Ante la reapertura de la catedral de Notre Dame este fin de semana, los católicos franceses declaran abiertamente su “alivio” y su impaciencia” para volver a pisar las losas del templo, uno de los grandes símbolos del cristianismo.
“Es una maravilla”, un “alivio”, estima Christine Linard, de 81 años, quien no duda en describir el evento como la “resurrección de Notre Dame”.
Esta parisina, que asiste todas las mañanas a misa en la cercana iglesia de Saint-Louis d’Antin, se entusiasma de antemano con la magnificencia de la catedral restaurada, propicia a su juicio para la expresión de la fe.
“Cuando algo es hermoso, surge ese asombro al pensar que Dios es maravilloso en su creación”. Y añade: “Hay que ofrecerle al Señor campanas, vitrales… Es eso lo que le devolveremos”.
La primera misa abierta al público en Notre Dame tendrá lugar el domingo a las 18H30 (17H30 GMT), y otras seguirán cada noche durante toda la semana denominada “de octava”.
Sin embargo, las plazas son limitadas, ya que era necesario reservar (gratuitamente) con antelación. El martes al mediodía, pocas horas después de la apertura de la taquilla en línea, todos los cupos de esta primera semana ya estaban agotados.
¿Por qué un apego tan fuerte? Notre Dame es “un símbolo de la Iglesia católica en Francia, una representación de lo que fue Francia en el ámbito religioso”, afirma Xavier Castillo, sacristán de la iglesia de La Madeleine.
– “Símbolo” –
La reapertura dará lugar a una gran ceremonia de inauguración el sábado por la noche, en presencia de los mecenas y de una cincuentena de jefes de Estado y de gobierno, incluido Emmanuel Macron y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
Pero “lo más importante es que el culto pueda volver a celebrarse en esta catedral”, afirmaba el lunes en la radio France Inter el rector-arcipreste de la catedral, Olivier Ribadeau-Dumas, quien celebra que “los católicos de París van a recuperar su iglesia madre”.
Según una encuesta del diario católico La Croix, Notre Dame representa para los franceses, ante todo, un emblema de París y de Francia (50%) y un fragmento de la historia (49%).
Pero para los católicos practicantes, es principalmente un lugar de culto (53%).
Su importancia también radica en el culto a la Virgen, “que se practica en Francia desde hace mucho tiempo”, recuerda Jean-Michel Leniaud, presidente de la Sociedad de Amigos de Notre Dame.
– “Milagro” –
Ante la masiva afluencia esperada en la catedral renovada, los fieles parisinos, sin embargo, no planean apresurarse.
“Iré un poco más tarde. No me gustan las multitudes. Prefiero el silencio”, afirma Christine Linard.
Un sentimiento similar expresa Christian, de 75 años, quien visitaba Notre Dame aproximadamente una vez al año y planea hacerlo “este año”.
“Que haya sido salvada es un alivio, es todo un símbolo”, añade este parroquiano parisino, quien el día del incendio, el 15 de abril de 2019, “acudió al lugar para observar y rezar”, en “una especie de comunión”.
Ha visto, como muchos, las primeras imágenes del interior de la catedral restaurada, y aunque admira su belleza, no puede evitar pensar que “es demasiado blanca, pierde un poco de su alma”.
Durante los cinco años de obras, la misa de Notre Dame se celebró en la iglesia vecina de Saint-Germain l’Auxerrois, donde los feligreses manifestaban a finales de noviembre su impaciencia por volver a ver la catedral.
“Tenemos muchas ganas de ir a visitarla”, explicaba una parisina, Daphné de Lassus, quien consideraba “la posibilidad de ofrecerse como voluntaria para ayudar en la organización de la inauguración”.
Para los católicos, la reapertura también estará marcada por el regreso a Notre Dame de la corona de espinas de Cristo, con una ceremonia el 13 de diciembre.
Cientos de personas asistieron a la procesión con antorchas organizada el 15 de noviembre para el retorno de la famosa estatua de la “Virgen con el Niño”.
“Notre Dame es una página de la historia”, se entusiasmaba entonces Tiphaine Latrouite, de 25 años: “Que no haya ardido demuestra que los milagros existen”.
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