El festival de artes escénicas Labo XL arrancará este jueves su sexta edición. Hasta el domingo ha programado 21 piezas, la mayoría de ellas de danza, aunque también habrá tres obras de teatro y dos espectáculos circenses. Su director, Ion Estala, pone el foco en los creadores, los verdaderos protagonistas de iniciativas como esta que buscan, ante todo, que los artistas consigan nuevos bolos.
¿Cómo se enfrenta a la sexta edición de LABO XL?
Es extraño, el año pasado celebramos el quinto aniversario, que es un número redondo, lo que dio a Labo XL como un cariz mayor, en cuanto a comunicación y discursos. Cuando empezamos a plantearnos la sexta edición, en cambio, cuando nos enfrentamos a cuestiones como la cartelería, le solía decir a Ana Barrantes que yo lo visualizaba como un año de tránsito. Es cierto que Labo XL este año es más grande, porque hay más compañías y más actividades profesionales, pero nos parecía que debíamos poner el foco en el sector, no solo en el que sube al escenario, sino en todo el entramado que conforma el sector de las artes escénicas.
Han prescindido de utilizar a un artista como protagonista del cartel.
Hicimos un juego entre euskera y castellano con las tres palabras: dantza, teatro y zirko . Y también hemos vuelto al negro. Siento que nos hemos deshecho de un montón de cosas menos importantes, como el papel de regalo muy bonito que envuelve lo realmente importante: la gente que sube al escenario, la que hace de técnico, las direcciones, los distribuidores, los equipos de vestuario… Esta nueva edición es como una especie de reload.
Un intento de volver a los orígenes, quizá…
Es curioso porque el cartel de la primera edición también fue en blanco y negro. En un inicio no fue intencionado, pero, sí. Hay que seguir trabajando, hay que poner el foco en los profesionales del sector y hay que seguir contratando y dando empleo a la gente.
¿Tiene sentido que le pregunte por la décima edición?
No sé qué es lo que pasa, pero no eres el primero que nos lo pregunta (ríe). Hay que dejar de envolver las cosas con envoltorios espectaculares. Hay que luchar para que el sector de las artes escénicas tenga espacios que les traten con mimo, cuidado y generar lugares en los que todos estemos al mismo nivel. El décimo aniversario sería algo así, pero elevado a la enésima potencia.
¿Es el sector de las artes escénicas más débil que otras disciplinas?
Es muy débil y necesita el máximo de mimos posible.
¿Cuántas solicitudes de propuestas han recibido este año?
Más de 300 en la convocatoria pública. Eso es muchísimo para un festival de nuestro tamaño. Eso refleja también la necesidad de buscar espacios en los que representar obras. Asimismo, las colaboraciones, año a año, también se han ido ampliando. Obviamente, seguimos colaborando con Dantzagunea y otras instituciones o festivales habituales. Y el puzzle se completa con la selección que hace la dirección artística.
Con esa idea de conseguir que las compañías consigan ‘bolos’, este año repiten con la iniciativa de Industria ‘Bileratxoak’.
El año pasado fue un rotundo éxito. Participaron más de 20 compañías y más de 20 programadores. Nosotros, como digo, ponemos el foco en la compañía y en los artistas. Generalmente, estos suelen pasar delante de los programadores cada cinco minutos. En Bileratxoak es al revés. Son las compañías las que están sentadas a la mesa, en su feudo, y es el programador el que se tiene que acercar y mostrar interés. Es muy importante, porque no se trata de una defensa o de un monólogo por parte del artista, lo que se crea es una conversación. Para este año tenemos confirmadas 23 compañías y unos 18 programadores .
Este año también se han centrado en las muestras de trabajo.
Hemos hecho especial hincapié en ello. Nos parece importante contar qué hace Labo a lo largo del año, porque no es sólo un festival, sino que está en marcha durante los doce meses. Hay compañías que desarrollan residencias con nosotros. Este año, además, por primera vez hemos otorgado nosotros, junto a ADDE Dantza, la residencia Iturri, que incluía una dotación económica y dos semanas de espacio de trabajo en Dantzagunea, en Errenteria. Por otro lado, dos compañías que participaron en el programa Labo Go vienen a presentar su trabajo terminado. Además, hemos vuelto a colaborar con Cruceiros Paraiso de Galicia. Como consideramos importante darle ese foco, las hemos programado para hoy, en la jornada inaugural.
¿Qué me dice de la pieza inaugural?
Es del artista vizcaino Gaizka Chamizo y mezcla teatro y danza. Es una pieza no habitual para ser el acto de inauguración de Labo XL.
¿Por qué?
El protagonista del cartel solía ser quien inaugurase la edición. Como hemos citado, en este caso no es así. Conocimos la pieza en la Umore Azoka de Leioa y es una obra que lo tiene todo: es en euskera, tiene teatro y tiene pool dance. Es, además, muy irreverente y nos parece muy interesante que se represente delante de los representantes institucionales (ríe).
Han vuelto a apostar por el circo.
Hay más circo que en otras ocasiones. Este año tendremos hasta dos piezas. La relación con Tabakalera se ha ampliado y tenemos más espacios en uso. Uno de ellos es la sala Patio y eso nos da la capacidad de traer cosas más grandes. El sábado actuará la compañía de reciente creación Halako Ezpala, que traerá una estructura de siete metros de altura que es una barbaridad. El domingo también habrá una actividad de circo de libre acceso en el Prisma, algo que funcionó muy bien el año pasado. De las 300 propuestas que recibimos en la convocatoria abierta, muchas eran de circo. La disciplina circense también está muy necesitada.
¿A qué se debe?
En verano y al aire libre, tienen algo de recorrido. No así a partir de octubre. Muchas piezas que traemos a Labo suelen ser también de calle y las solemos seleccionar para darles una segunda vida, no para que su vida de contratación acabe en octubre.
En la programación contarán con compañías venidas de Portugal, Francia y Austria. ¿Hasta qué punto es importante para ustedes establecer relaciones internacionales?
El país invitado es Portugal debido a una cuestión muy orgánica y natural. Yo he estado dos años yendo al Festival dos Canais de Aveiro, por unos puentes de relación que hay entre Euskadi y Portugal. La primera vez que fui conocí a Rui Pires. Fue amor a primera vista. Enseguida nos lanzamos a colaborar. Nosotros como compañía hemos estado allí y ahora él con su compañía viene aquí. Siempre es importante tender puentes para que las compañías de aquí puedan viajar. Pires, de hecho, va a dar una charla en la que va a explicar cómo las compañías vascas pueden ir a Portugal a trabajar. También trabajamos con Euskal Kultur Erakundea (EKE), que ayuda a las compañías de Iparralde. En la convocatoria abierta, además, llevamos años que se presentan muchas compañías europeas y este año hemos seleccionado a la austríaca Hanna Schaar, porque encajaba muy bien con la dirección de programación.
Han programado dos obras de teatro en euskera.
Cada año hacemos un mapeo más exhaustivo para captar obras en euskera que encajen en los parámetros de nuestra programación. Pero sí que se está generando obra en euskera. Hemos programado, por un lado, Puta baten elkarrizketa eroetxean, una especie de monólogo que se representará esta noche. Y, por otro lado, el sábado tendremos Hau gerra bat da, de Piszifaktoria, con una instalación de luces y sonido que es brutal.