunda semana, los estudiantes japoneses, muchos de ellos provenientes de orgullosas familias samuráis, estaban de rodillas clamando a Dios con lágrimas para que el Espíritu Santo descendiera sobre Japón tal como lo hizo con la iglesia primitiva.

Representación de misioneros en Japón.

Nueve de los estudiantes pronto profesaron fe en Cristo y fueron bautizados el 10 de marzo de 1872, como miembros de la primera iglesia protestante en Japón. Aunque dos de los nueve resultaron ser espías budistas que rápidamente se apartaron, los siete restantes fueron acompañados por otra ola de estudiantes recién convertidos para formar la Banda de Yokohama, el primero de varios pequeños movimientos de cristianos japoneses que ayudarían a extender el evangelio por todo Japón.

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[Puedes leer: Historia del cristianismo en JAPÓN, desde el siglo segundo hasta hoy

Bandas de hermanos

Movimientos similares ocurrieron a lo largo del resto de la década de 1870, especialmente en Kumamoto y Sapporo. En Kumamoto, el Capitán L.L. Janes, un veterano de la Guerra Civil, fue reclutado para lanzar una escuela de aprendizaje occidental. Janes no llegó con fuertes intenciones misioneras. Sin embargo, después de unos años de instrucción y vinculación con los niños de su escuela, comenzó a liderar un estudio bíblico, al cual todos los estudiantes se sintieron impulsados a unirse. Aunque Janes predicaba un evangelio entremezclado con aspiraciones de occidentalizar a Japón, su mensaje impactó significativamente a los niños. Varios se convirtieron al cristianismo, y Janes añadió adoración y oración semanales.

Pronto, los estudiantes japoneses creyentes estaban evangelizando a sus compañeros no cristianos, y el 30 de enero de 1876, más de treinta de los estudiantes se reunieron en el Monte Hanaoka. Juntos cantaron “Jesús me ama”, el primer himno traducido al japonés, e hicieron un pacto para proclamar la fe cristiana para el esclarecimiento del Imperio japonés. Bajaron de la montaña como la Banda de Kumamoto, y muchos llegaron a ser influyentes políticos, líderes empresariales y pastores.

Antiguo retrato del Capitán L.L. Janes. / Foto: Wikipedia

Otro veterano de la Guerra Civil, el Coronel William S. Clark, ayudó a establecer el Colegio de Agricultura de Sapporo en Hokkaido en 1876. Al igual que Janes, Clark tampoco llegó como misionero, pero durante sus ocho meses en Japón, lideró a los estudiantes en un estudio bíblico regular y experimentó una renovación personal en su propia fe. Muchos de sus estudiantes se convirtieron al cristianismo, y Clark redactó un pacto para que todos los estudiantes lo firmaran, indicando su intención de seguir a Jesús. Todos los estudiantes firmaron el pacto, algunos por el fervor de su nueva fe y otros bajo la presión de sus compañeros. No es sorprendente que la mitad de ellos se apartara poco después de que Clark se fuera. Sin embargo, la otra mitad fue bautizada y formaron la Banda de Sapporo, que incluyó a notables pensadores cristianos japoneses como Uchimura Kanzō y Nitobe Inazō.

La formación de estos grupos cristianos fue las primicias de un movimiento más grande que vendría en el futuro.

Retrato de Nitobe Inazō (izquierda) y Uchimura Kanzō (derecha), destacados pensadores cristianos en Japón.

‘Una obra maravillosa en medio de nosotros’

En 1883, misioneros de todo Japón se reunieron en Osaka con algunos cristianos japoneses para una gran conferencia misionera. Esta conferencia enfatizó el poder de la unidad cristiana y la oración dependiente, lo cual inspiró a algunos líderes cristianos japoneses a organizar su propia conferencia en Osaka, lo que luego llevó a reuniones similares en Kioto y Tokio. Cada una de estas conferencias dio lugar a numerosas reuniones de oración en sus ciudades, que a menudo duraban semanas y provocaron avivamientos. Los cristianos japoneses clamaron como los primeros conversos en Yokohama para que el Espíritu Santo descendiera, y Dios respondió a sus oraciones. Numerosos avivamientos comenzaron a surgir en todo Japón, despertando arrepentimiento y renovación entre los cristianos japoneses y la comunidad misionera.

