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Guía básica de las elecciones en Estados Unidos

Autor: Diario Red

Estados Unidos vota hoy. Las elecciones presidenciales son cruciales y son, probablemente, las más importantes del mundo. A nadie se le escapa que aquello que sucede en la política interna norteamericana genera ecos en otras regiones del mundo, fundamentalmente por el carácter hegemónico que EEUU imprime en su política exterior. Washington dirige al eje occidental, determina en buena medida lo que sucede en el Este de Europa y tiene el potencial para agilizar o contener la agresiva política israelí en Oriente Medio. A su vez, ejecuta una política injerencista en Asia-Pacífico definida de forma divergente según la orientación partidista de cada administración.

En Estados Unidos se vota siempre en día martes, precisamente por las consecuencias que ello tiene en la participación, dificultando en muchos casos que sectores de la clase trabajadora forme parte de la jornada y sobredimensionando el peso del voto “anticipado”

Estados Unidos, a su vez, condiciona las dinámicas políticas en América Latina y, mediante las lógicas del intercambio desigual y la dominación imperialista, limita las posibilidades para el desarrollo regional, integrado y autocentrado de las economías latinoamericanas. Obviamente, demócratas y republicanos comparten los lineamientos fundamentales del vínculo desigual con América Latina, si bien es evidente que una eventual presidencia de Donald Trump supondría un impulso para los emergentes movimientos de derecha radical en la América hispanohablante y en Brasil.

El sistema electoral y los swing states

Ciertamente, el modo en el que los estadounidenses acuden a las urnas es particular y, por cierto, determinante en los resultados finales. En primer lugar, es conveniente destacar un hecho inédito, difícil de hallar en otros sistemas liberales de partidos: en Estados Unidos se vota siempre en día martes, precisamente por las consecuencias que ello tiene en la participación, dificultando en muchos casos que sectores de la clase trabajadora forme parte de la jornada y sobredimensionando el peso del voto “anticipado”. Este tipo de sufragio fue decisivo en algunos estados en los comicios de 2020, nutriendo parte de la narrativa trumpista sobre el “fraude”.

El sistema para las presidenciales es simple: tras las elecciones, queda conformado el Colegio Electoral, un órgano con 538 miembros cuyo cometido es seleccionar al próximo presidente del país. Inicialmente concebido como un método para evitar la elección directa del jefe del Estado, en la actualidad maximiza la lógica del The winner takes it all, pues el partido político ⎼realmente, el candidato⎼ que obtiene el mayor número de votos en cada estado recibe, consecuentemente, la totalidad de los compromisarios que ese mismo estado lleva al Colegio Electoral.

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A cada estado, a su vez, le corresponden un número específico de compromisarios en función de su peso demográfico en el cómputo nacional ⎼si bien esta no es una proporción exacta en ningún caso⎼. Así, por ejemplo, el candidato vencedor en California obtiene 54 compromisarios, el de Florida, 30, y el de Vermont, 3. Con la excepción de Maine y Nebraska, el The winner takes it all rige el recuento en todo Estados Unidos.

Esta forma de incorporar la representatividad en la política norteamericana no solo es uno de los caracteres más específicos de su sistema electoral, sino que da de sí un elemento también singular: la existencia de swing states. En suma, en lo que refiere a las elecciones, los estados del país se dividen en cinco categorías: blue states ⎼aquellos nítidamente demócratas, como California⎼, leaning democrats ⎼aquellos que se inclinan por el Partido Demócrata, como Minnesota⎼, leaning republicans ⎼aquellos que se inclinan por el Partido Republicano, como Ohio⎼, red states ⎼aquellos nítidamente republicanos, como Oklahoma⎼ y swing states ⎼aquellos igualados⎼.

La ubicación de los estados en una u otra categoría varía con el paso de los años en función de los cambios demográficos y económicos, aunque en el específico caso de las elecciones de 2024, son siete los territorios a priori igualados: Arizona, Nevada, Michigan, Wisconsin, Carolina del Norte, Georgia y Pensilvania. El resto de los estados ofrecen con mayor o menor seguridad cierta previsibilidad en función de uno de los dos candidatos; si se cumplieran las predicciones en todos ellos, Harris partiría con 226 compromisarios y Trump con 219, siendo necesarios 270 para alcanzar la Casa Blanca.

Las encuestas han dado algunas pistas durante los últimos meses, en concreto desde que Kamala Harris sustituyese a Biden como candidato de los demócratas

De esta forma, son 93 los compromisarios que apuntan a ser decisivos: Nevada brinda 6; Wisconsin, 10; Arizona, 11; Michigan, 15; Georgia y Carolina del Norte, 16; Pensilvania, 19. Aparentemente, son estos siete estados “bisagra” los que captarán la atención de los “búnkeres” republicano y demócrata a lo largo de la noche ⎼y, quizá, días⎼ que dure el recuento de los votos. Algunos estados leaning democrats y leaning republicans podrían preocupar a Harris y Trump, en particular si su rendimiento en las urnas se torna particularmente desfavorable. Es el caso de algunos como Florida o Minnesota.

Las encuestas y la movilización

Las encuestas han dado algunas pistas durante los últimos meses, en concreto desde que Kamala Harris sustituyese a Biden como candidato de los demócratas. En primer lugar, la actual vicepresidenta debería liderar el voto popular con cierto margen ⎼entre dos y cuatro puntos⎼; de lo contrario, considerando la sobrerrepresentación de ciertos estados conservadores, la victoria de Trump en el Colegio Electoral sería aplastante. No obstante, el voto popular no es decisivo; ya en 2016, Hillary Clinton se impuso en este sentido a Trump, pero fue el republicano quien se hizo con la presidencia.

Los swing states se han mantenido hasta la previa de las elecciones en empate técnico ⎼es decir, dentro del margen de error⎼ y el resto de los estados no parecen cercanos a “cambiar de dueño”. Sin embargo, la cautela es obligada: en 2020, las encuestas en el país auguraban una victoria contundente de Joe Biden que no fue tal, pues Trump estuvo a punto de lograr la reelección. Posteriormente, en las elecciones midterm de 2022, los republicanos fueron sobreestimados en relación a lo que luego se reflejó en las urnas.

En cualquier caso, la movilización será clave: en 2020, con 81 y 74 millones de votos respectivamente, tanto Biden como Trump fueron los candidatos más votados de la historia del país, superando ambos los 69 millones cosechados por Barack Obama en 2008. Los votantes de Trump, movilizados gracias a un discurso impugnatorio del entonces presidente, y los votantes demócratas, movilizados en oposición al propio Trump, acudieron masivamente a las urnas.

En cierta medida, esta dinámica podría replicarse nuevamente. Los bajísimos índices de popularidad de Kamala Harris y Donald Trump deberían facilitar una gran participación, justamente por el visceral rechazo generado por “el otro”. Es posible que los resultados de varios swing states se retrasen debido a una probable igualdad en los resultados de demócratas y republicanos; en cualquier caso, los días posteriores serán decisivos, pues no está claro si Trump aceptaría pasivamente una posible derrota.

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