- Autor, Ilya Barabanov, Sergei Goryashko, Tom Santorelli
- Título del autor, BBC World Service
Llega el fin de año y toca hacer un balance.
En la tradicional conferencia anual del presidente ruso en Moscú, televisada a toda la nación el 19 de diciembre como “Resultados de 2024 con Vladimir Putin”, el mandatario decidió omitir algunos acontecimientos en su recapitulación del año.
En el evento cuidadosamente coreografiado, Putin habló sobre una variedad de temas como la economía nacional, la caída de las tasas de natalidad, el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y la guerra entre Israel y Hamás.
Sin embargo, dedicó la mayor parte de las cuatro horas y media de su discurso a la invasión de Ucrania.
Pese a que la guerra se acerca a su tercer aniversario, el mandatario ruso se refirió a ella en términos de éxito. Y, en efecto, Rusia ha logrado avances significativos en el campo de batalla este año.
Durante el discurso, Putin anunció que el ejército ruso estaba “tomando… devolviendo territorios” y haciendo progresos “diarios” en el frente, mientras describía a sus soldados como “héroes” y afirmaba que todo el esfuerzo bélico es para proteger la soberanía rusa.
Aunque descartó cualquier tregua, dijo que estaba “abierto a acuerdos” para poner fin al conflicto, pero sin dejar en claro qué implicarían esos acuerdos.
Sin ir más lejos, este lunes Rusia y Ucrania llevaron a cabo un canje de prisioneros en el que cada parte liberó al menos a 150 prisioneros de guerra.
En “Resultados de 2024 con Vladimir Putin”, el presidente dijo que está dispuesto a negociar con Kyiv sin condiciones, pero reiteró su cuestionamiento a la legitimidad del mandatario Volodymyr Zelensky para ser parte de ese proceso.
Pero a veces lo que no se dice es más interesante que lo que sí.
Por eso analizamos cinco eventos clave que afectaron a Rusia durante el año y que Putin apenas mencionó o directamente omitió.
1. La muerte de Alexei Navalny
El 16 de febrero de 2024, el líder más famoso de la oposición rusa, Alexei Navalny, murió en la colonia penal número 3 de la aldea de Kharp, en el norte de Rusia.
Y aunque sus colaboradores continúan investigando las circunstancias del fallecimiento, pocos en Rusia dudan de que Navalny, quien anteriormente había sobrevivido a un atentado con el agente tóxico Novichok, fue asesinado por orden de Putin.
Después de que Rusia invadiera Ucrania el 24 de febrero de 2022, las autoridades comenzaron a arrestar a sus propios ciudadanos por hacer declaraciones o manifestarse contra la guerra.
Navalny criticaba frecuentemente el conflicto, incluso desde la prisión.
Su muerte fue un día oscuro para decenas de miles de personas en toda Rusia, cuando estaba a punto de cumplirse el segundo aniversario del inicio de la guerra.
2. Ataque al auditorio Crocus City Hall
Mientras toda la atención de las autoridades rusas se centraba en Ucrania, reclutando más efectivos para el ejército y desarrollando nuevos tipos de armas, el islamismo radical seguía creciendo, tanto en los Estados de Asia Central como en las repúblicas rusas del Cáucaso Norte.
El 22 de marzo de 2024, en el auditorio Crocus City Hall, ubicado al norte de Moscú, se produjo uno de los peores atentados terroristas en la historia de Rusia.
Como resultado del ataque de los insurgentes islámicos, 145 personas murieron y 551 resultaron heridas.
Fue uno de los atentados más mortíferos desde la masacre en la escuela de Beslán, ocurrida 20 años antes.
El grupo afgano Vilayat Khorasan se atribuyó la responsabilidad del atentado. Pero la propaganda rusa y el propio Putin culparon a Ucrania de la tragedia.
Según ellos, los atacantes intentaron huir a Ucrania después del atentado, donde supuestamente se les había abierto una “ventana en la frontera”.
Hasta fines de este año no se había presentado ninguna prueba de ello, ni se había demostrado la participación de los servicios especiales ucranianos en el atentado.
3. Siria: una bofetada en la cara
El 30 de septiembre de 2015, las fuerzas rusas intervinieron en Siria para intentar inclinar la balanza en una de las guerras civiles más sangrientas del Medio Oriente.
El régimen de Bashar al Assad sobrevivió gracias a la llegada de las tropas rusas.
La permanencia del líder sirio en el poder, así como la victoria sobre el Estado Islámico (proscrito en Rusia), fueron presentadas por la propaganda del Kremlin durante muchos años como uno de los principales triunfos de la política exterior de Rusia.
Sin embargo, con la guerra en Ucrania devorando recursos, Moscú dejó de prestar atención a Siria.
Como resultado, el grupo fundamentalista Hayat Tahrir al Sham pudo derrocar al régimen de Damasco en menos de dos semanas, y Al Assad tuvo que buscar refugio apresuradamente en Moscú.