Charles F. Warren, de la Sociedad Misionera de la Iglesia (CMS por sus siglas en inglés), describió los acontecimientos como “lluvias de bendición que Dios en Su gracia ha concedido este año en diferentes partes del país” y un avivamiento que condujo a una mayor unidad y amor en la iglesia japonesa. Robert Maclay, quien supervisaba la Misión Metodista Episcopal Americana, ofreció otro testimonio: “Un espíritu de avivamiento religioso, trayendo temporadas de refrigerio por medio de la presencia del Señor, se está extendiendo en Japón, tanto en la comunidad de extranjeros como entre los cristianos japoneses (…) Estoy seguro de que estamos a punto de ser testigos de manifestaciones divinas visibles de gracia en la conversión de almas”.

C.S. Long de la CMS también describió “una obra gloriosa en Nagasaki” (donde una bomba atómica sería lanzada poco más de sesenta años después), en la que “multitudes están siendo genuinamente convertidas y testifican de la veracidad y el poder de la nueva religión (…) El Señor ciertamente está haciendo una obra maravillosa en nuestro medio. La noticia se está extendiendo por toda la ciudad, y cientos están acudiendo a la iglesia (…) Es verdaderamente maravilloso. Nunca he visto algo más impactante en casa”.

En 1883, misioneros de todo Japón se reunieron en Osaka con algunos cristianos japoneses para una gran conferencia misionera. / Imagen: Mapa de Osaka, Japón, 1883.

Cosecha japonesa

Pastores japoneses compartieron testimonios similares. Kozaki Hiromichi, quien provenía de la Banda de Kumamoto y fue un líder importante en la Iglesia (congregacionalista) Kumi-ai, compartió cómo un gran avivamiento comenzó en Yokohama después de una semana de oración. Joseph Neesima, fundador de la Universidad Dōshisha, describió un avivamiento que comenzó en el pequeño pueblo de Annaka en Niigata. Comenzó con una congregación arrepentida y en lágrimas, hasta que se vieron abrumados por el gozo y el amor.

Se recibieron informes de avivamientos de todo Japón, incluyendo Sendai, Fukushima, Kobe y Okayama. Misioneros y evangelistas japoneses comenzaron a alquilar teatros para organizar eventos de predicación y enseñanza para cientos de personas a la vez. En mayo de 1883, se celebraron servicios de predicación en el Teatro Hisamatsu en Tokio durante varios días, con una asistencia total de cuatro mil personas. Los avivamientos también surgieron en varias escuelas cristianas de todo Japón, incluyendo la Universidad Dōshisha, donde doscientos estudiantes fueron bautizados durante una sola reunión de oración en marzo de 1884.

Como resultado de los avivamientos de la década de 1880, la membresía promedio de las iglesias en Japón se duplicó, se plantaron iglesias en nuevas regiones, aumentó la financiación local para el ministerio y los cristianos japoneses comenzaron a asumir las riendas del liderazgo de la iglesia. La temporada fue tan fructífera, que algunos misioneros pronosticaron expectativas de que Japón se convertiría en una nación cristiana en el transcurso un siglo.

Kozaki Hiromichi fue un líder importante en la Iglesia congregacionalista de Japón.

De la memoria a las misiones

Es impactante darse cuenta de que tales expectativas nunca se cumplieron, y aunque Dios ha traído otras temporadas de crecimiento, el número de cristianos japoneses sigue siendo pequeño. También es asombroso ver cómo Dios ha obrado en el pasado, y hay varias lecciones que tanto los que envían misioneros como los que van a las misiones pueden aprender de esta historia.

Primero, aunque Japón pueda parecer persistentemente frío al evangelio, Dios ha obrado poderosamente aquí en el pasado, y nada puede impedirle hacerlo de nuevo.

Segundo, así como la iglesia primitiva en Hechos, la iglesia japonesa nació más de la oración que de cualquier método evangelístico o liderazgo carismático. Tenemos razones para esperar que Dios escuche y responda a tales fervientes oraciones de nuevo.

Tercero y último, estos movimientos abarcaron tanto a la comunidad misionera como a la japonesa. Los misioneros no pueden crear un avivamiento en la iglesia japonesa, pero podemos buscarlo en oración junto con hermanos y hermanas japoneses, recordando juntos cómo Dios ha obrado maravillosamente en el pasado.


Este artículo fue traducido y ajustado por Héctor Rivas. El original fue publicado por Brett Rayl en Desiring God. Allí se encuentran las citas y notas al pie.

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