“Nos estamos acostumbrando a las noticias escalofriantes: Ecuador vive hoy en nuestros días el peor momento de su historia contemporánea…”
“Además, nos encontramos en vísperas de elecciones presidenciales y legislativas con un presidente que no respeta ni la Constitución ni las leyes ni sus propias palabras con la complicidad de la justicia, la fiscalía y el tribunal electoral”
“Hablemos de espiritualidad no para evadir la situación actual, sino para despertar nuestras capacidades más profundas aptas para enfrentar la realidad en la que nos encontramos y sacar de nosotros mismos las bases indispensables para construir un nuevo país, porque ‘¡sí, es posible!'”
“Despertemos nuestra espiritualidad para trabajar con los partidos y el gobierno que son capaces de revivir el Ecuador”
Nos estamos acostumbrando a las noticias escalofriantes: “Ecuador vive hoy en nuestros días el peor momento de su historia contemporánea… Enero ha sido en mes más mortífero con más de 600 asesinatos… Es el resultado del anticorreísmo enfermizo y de una necropolítica (o sistema de muerte) neoliberal… Esta situación ha venido fomentada por los últimos gobiernos desde 8 años y auspiciada por los grandes medios de comunicación… Estamos secuestrados en nuestro propio país y condenado al empobrecimiento creciente… El gobierno ha perdido el control del territorio nacional… El anticorreísmo ha resultado ser un ‘antiEcuador’… La mayoría de los ecuatorianos ha perdido la esperanza y busca a toda costa emigrar…”
Además, nos encontramos en vísperas de elecciones presidenciales y legislativas con un presidente que no respeta ni la Constitución ni las leyes ni sus propias palabras con la complicidad de la justicia, la fiscalía y el tribunal electoral. Al Ecuador se lo llama ‘un Estado fallido en bancarrota’. Se habla de posible fraude con la complicidad de los militares mientras transporten las urnas. Estamos en una dictadura de hecho, una campaña electoral que se parece cada vez más a ‘un concurso de mentira’ y una carrera al abismo si seguimos con los mismos.

Hablemos de espiritualidad no para evadir la situación actual, sino para despertar nuestras capacidades más profundas aptas para enfrentar la realidad en la que nos encontramos y sacar de nosotros mismos las bases indispensables para construir un nuevo país, porque ‘¡sí, es posible!’.
La espiritualidades la fuerza que habita en cada uno de nosotros que seamos creyentes o no, cristianos o de alguna otra religión. Todo tenemos una capacidad interior que nos guía y nos anima. Tal vez nunca la hemos tomado en cuenta… o al contrario, sí, estamos conscientes de su fuerza transformadora.
Al hablar de ella, unos reconocen que, sin ser adeptos de ninguna religión, sienten una energía que los impulsa a poner el hombro y dar la mano para colaborar en pequeñas acciones que hacen la vida más llevadera para todos, comenzando por hablar y compartir con aquel que necesita: “Nos colaboramos”. Otro dice que la espiritualidad ‘escapa a su entendimiento’, pero siente que, desde pequeño, algo lo impulsa a tomar sus propias decisiones como, por ejemplo: ‘Ama a sus hijos porque lo siente como una responsabilidad suya’. Otro reconoce que no es religioso, pero, ‘en su sentir’, entiende que hay una fuerza dentro de su naturaleza humana, una energía, una fuerza para que nunca deje de luchar. Otro expresa que todo ser humano busca la verdad y para él la verdad es la fraternidad: Comulga y participa con gentes que actúan amando. Eso supone enfrentar los problemas y no irse por otros lados. Está avanzando con personas que aman y eso lo hace vivir y ser feliz. Para él, lo más grande es cuando nos queremos: ‘Podemos disentir, pero somos hermanos’.
Otros han encontrado en la fe cristiana renovada una luz para dar vida a su espiritualidad. Uno reconoce que a los 14 años ‘era una bala perdida’, sin rumbo ni motivaciones. Se transformó cuando, al entrar en una comunidad cristiana, descubrió a un Dios que no se queda quieto en el cielo, sino que se indigna con nosotros y se revela en el camino de la lucha para construir algo nuevo. Dice que Jesús nos dejó una sola recomendación: “¡Ámense los unos a los otros como yo lo he amado!” Para él la sociedad está demasiada dividida, sin horizonte, sin ir a lo fundamental: La amistad es el lugar del camino mientras vivimos. Recuerda que el sacerdote colombiano Camilo Torres que murió en la guerrilla decía: “El amor tiene que ser eficaz”. Se siente feliz con sus compañeros de lucha que son para él más que amigos, hermanos.

Otro explica que lo que lo motiva es la amistad porque descubrió que ‘el Dios de las Alturas no se queda en los cielos, sino que camina con nosotros. Afirma que descubrió que la fe toma su plena dimensión en el compromiso colectivo y que Jesús invita a los humanos a construir un Reino de fraternidad que es ‘una amistad de igualdad’. Siente que tiene que luchar por esto, conocer a compañeros de ruta, actuar con nuevos amigos, vivir una amistad transformadora de la sociedad. Otro u otra contó que, joven, ‘la novelería era su motivación’ hasta hacer la primera comunión. Allí se le preguntó: ¿Qué vas a hacer con tu vida? Para ella, la espiritualidad es la necesidad del servicio a los demás a la manera de Jesús de Nazaret. El Reino es hacer la vida feliz entre nosotros: Eso es su motivación profunda porque cree que ‘cuando hay amor todo es posible’. Para ella el Reino es ahora cuando hay amor, coherencia, compartir, honestidad. Terminó diciendo que ‘el odio nos destruye y destruye aquel que lo practica’. Otro expresó que todo lo podemos lograr porque ‘cada célula de nuestro cuerpo fluye, recrea y sana en el amor de Dios’ y puso sus manos sobre el que se sentía algo enfermo para que esté mejor. Explicó que nos enfermamos porque no amamos, no nos amamos unos a otros. La fe es creer que somos capaces de vivir y convivir bien si así lo decidimos. La política es algo bueno porque busca el bien y el bienestar de todos. ‘Si lo queremos, siempre vamos a salir adelante’.
Otro aclaró que ‘si estamos aquí vivos, es porque eso tiene un significado: Es signo de vida y de amor. Los demás son los que nos ayudan a vivir y a amar: Eso es una comunidad cristiana. El camino de la felicidad es el camino de las Bienaventuranzas que hacen realidad el Reino. El Reino está en nuestra fraternidad como nuestro compromiso a multiplicar. Dice sentirse muy feliz por la comunidad que conformamos porque ‘todo es caduco y aberrante si no hay amor’ y reconoce que Dios trabaja con aquel que ama. La vida no es más que hacerlo todo con amor porque para eso estamos existiendo.
Otro piensa que, gracias al ejemplo de Jesús, son los pobres los únicos capaces de cambiar el mundo con los que creen en ellos. Eso es el sentido de la Bienaventuranza de Jesús: “¡Felices los pobres y los que tienen el espíritu de los pobres, porque de ellos es el Reino de Dios!”. Las causas de los pobres son las causas de Jesús y eso no tiene marcha atrás porque son también las causas de Dios… Eso no es más que la fuerza y el destino del cosmos y de nosotros con él.
Despertemos nuestra espiritualidad para trabajar con los partidos y el gobierno que son capaces de revivir el Ecuador.