La caída del régimen de Al Assad fue una mala noticia para el Kremlin. Aún peor sería la posibilidad de perder las bases militares rusas en las ciudades portuarias sirias de Latakia y Tartus.
Si eso ocurriera, Rusia tendría que recortar todos sus proyectos africanos y dejaría de ser un actor importante en Medio Oriente.
Putin lleva muchos años afirmando que le está devolviendo a Rusia el estatus de “superpotencia”, pero la sangrienta guerra en Ucrania ha llevado al país a convertirse, en el mejor de los casos, en un actor regional del que la mayoría de sus vecinos no quieren saber nada.
No obstante, Putin utilizó su discurso de fin de año para recalcar su punto de vista de que Rusia no perdió en Siria. Según él, el Kremlin logró sus objetivos allí e impidió la creación de un califato islámico, aunque admitió que la situación era “complicada”.
Aclaró que aún no había hablado con el líder sirio derrocado, que huyó a Moscú cuando las fuerzas rebeldes se acercaron a Damasco a principios de diciembre, pero que planeaba hacerlo pronto.
Putin dijo que Rusia está en conversaciones con los nuevos gobernantes de Siria para conservar sus dos bases militares estratégicas en la costa del Mediterráneo y que consideraría utilizarlas con fines humanitarios.
4. “Superarma” que no llega a ser nuclear
A fines de 2024, cuando las fuerzas ucranianas y sus aliados cruzaban las “líneas rojas” rusas casi a diario, el Kremlin encontró algo más para tratar de disuadir a todos los que lo rodeaban, más allá de una bomba atómica: el misil hipersónico Oreshnik, la nueva “superarma” rusa.
El Oreshnik se usó por primera vez en la segunda quincena de noviembre en la ciudad ucraniana de Dniéper.
Moscú afirmó que lo lanzó en respuesta al uso de misiles occidentales de largo alcance en territorio ruso.
Putin confía tanto en esa “superarma” que, durante su discurso anual, propuso un “duelo”: Rusia dispararía el Oreshnik hacia Ucrania y la defensa aérea ucraniana, con sistemas suministrados por Estados Unidos, debería intentar derribarlo.
Desde su primer uso, no ha pasado ni un solo discurso ni una sola rueda de prensa de Putin en la que no mencione el misil hipersónico, e incluso diputados de la Duma han acudido a sesiones vistiendo camisetas con inscripciones sobre el Oreshnik.
No obstante, esto podría interpretarse como una relativa disminución del grado de confrontación, ya que el Kremlin ahora amenaza a sus enemigos con algo que no es una bomba atómica.
5. Amistad con Kim Jong-un
A fines de 2023, el Kremlin estableció una cooperación militar con Corea del Norte, país al que Rusia había impuesto sanciones de la ONU, junto con otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Al principio, debido a la escasez de proyectiles de artillería y misiles balísticos en la guerra con Ucrania, Moscú comenzó a obtenerlos de Pyongyang. A cambio, Rusia le ha suministrado petróleo a Corea del Norte eludiendo las sanciones.
En 2024, Putin se reunió con el líder norcoreano Kim Jong-un en Pyongyang. La última vez que había visitado una de los países más autoritarios y herméticos del mundo fue en 2000, y el líder allí era una persona diferente: Kim Jong-il, el padre de Kim Jong-un.
En Rusia, en cambio, una sola persona ha estado en el poder todos estos años.
Tras el encuentro, los dos países firmaron un acuerdo de “colaboración estratégica integral”, que, entre otras cosas, preveía la asistencia militar “en caso de que una de las partes se encontrara en estado de guerra”.
En el otoño boreal de 2024, las tropas norcoreanas ya estaban en primera línea del conflicto en Ucrania. La OTAN estimó su número en unos 12.000 soldados y las autoridades ucranianas hicieron una valoración similar.
Tanto Moscú como Pyongyang negaron inicialmente la participación del ejército norcoreano en la guerra en Ucrania.
A fines de octubre, Putin, al comentar que Rusia ahora recibía no sólo municiones sino también personal de Corea del Norte, se refirió al acuerdo de “colaboración estratégica” y dijo: “Lo que haremos y cómo lo haremos es asunto nuestro”.
Los soldados norcoreanos fueron desplegados para intentar recuperar los territorios de la región de Kursk, que Ucrania había ocupado en agosto. En diciembre, se informó que cientos de norcoreanos ya habían muerto o resultado heridos.
La OTAN considera la participación de Corea del Norte en la guerra de Ucrania como una “escalada evidente”, argumentando que Rusia ha involucrado directamente a un tercero en el conflicto armado.
Una fuente de la BBC de alto rango en la OTAN también afirmó que las consecuencias de esta acción no solo afectarán la situación en el campo de batalla.
El Departamento de Estado de EE.UU. cree que otro socio importante de Rusia, China, está descontento con la creciente amistad entre Moscú y Pyongyang.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.